Paradojas del subsidio
La marcha atr¨¢s de la reforma del desempleo es uno de los asuntos m¨¢s chuscos ocurridos en los ¨²ltimos 25 a?os de democracia espa?ola. Ser¨ªa divertido si no fuera porque nunca es bueno que un Gobierno -cualquiera que sea- haga el rid¨ªculo y porque este decretazo, que est¨¢ ya condenado a morir, ha hecho la pascua a los casi cien mil trabajadores que se calcula que se ver¨¢n afectados durante su ef¨ªmera vigencia.
La rectificaci¨®n del decretazo es un preocupante ejemplo de la falta de criterio del Gobierno. F¨ªjense, si no, en el tratamiento dado a los salarios de tramitaci¨®n que es justo el opuesto al recogido en el decretazo.
No deja de ser curioso que el Gobierno, que ha cedido en casi todo, no se haya echado atr¨¢s en su plan para extinguir el subsidio agrario. ?Es un castigo a Andaluc¨ªa como dicen el PSOE y la Junta o es una perversa manera de inducirles a que reivindiquen con vehemencia un subsidio que casi nadie entiende en el resto de Espa?a?
Parad¨®jicamente, era en este asunto en el que las posturas estaban menos distanciadas antes del decretazo. Ya en 1993, Junta, patronal y sindicatos firmaban la primera concertaci¨®n en la que se hablaba de la 'superaci¨®n del PER' y 'la adecuaci¨®n del subsidio agrario a los activos que permanezcan en la agricultura'. No parece que haya mucha distancia entre estos prop¨®sitos, lo expresado estos d¨ªas por Jordi Pujol cuando se manifest¨® a favor de la 'gradual y selectiva' desaparici¨®n del PER y el deseo del Gobierno de 'extinguir' el subsidio.
Ha sido precisamente el decretazo -por lo que ten¨ªa de imposici¨®n- el que ha terminado rompiendo la posibilidad de un f¨¢cil consenso. Lo razonable ahora, cuando Gobierno y sindicatos parecen ponerse de acuerdo en lo dem¨¢s, ser¨ªa volver a estudiar el asunto.
Desde el decretazo, la cuesti¨®n del subsidio agrario se ha convertido en un nuevo argumento para el pulso Junta-Gobierno. En este tiempo, la Junta, sobreactuando, ha pasado de considerar que el subsidio era algo a superar a describirlo como una conquista irrenunciable, un derecho hist¨®rico y hasta darle casi rango de se?a de identidad.
Pero dif¨ªcilmente se puede decir que el subsidio agrario sea un buen sistema de protecci¨®n social: es el chocolate del loro -menos de medio mill¨®n de pesetas al a?o por persona- y fija en el resto de Espa?a la falsa imagen de la Andaluc¨ªa perezosa, ya que resulta dif¨ªcil de entender que haya quienes cobran el subsidio mientras los inmigrantes africanos aumentan su presencia en el campo andaluz.
Andaluc¨ªa ha cambiado mucho estos a?os y hay zonas en las que el subsidio puede estar de m¨¢s y zonas en las que ser¨ªa claramente insuficiente y deber¨ªa de ser substituido, quiz¨¢, por otras f¨®rmulas, como un salario social que atendiera a las necesidades de sus perceptores y no dependiera s¨®lo de la habilidad de ¨¦stos para obtener firmas de peonadas.
Es ¨¦ste un buen momento para reflexionar sobre el futuro del PER. Ser¨ªa un error desaprovechar la oportunidad y convertirla en una nueva barricada en la confrontaci¨®n Sevilla-Madrid.
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