Violencia y pacto
Analiza el autor las implicaciones que la propuesta de libre asociaci¨®n de Ibarretxe puede tener sobre la violencia.
Lo que sigue es un reflexi¨®n limitada. Trato de introducir algo de racionalidad, algo de distancia critica, en el debate sobre la propuesta del Nuevo Pacto del lehendakari. Por otro lado, el an¨¢lisis se limita considerar las relaciones entre la propuesta de pacto y la violencia de ETA. Quedan fuera de estas reflexiones asuntos tan importantes como la oportunidad y viabilidad de la propuesta
Dicen los cr¨ªticos que la prioridad en la lucha respecto a ETA exige que no se tomen otras iniciativas pol¨ªticas; que en la medida que se hacen otras cosas, se pierde o desvirt¨²a el car¨¢cter preferente de la lucha contra ETA . M¨¢s en concreto, argumentan que esta propuesta de pacto y su desarrollo, retira energ¨ªas y aun recursos humanos en la lucha antiterrorista. No creo que esta argumentaci¨®n tenga reflejo en la realidad. Desde la puesta en marcha del proceso del nuevo pacto, la Ertzaitnza ha incrementado las detenciones de militantes de ETA e implicados en la kale borroka y se siguen tomando medidas de protecci¨®n a amenazados. Nada lleva a deducir que el Gobierno vasco baje la guardia en la lucha directa o indirecta contra ETA.
'ETA mata m¨¢s cuanto m¨¢s se aleja el nacionalismo democr¨¢tico de sus demandas'
Otros argumentos cr¨ªticos son de corte mas pol¨ªtico. El primero de ellos dice que en la medida que el Gobierno vasco hace una propuesta pol¨ªtica cercana a ETA, la banda se sentir¨¢ mas reconocida, m¨¢s legitimada para matar, y matar¨¢ mas. Sin embargo la historia nos demuestra que esta cuadrilla de asesinos pol¨ªticos mata sobre todo cuando m¨¢s se distancia el escenario pol¨ªtico de sus deseos. Cuanto m¨¢s se aleja el nacionalismo vasco democr¨¢tico de sus demandas (Pacto de Ajuria Enea, distanciamiento post-Lizarra del PNV de frentes nacionalistas), m¨¢s mata ETA. En consecuencia, parece que deber¨ªa ocurrir lo contrario, que un proceso como el que se abre ahora lograr¨¢ que ETA deje de matar. Un proceso que, como lo ha definido el PP, es el de ETA (por supuesto que no es as¨ª, pero mantengamos la afirmaci¨®n como hip¨®tesis), deber¨ªa lograr que ETA pare. Parece, por tanto, que establecer una estrategia pol¨ªtica como la de este pacto es algo ¨²til para que ETA deje de matar.
Sin embargo -y aqu¨ª se nos presenta el segundo argumento cr¨ªtico-, este razonamiento ligado a la utilidad tiene un grave defecto. Quiz¨¢s el nuevo proceso pueda acabar con ETA, pero el precio pagado por ello (el acercamiento de sus exigencias) resulta inadmisible, intolerable. Discutamos con un poco mas detalle esta argumentaci¨®n, imaginemos que ETA, aun cuando el proceso propuesto por el lehendakari no coincide demasiado con sus exigencias, lo acepta como mal menor y entra en una fase de tregua indefinida. Este es el momento de hacerse la pregunta: ?es tolerable, es democr¨¢tico, que se logre la paz a base de concesiones pol¨ªticas que van en contra -seg¨²n se nos dice- de una muy significativa parte de la poblaci¨®n vasca? Este es un punto central a destacar. Porque si la propuesta del lehendakari fuese apoyada por toda la poblaci¨®n, desaparece el problema del precio a pagar. Nadie dir¨ªa que tal aprobaci¨®n un¨¢nime es intolerable porque coincida en parte con lo que quiere ETA. La unanimidad indicar¨ªa que la propuesta tiene valor por s¨ª mismo. Ser¨ªa simplemente la expresi¨®n de una demanda democr¨¢tica previa, la del conjunto de la sociedad vasca, que quiere que le pregunten por un nuevo pacto de m¨¢s autogobierno porque quiere m¨¢s autogobierno. En consecuencia, es la supuesta falta de unanimidad la que introduce la cuesti¨®n del precio, de la indigna transacci¨®n: se da algo a ETA (algo no igual, pero s¨ª cercano a sus demandas) a cambio de quitar algo a muchos otros; de quitarles el derecho a continuar rigi¨¦ndose por el actual Estatuto.
