El sollozo del portero sin manos
Busquets se retira llorando del f¨²tbol, un mundo que le trat¨® como a un intruso
Un sobrecogedor sollozo interrumpi¨® una conferencia de prensa que se preve¨ªa entre rutinaria o, en el mejor de los casos, pod¨ªa arrancarse divertida. Carles Busquets (Busi)hab¨ªa comparecido para anunciar su salida del Lleida, nada nuevo si se atiende a que el club aguardaba cualquier pretexto para rescindir su contrato -desautoriz¨® al entrenador ante el plantel-, cuando el portero se atranc¨® de mala manera. Por un momento pareci¨® que se trataba de una de sus pausas habituales, la mayor¨ªa de veces anticipo de una respuesta ir¨®nica, como cuando dijo que se hab¨ªa quemado las manos al detener la plancha que se precipitaba sobre su hijo -una lesi¨®n tan sospechosa sin ir m¨¢s lejos como la de Ca?izares-, pero pronto se comprob¨® que m¨¢s que espaciar las palabras, esta vez no sab¨ªa c¨®mo decir que se retiraba. Busi, a sus 35 a?os, rompi¨® a llorar como un ni?o y tuvo que suspender moment¨¢neamente el acto ante el asombro de la concurrencia.
'El portero sin manos', le bautiz¨® 'L'?quipe' por su juego poco ortodoxo
A Busquets se le supon¨ªan muchas cosas, pero ninguna ten¨ªa que ver con el personaje sentimental, derrumbado por la emoci¨®n, que se presentaba para decirle adi¨®s al f¨²tbol profesional, un mundo que le hab¨ªa tratado a menudo con despecho, tal que fuera un intruso. A Busi la gente se lo hab¨ªa imaginado jugando al f¨²tbol sala como delantero en Ciutat Badia, compartiendo equipo con sus cu?ados madridistas, pele¨¢ndose a cada jugada con el portero contrario y discutiendo con el ¨¢rbitro; o echando cartas en el fondo del autocar del Bar?a; o embutido en un ch¨¢ndal mirando una pel¨ªcula de Sylvester Stallone: o, si no, refugiado en cualquier taller de motos.
Los malintencionados le supon¨ªan incluso m¨¢s bravatas y gansadas que jugadas de m¨¦rito. No juzgaban al portero sino a la persona, y le supon¨ªan una leyenda de desarraigo que no ven¨ªa a cuento. Le ve¨ªan tan superable en la cancha como invulnerable en la calle, y de ah¨ª que jam¨¢s imaginaron que fuera capaz de llorar. Busquets fue mucho tiempo el segundo portero ideal: ni jugaba ni ped¨ªa hacerlo. S¨®lo le pon¨ªan en ausencia del titular, como en la final de la Recopa-91, cuando qued¨® a merced de Hughes, el ariete del Manchester.
Ocurri¨®, sin embargo, que Cruyff decapit¨® a Zubizarreta por la derrota de Atenas-94 y visti¨® a Busi como titular en una decisi¨®n que pas¨® a la historia como una de las mayores excentricidades del entrenador. La titularidad le lleg¨® en mal momento a Busquets, al que una parte de la afici¨®n consideraba un don nadie que vivi¨® del cuento de Cruyff. Fue un meta tan poco ortodoxo que L'?quipe le dedic¨® un titular que hizo fortuna: 'El portero sin manos'. Busi, por contra, era el mejor con los pies, tanto que en los rondos los periodistas extranjeros le confund¨ªa con el mejor jugador de campo. Era tan insuperable en el uno contra uno como incorregible, por mucho que Cruyff tratara de que se expresara en catal¨¢n o se cambiara aquellos pantalones que de tan largos y oscuros parec¨ªan esconder algo malo.
En sus dos a?os de m¨¢xima actividad (1994-96), Busquets no estuvo fino, sobre todo en los partidos decisivos, pero fue mejor portero de lo que se ha dicho, y no mereci¨® que se le utilizara como arma arrojadiza. V¨ªtor Ba¨ªa, su sustituto, por ejemplo, lo hizo peor, y dejarle sin dorsal, como dispuso Van Gaal (1998) fue m¨¢s una revancha por haber elogiado a Cruyff que una decisi¨®n t¨¦cnica. A Busi, al fin y al cabo, no se le juzg¨® por lo que era sino por lo que signific¨®: el punto y final del cruyffismo. ¡®Si el hincha tuviera la misma tranquilidad que yo, todo ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil¡¯, proclam¨® tras 19 a?os de militancia azulgrana y antes de recalar en el Lleida (1999-02), donde acaba de rendirse.
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