El Celta da se?ales de descomposici¨®n
Un tanto de Bolo a los cinco minutos da la victoria al Rayo ante el inofensivo equipo vigu¨¦s
Como anta?o, el liderato es cosa ef¨ªmera en Bala¨ªdos. Tanto no ha cambiado el Celta como su excesivo arranque de temporada hizo pensar a parte de su afici¨®n, porque entonces como ahora le resulta imposible convivir con el ¨¦xito en la clasificaci¨®n, una circunstancia que ejerce un poderoso influjo en el equipo que le obliga a devolver el puesto m¨¢s alto a la primera de cambio. Tambi¨¦n el Rayo se mantuvo fiel a su costumbre ante el equipo que mejor se le da de la categor¨ªa y a los cinco minutos ya hab¨ªa inclinado a su favor un resultado que conserv¨® sin mayor esfuerzo. Si en algo han cambiado los celestes es en su tendencia a la vulgaridad, un defecto que jam¨¢s se les apreci¨® en los ¨²ltimos a?os y que en lo que va de temporada se repite con demasiada asiduidad.
CELTA 0| RAYO VALLECANO 1
Celta: Cavallero; Velasco, C¨¢ceres (Jos¨¦ Ignacio, m. 55), Berizzo (Coudet, m. 77), Sylvinho; Vagner, Luccin; Edu (Kaviedes, m. 55), Mostovoi, Jesuli; y McCarthy. Rayo Vallecano: Etxebaerr¨ªa; Mauro, Corino, Mainz, Graf; Onopko; Julio ?lvarez (M¨¢rquez, m.53), Mora, Azkoitia, Perag¨®n (H¨¦lder, m. 69); y Bolo (Bolic, m. 74). Gol: 0-1, m. 5: Bolo rompe el fuera de juego -mal tirado por la defensa del Celta- y cabecea en plancha un centro de Mora. Arbitro: P¨¦rez Burrull. Expuls¨® a McCarthy por una entrada sobre Azkoitia. Mostr¨® tarjetas amarillas a Mauro, C¨¢ceres, Bolo, Mora, Vagner, H¨¦lder, Velasco y Mostovoi. Unos 18.000 espectadores en Bala¨ªdos.
Antes de que al Celta tuviese tiempo de exponer sus argumentos ofensivos se encontr¨® con un gol en contra porque, si otro mito dice que el equipo de Lotina se defiende mejor que el de anteriores temporadas, algunos futbolistas se empe?an en sostener lo contrario. Berizzo no encuentra la forma del curso pasado y a Velasco se le ve m¨¢s lento. Ayer, adem¨¢s, pec¨® de ineficaz en el fuera de juego. El medio segundo de retraso con que quiso superar a Bolo tuvo el doble efecto de dejarlo solo y en posici¨®n correcta y el perfecto cabezazo del delantero vasco hizo el resto. Tambi¨¦n tuvo el gol del Rayo algo de error colectivo porque andaba la defensa del Celta tan atr¨¢s como quiso la delantera rival, un defecto que se repite esta temporada y que obliga a los de Vigo a jugar el partido que le propongan, sea cual sea.
Por lo dem¨¢s, el equipo de Lotina ech¨® de menos la profundidad de Gustavo L¨®pez porque, en su ausencia, ide¨® Lotina una l¨ªnea de tres medias puntas -Jesuli, Mostovoi y Edu- de los que gustan de asomarse por el balc¨®n del ¨¢rea, pero que reniegan de la l¨ªnea de fondo, lo que concentr¨® el tr¨¢fico por el centro y facilit¨® el trabajo defensivo del Rayo, sustentado en el gran trabajo de Onopko. El ruso, muy serio en el marcaje de su compatriota Mostovoi, tuvo tiempo adem¨¢s para llegar con puntualidad a todos los cortes, ayudado por un Celta empe?ado en derribar el muro por su parte m¨¢s consistente.
Incapaz de encontrar caminos, al Celta se le esfum¨® la primera parte sin disparar sobre Etxebarria, lo que convirti¨® el partido en un sopor¨ªfero manoseo del bal¨®n y en una reiteraci¨®n de regates de Vagner, un futbolista con cintura de seda y pie de chatarra. El brasile?o ha adquirido un papel protagonista en el nuevo Celta. Es v¨¢lido tanto para el eje del centro del campo como para el volante derecho o el centro de la defensa, donde acab¨® ayer el partido, todo ello a pesar de una desesperante incapacidad para atinar el m¨¢s sencillo desplazamiento del bal¨®n.
Tuvo bastante de desbocada rabieta la reacci¨®n del Celta a la expulsi¨®n de McCarthy, que desaprovech¨® la oportunidad que le brind¨® la primera lesi¨®n en a?os de Catanha. Lotina retir¨® a su mejor cabeceador, Edu, para que el peque?o Kaviedes luchara por la sucesi¨®n de balones al ¨¢rea en que se convirti¨® la segunda parte, que contempl¨® el ingreso de su ¨²nico extremo disponible, el argentino Coudet, cuando la desesperaci¨®n se hab¨ªa desbordado ya. Fue el momento del contragolpe para el Rayo, pero un segundo gol habr¨ªa sido excesivo para un equipo que se limit¨® a contemplar la mediocridad de un Celta en proceso de descomposici¨®n.
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