Zachar¨ªas, pianista y director
En el a?o 1975, Christian Zachar¨ªas obtuvo el Premio extraordinario Mauricio Ravel, organizado por la Uni¨®n Europea de Radio en conmemoraci¨®n del centenario del m¨¢gico imaginador de sortilegios. Contaba el gran int¨¦rprete alem¨¢n 25 a?os, pero ya parec¨ªa, incluso por el aspecto, un ensimismado sabio distra¨ªdo. No era tal y lo demostr¨® durante las re?idas pruebas del certamen Zachar¨ªas, desde lecciones de minuciosidad y amor al detalle, aguda sensibilidad ac¨²stica y unos dones bien aprovechados, Irene Slavin, en la Escuela Superior de Karlsruhe, antes de trabajar en Par¨ªs con Vlado Perlemuter, desaparecido s¨®lo hace unas semanas. Ante este triunfo cualificado no faltaron voces que, con af¨¢n entomol¨®gico, clasificaron: especialista en Ravel. Zachar¨ªas, desde el teclado, se encarg¨® de deshacer el equ¨ªvoco, pues tambi¨¦n parec¨ªa especialista en Mozart y Beethoven, en Scarlatti y Schubert. En suma, est¨¢bamos ante un m¨²sico completo de unas calidades extraordinarias que iba a proporcionarnos emociones musicales del m¨¢s alto vuelo, pues hac¨ªa y hace magia de la l¨®gica y razona el sortilegio cual si de un teorema se tratara.
Orquestas del Mundo
C¨¢mara de Lausanne. Obras de Schubert, Mozart y Schubert-Webern. Auditorio Nacional. Madrid, 15 de octubre.
En su m¨¢s reciente actuaci¨®n para Iberm¨²sica, todos los valores de Zachar¨ªas se han evidenciado a trav¨¦s de su doble funci¨®n de pianista y director de la Orquesta de C¨¢mara de Lausanne en un programa vien¨¦s. Mozart para comenzar y no un Mozart cualquiera, sino el del Concierto en mi bemol, de 1785, renuente como tantas p¨¢ginas mozartianas al fr¨ªo an¨¢lisis, pues en verdad nos lleva de sorpresa en sorpresa que culmina en uno de los m¨¢s felices e inteligentes rond¨®s, tan sutilmente comentado por ?lvaro Mar¨ªas en su excelente nota de programa.
Acogida entusiasta
Simple maravilla Danzas alemanas de Schubert, que datan de 1824, en la versi¨®n original para piano y en la traslaci¨®n a la orquesta cl¨¢sica realizada en 1931 por Ant¨®n Webern, demostraci¨®n patente de c¨®mo se puede ser renovador y amoroso del pasado. Y en fin, la Sinfon¨ªa n? 6, en do mayor, d. 589 (1817-1818) de un Schubert que desde la intimidad y ligereza acceder¨ªa en la Incompleta y la Grande, a la amplitud y trascendencia de dimensiones, y algo m¨¢s, fronterizo con Bruckner. En resumen, Austria, tan bien evocada y estudiada por Jos¨¦ Mar¨ªa Valverde (Planeta, 1990) que encabeza su texto con la cita de Hebbel, 'esta Austria es un peque?o mundo en que el mundo grande hace sus pruebas'. La acogida entusiasta oblig¨® a un a?adido en el que volvimos a Mozart con la obertura de Las bodas de F¨ªgaro.
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