El sentido de 122 votos y la apor¨ªa del reformador
El Parlamento catal¨¢n ha dedicado parte de su ¨²ltimo debate al desarrollo del autogobierno. Sigue habiendo quien no entiende -o no quiere entender- esta presencia permanente del asunto en la agenda pol¨ªtica catalana. Esta aparente perplejidad suele ampararse en un doble argumento. El primero se resume de este modo: 'El asunto del autogobierno no interesa a la sociedad catalana. Pese a este desinter¨¦s general, Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) o Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) lo utilizan para ocultar sus deficiencias en otros terrenos, y Socialistes-Ciutadans pel Canvi e Iniciativa Verds son arrastrados a una trampa que les distrae de otros asuntos p¨²blicos de mayor urgencia y entidad'.
A quienes esgrimen un argumento de este tipo, cabe replicarles con algunos datos. Son amplia mayor¨ªa los partidos que incorporaron a su programa electoral de 1999 la propuesta de desarrollar el autogobierno y de reformar el Estatuto en la medida que conviniera a dicho desarrollo. Al mismo tiempo, constituyen tambi¨¦n amplia mayor¨ªa los ciudadanos que -seg¨²n las encuestas de opini¨®n- responden afirmativamente cuando se les pregunta si Catalu?a debe contar con un grado de autonom¨ªa superior al que actualmente dispone, ya sea ampliando el Estatuto, ya sea evolucionando hacia un modelo federal, ya sea aspirando a la independencia.
?Son afirmaciones ideales separadas de la realidad cotidiana? No lo parece. Cuando la ciudadan¨ªa expresa su preocupaci¨®n por asuntos como la acogida de la inmigraci¨®n, el desarrollo de las infraestructuras o la tranquilidad p¨²blica -para elegir tres cuestiones de actualidad-, est¨¢ interrog¨¢ndose sobre si las instituciones -la Generalitat, los gobiernos locales- cuentan con las competencias y los recursos necesarios para afrontarlas. Y la mayor¨ªa de los expertos responden hoy con la negativa: s¨®lo un mayor grado de proximidad institucional y una asunci¨®n de responsabilidades por parte de los poderes m¨¢s cercanos al ciudadano permiten desarrollar pol¨ªticas adecuadas y m¨¢s ajustadas a las necesidades colectivas. En otras palabras, la necesaria redistribuci¨®n de competencias y recursos que supone el desarrollo o la reforma de unas reglas de juego -Constituci¨®n de 1978, Estatuto de 1979, legislaci¨®n derivada- dise?adas en buena medida para situaciones ya superadas.
El segundo argumento de los esc¨¦pticos -a veces de fondo, a veces t¨¢ctico- es el de la inviabilidad de plantear la ampliaci¨®n del autogobierno en el momento presente.
'?Para qu¨¦ tratar del asunto si no se dan las condiciones pol¨ªticas y parlamentarias necesarias para obtener resultados? El paroxismo creciente del enfrentamiento entre el nacionalismo del PP y el nacionalismo del Partido Nacionalista Vasco y la aritm¨¦tica parlamentaria de la Carrera de San Jer¨®nimo impiden un debate serio sobre la cuesti¨®n. Si no se dispone de la mayor¨ªa pol¨ªtica favorable, es un ejercicio superfluo cuando no perturbador'. Este argumento conduce a una nada inocente par¨¢lisis pol¨ªtica. El profesor Viver-Pi Sunyer ha explicado en m¨¢s de una ocasi¨®n lo que ¨¦l denomina 'la apor¨ªa del reformador': si no puede abrirse un debate sobre la reforma constitucional o estatutaria por la raz¨®n de que falta la mayor¨ªa parlamentaria para llevarla a cabo, ?c¨®mo podr¨¢ alcanzarse una mayor¨ªa alternativa si no se acomete primero el proceso de discusi¨®n que suministre los argumentos pol¨ªticos y constitucionales para generarla y sustentarla?
Por fortuna -o por impulso de las formaciones de izquierda-, esta discusi¨®n se ha iniciado ya durante esta misma legislatura del Parlamento catal¨¢n, al constituirse la comisi¨®n para el estudio y reforma del autogobierno. Los trabajos de la comisi¨®n
han avanzado a ritmo demasiado lento, pero sin interrupci¨®n.Tales trabajos -sobre los t¨¦rminos y el alcance de la reforma- est¨¢n configurando en Catalu?a la mayor¨ªa necesaria y suficiente para avanzar de modo sustancial. Lo revelan los 122 votos favorables a la resoluci¨®n parlamentaria del pasado 3 de octubre, en la que se recog¨ªan los criterios esenciales para una actualizaci¨®n del r¨¦gimen de autogobierno.
Esos 122 votos, si son bien administrados, tambi¨¦n pueden contribuir a modificar la mayor¨ªa parlamentaria de la Carrera de San Jer¨®nimo, una mayor¨ªa que dif¨ªcilmente se alterar¨¢ si nos instalamos en la actitud del 'esperar y ver'. O si caemos en la trampa que Viver-Pi Sunyer ha descrito contundentemente en la falsa apor¨ªa del reformador frustrado o irresoluto.
?Es ¨¦sta una lectura excesivamente ben¨¦vola del episodio de los 122 votos? No ignoro el grado de contaminaci¨®n tacticista que contiene esta resoluci¨®n: la contienen ¨¦sta y casi todas las dem¨¢s que se votan en los parlamentos. Pero una vez votadas adquieren la dignidad y la legitimidad de una decisi¨®n de la representaci¨®n popular que no debiera ser ignorada.
Si en quienes dieron su apoyo a la resoluci¨®n mencionada subsiste un residuo de sentido patri¨®tico -como estoy convencido de que subsiste, pese a frecuentes apariencias-, se ofrece ahora la oportunidad de forjar un acuerdo amplio entre las fuerzas pol¨ªticas catalanas sobre este asunto capital. S¨®lo este acuerdo amplio -y no las maniobras unilaterales o de ocasi¨®n- dan fuerza y credibilidad al deseo mayoritario de contar con un sistema pol¨ªtico y financiero capaz de impulsar en este momento el progreso social y econ¨®mico de Catalu?a.
Josep M. Vall¨¨s es miembro de Ciutadans pel Canvi y diputado del Grup Socialistes-Ciutadans pel Canvi.
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