La realidad y el ruido
ANTE UN AUTO como el de Garz¨®n es dif¨ªcil separar la realidad del ruido. La realidad, y por aqu¨ª hay que empezar, es que la violencia de ETA ha tenido entre sus objetivos principales la intimidaci¨®n de los sectores de la poblaci¨®n vasca tildados como espa?olistas por el hecho de rechazar su proyecto independentista; la realidad es que en la historia del entramado de cercan¨ªas de ETA que ahora responde por el nombre de Batasuna han sido recurrentes proyectos como la depuraci¨®n del censo o el carn¨¦ vasco y es una consigna habitual echar a los espa?olistas del Pa¨ªs Vasco. Hace un par de a?os, Gesto por la Paz acu?¨® la expresi¨®n 'violencia de persecuci¨®n ideol¨®gica'. Me parece que explica muy bien tanto la obstinaci¨®n contra determinadas personas -listas, llamadas telef¨®nicas, amenazas en los muros del barrio, ataques a sus domicilios y finalmente aten-tados- como el objetivo global de la acci¨®n terrorista, que consiste en matar a uno para intimidar a muchos miles.
A partir de esta realidad empieza el ruido. El ruido de Garz¨®n que, por grandilocuencia o precipitaci¨®n, utiliza lenguajes y procedimientos que en vez de favorecer su trabajo lo lastran. Recurrir a la expresi¨®n limpieza ¨¦tnica puede tener sentido para buscar un encaje de los hechos que instruye en el Estatuto de Roma que rige la Corte Penal Internacional, pero crea confusi¨®n y m¨¢s que abrir los ojos a la ciudadan¨ªa sobre la realidad vasca contribuye a que los mantengan entornados aquellos m¨¢s insensibles y da pie a los que discrepan de sus procedimientos para esconder lo fundamental colocando lo anecd¨®tico en primer plano. La acreditada audacia de Garz¨®n, que le ha permitido abrir caminos a la justicia que otros m¨¢s timoratos manten¨ªan cerrados (desde el caso Pinochet hasta el que nos ocupa), no quita que la imprecisi¨®n sobre las personas acusadas y la vastedad de los hechos objeto de la instrucci¨®n dan a la actuaci¨®n un preocupante tufo de 'causa general'.
Unas 200.000 personas han abandonado el Pa¨ªs Vasco en los ¨²ltimos 20 a?os. Pero la gran mayor¨ªa lo han hecho por razones socioecon¨®micas: gente joven que ha buscado nuevos horizontes en otras partes o gente mayor que al jubilarse o al quedarse sin trabajo ha optado por volver a los lugares de origen. Hay unos cuantos miles -y aunque fuera uno s¨®lo ya ser¨ªa demasiado- que lo han hecho por la presi¨®n de ETA-Batasuna. La expresi¨®n limpieza ¨¦tnica existe como amenaza permanente, pero probablemente es desproporcionada en comparaci¨®n con otros episodios ocurridos en la misma Europa. El uso de las met¨¢foras en la literatura judicial es arriesgado.
El PNV se apunta r¨¢pidamente al ruido, descalificando a Garz¨®n de plano y buscando argumentos legales contra el juez. Pero el auto contiene un regalo para los prop¨®sitos del PNV que no deber¨ªa pasarles inadvertido: la consagraci¨®n del derecho de autodeterminaci¨®n, un derecho que, escribe el juez, 'es el primero de los incluidos en el Pacto de Derechos Civiles y Pol¨ªticos de las Naciones Unidas'.
La actividad criminal de ETA-Batasuna hace que dos planos que deber¨ªan ser paralelos, lo penal y lo pol¨ªtico, se entremezclen demasiado a menudo. Los autos de Garz¨®n se mueven en un terreno en el que es muy fr¨¢gil la frontera que separa la descripci¨®n judicial del argumento pol¨ªtico. La proclividad del Gobierno del PP a utilizar pol¨ªticamente las actuaciones judiciales y a confundir su acci¨®n con la del juez, como si una fuera prolongaci¨®n de la otra, no hace sino aumentar el ruido, lo cual no ayuda a la transparencia y pulcritud de los procedimientos.
Pero, y acabo por donde empec¨¦, antes que el ruido est¨¢ la realidad. La transici¨®n en el Pa¨ªs Vasco estuvo contaminada por una idea que result¨® ser falsa: que la cuesti¨®n de ETA se resolv¨ªa encontrando una prenda, una se?al, una modificaci¨®n legal, con la que ¨¦sta se diera por satisfecha y justificara la entrega de las armas. Esta idea ha estado subyacente en casi todas las estrategias dise?adas, incluido el m¨ªtico Pacto de Ajuria Enea. Y sigue estando todav¨ªa en algunas mentes. Era una confusi¨®n explicable, porque part¨ªa de un razonamiento anal¨®gico: todos pens¨¢bamos que, liquidado el franquismo, tambi¨¦n ETA entrar¨ªa en la normalidad democr¨¢tica. Ha sido necesaria la crisis de Lizarra para que se entendiera definitivamente que ETA es una organizaci¨®n totalitaria y que este tipo de organizaciones s¨®lo dejan de practicar el terrorismo cuando son derrotadas o cuando consiguen el poder. ?sta es la realidad de fondo que debemos tener presente si no queremos dejarnos arrastrar por el ruido.
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