?Puede empeorar la econom¨ªa de EE UU?
Mientras Estados Unidos debate si invadir o no Irak, el temor de que la recuperaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs se estanque est¨¢ entrando poco a poco en la discusi¨®n; y con ello crece tambi¨¦n la preocupaci¨®n por la salud de la econom¨ªa mundial. Se est¨¢ llegando al consenso de que el desfase entre el potencial de crecimiento de la econom¨ªa estadounidense y sus resultados reales seguir¨¢ siendo importante durante un tiempo. ?Puede empeorar la situaci¨®n? S¨ª, puede, y mucho.
Hay una serie de factores preocupantes en la econom¨ªa estadounidense que nos acompa?an desde hace tiempo. Son los siguiente:
Los enormes d¨¦ficit comerciales persisten desde que los err¨®neos recortes fiscales llevados a cabo por Ronald Reagan en 1981 hicieron que Estados Unidos pasara de ser el mayor acreedor del mundo al mayor deudor. Hoy en d¨ªa, esos d¨¦ficit alcanzan mes a mes nuevos r¨¦cords.
La impresionantemente baja tasa de ahorro estadounidense. Cuando la riqueza del pa¨ªs parec¨ªa crecer a?o tras a?o y el mercado de valores estaba en auge, esto era comprensible. Los estadounidenses se hac¨ªan m¨¢s ricos sin necesidad de ahorrar, as¨ª que, ?por qu¨¦ molestarse? Hoy, la tasa de ahorro, a pesar de haber aumentado un poco, sigue situando a Estados Unidos en la parte inferior de la tabla de ahorros del mundo.
Malos criterios contables. Los esc¨¢ndalos de Arthur Andersen, Enron y WorldCom no han surgido de la nada, sino que se originaron a mediados de los noventa, cuando el Tesoro estadounidense intervino para frenar los intentos de mejorar la situaci¨®n por parte de la supuestamente independiente junta de normas contables. La mala contabilidad contribuy¨® a la reciente burbuja de la Bolsa; la mala informaci¨®n condujo a precios burs¨¢tiles que no reflejaban las realidades subyacentes; y esto a su vez incentiv¨® la excesiva inversi¨®n en telecomunicaciones que caus¨® el exceso de capacidad actual.
A este antiguo brebaje se le han a?adido nuevos ingredientes, principalmente el cambio m¨¢s r¨¢pido en la postura fiscal de una naci¨®n que el mundo probablemente haya visto jam¨¢s. Como por arte de magia, el super¨¢vit presupuestario de 3 billones de d¨®lares (no derivado de la seguridad social) que Estados Unidos acumul¨® a lo largo de diez a?os se hab¨ªa convertido -en cuesti¨®n de meses- en un d¨¦ficit creciente de 2 billones de d¨®lares. Por supuesto, hay excusas: no se hab¨ªa previsto la magnitud de la depresi¨®n econ¨®mica y no se pod¨ªa predecir el aumento de gastos para luchar contra el terrorismo. Excusas y m¨¢s excusas. Como dice el refr¨¢n: no cuentes los pollos antes de que nazcan. ?El Gobierno de Bush no s¨®lo cont¨® sus pollos, sino que los vendi¨® por adelantado!
Para cualquiera con un poco de vista, estaba claro que las optimistas proyecciones presupuestarias presentadas hace dos a?os eran absurdas. Tambi¨¦n estaba claro el hecho de que, al promover sus recortes fiscales, el Gobierno de Bush estaba realizando (a escala multi-milmillonaria) una contabilidad fraudulenta, similar a la de Enron.
As¨ª que, si las cosas van mal ahora, ?c¨®mo podr¨ªan empeorar? He aqu¨ª una posibilidad: para financiar su d¨¦ficit comercial, Estados Unidos debe pedir prestado en el exterior m¨¢s de mil millones de d¨®lares diarios. Cuando Estados Unidos era el ¨²nico para¨ªso seguro para los inversores mundiales, esto era f¨¢cil. Pero ahora parece menos seguro. La combinaci¨®n de falta de confianza en la contabilidad de las empresas estadounidenses, falta de confianza en la gesti¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica estadounidense (sumada a los crecientes d¨¦ficit), y los d¨¦biles cimientos econ¨®micos subyacentes en el pa¨ªs, ha hecho mella en la reputaci¨®n mundial de la econom¨ªa de EE UU.
Cuando los extranjeros comiencen a sacar su dinero de un pa¨ªs del que sospechan, el d¨®lar se debilitar¨¢. A medida que se vaya debilitando el d¨®lar, Estados Unidos parecer¨¢ todav¨ªa menos seguro. Y de esa forma todos se apresurar¨¢n a salir. Aunque un d¨®lar d¨¦bil puede ser bueno para las exportaciones, un d¨®lar en descenso ir¨¢ acompa?ado de p¨¦rdidas en el mercado de valores y mayores descensos de confianza. Finalmente, hasta el todopoderoso consumidor estadounidense se ver¨¢ sacudido y ver¨¢ que es m¨¢s pobre hoy que hace tres a?os y que ser¨ªa mejor que empezase a poner su dinero a buen recaudo, especialmente dados los arriesgados experimentos con el sistema de seguridad social propuestos por Bush.
Llegado ese momento, los estadounidenses se unir¨¢n a la estampida para salir de su econom¨ªa. ?Por qu¨¦ no iban a hacerlo? Pueden elegir d¨®nde poner su dinero. Las bolsas europeas empezar¨¢n a parecer una alternativa m¨¢s atrayente.
Pero este supuesto no ofrece un final feliz para Europa. El debilitamiento de la econom¨ªa estadounidense y el fortalecimiento del euro dificultar¨¢n las exportaciones europeas. El Banco Central Europeo, centrado en la inflaci¨®n, ser¨¢ lento a la hora de bajar los tipos de inter¨¦s, y el Pacto de Estabilidad europeo har¨¢ imposible que la pol¨ªtica fiscal compense estas debilidades. Europa se unir¨¢ a Estados Unidos en la recesi¨®n, reforzando el descenso de este ¨²ltimo y poniendo en movimiento una espiral descendente mundial.
No estoy prediciendo que esto vaya a pasar. Espero que el Gobierno de Bush ponga en marcha pol¨ªticas que fortalezcan la econom¨ªa estadounidense: el recorte de impuestos que podr¨ªa haber tenido un m¨ªnimo sentido cuando parec¨ªa que Estados Unidos ten¨ªa un excedente de billones de d¨®lares ya no tiene sentido en absoluto. El Gobierno de Bush deber¨ªa admitirlo, y establecer un programa fiscal para fortalecer la econom¨ªa y hacer que el pa¨ªs viva dentro de sus medios. El presidente Bush podr¨ªa incluso estabilizar la econom¨ªa, ofreciendo mejores prestaciones por desempleo para proporcionar el est¨ªmulo necesario si la tendencia descendente contin¨²a.
Estados Unidos es fuerte, y la econom¨ªa mundial es fuerte. Si ocurriesen los desastrosos acontecimientos contemplados, una nueva econom¨ªa planetaria surgir¨ªa finalmente de las cenizas.
Naturalmente, las depresiones nunca pueden predecirse. Sin embargo, podemos disminuir su frecuencia; hacerlas menos profundas; hacer que afecten a menos personas y que aquellos que se ven afectados est¨¦n mejor protegidos. Lamentablemente, estamos haciendo menos de lo posible para evitar que las cosas empeoren, y haciendo menos de lo necesario para protegernos de las consecuencias.
Joseph E. Stiglitz es catedr¨¢tico de Econom¨ªa y Finanzas de la Universidad de Columbia, ganador del premio Nobel de Econom¨ªa en 2001, y autor de La globalizaci¨®n y sus miserias, publicado por Taurus Ediciones. ? Proyect Syndicate, 2002
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