No parece que, a la hora de proponer el nuevo pacto, constituya la intenci¨®n prioritaria del Gobierno vasco lograr la tregua de ETA a cambio de concesiones. M¨¢s bien parece que la propuesta tiene una din¨¢mica propia, aut¨®noma. Se dice que lo ¨²nico anormal en el panorama vasco es ETA y que el Gobierno usa de la coartada de esa excepcionalidad para extenderla a todo del marco jur¨ªdico pol¨ªtico. No creo que sea cierto. El Gobierno vasco, desde tiempos anteriores a Lizarra, y al margen de los asesinatos de ETA, decidi¨® que el Estatuto estaba en crisis; entendi¨® que eran los otros los hab¨ªan puesto en crisis. Comprob¨® que el nivel de apoyo de los ciudadanos al Estatuto era significativo, pero no suficiente, e inici¨® una din¨¢mica nueva que hoy se formula en el nuevo pacto.
Sin embargo, y mas all¨¢ de cu¨¢les sean las aut¨¦nticas razones reales de la propuesta, ETA, en la medida que crea que ¨¦sta se acerca a sus objetivos, puede entrar en tregua. Y as¨ª el precio quiz¨¢s no aparezca en virtud de un premeditado dise?o, pero, dadas las consecuencias del proceso abierto, la propuesta puede ser considerada de hecho como una opci¨®n pol¨ªtica indigna y escasamente democr¨¢tica. En consecuencia, para establecer las dignidad o indignidad de esta supuesta transacci¨®n debemos averiguar si el nuevo pacto es o no es una propuesta discriminatoria, si -como se afirma- con la culminaci¨®n del nuevo pacto se quitar¨¢n los derechos pol¨ªticos a la mitad de la poblaci¨®n vasca. Porque si no lo es desaparece la ignominia antidemocr¨¢tica de la propuesta, ya que se pone en marcha un proceso pol¨ªtico deseado o aceptado por el conjunto de la sociedad vasca. No hay precio porque nada se da. ?Es una propuesta discriminatoria? ?Por qu¨¦ el actual Estatuto no discrimina y el nuevo pacto, se dice, s¨ª discriminar¨ªa?
?Que se propugnen m¨¢s competencias en el nuevo pacto es percibido como una discriminaci¨®n?. Por ejemplo, ?existen ciudadanos vascos que se van sentir discriminados, si se establece 'la configuraci¨®n de un poder judicial vasco aut¨®nomo'?; ?en qu¨¦ se van sentir discriminados, respecto a quien? O ?qu¨¦ ciudadanos vascos se van a sentir discriminados si se 'desarrolla un ¨¢mbito sociolaboral, econ¨®mico y de protecci¨®n social propio (...) estableciendo al efecto los mecanismos de solidaridad y cooperaci¨®n precisos con el Estado y con Europa?; ?en qu¨¦, respecto a quien? En principio, no resulta f¨¢cil encontrar espacios de discriminaci¨®n negativa dentro del conjunto de ciudadanos que viven en una comunidad que tiene m¨¢s competencias pol¨ªticas que otra o que las que ella misma ten¨ªa en tiempos pasados.
El problema de la discriminaci¨®n se puede plantear sin embargo con la cuesti¨®n identitaria. ?El nuevo pacto niega el reconocimiento e impide la expresi¨®n de la identidad espa?ola que importantes sectores del poblaci¨®n comparten con la identidad vasca? Conviene recordar que la propuesta consiste en 'un Pacto y de un modelo de cosoberan¨ªa libre y voluntariamente compartida'. Tal cosoberan¨ªa puede ser una adecuada expresi¨®n de ese compartida identidad. Solo menos del 10% de los ciudadanos del Pa¨ªs Vasco priorizan su identidad espa?ola frente a la vasca . El resto ( el 90 %) o la comparten por igual o priorizan la vasca. As¨ª, cuando el Estado espa?ol, en virtud de ese principio de cosoberan¨ªa formalizado y especificado en el nuevo pacto, tome decisiones pol¨ªticas respecto a ciudadanos que residen en el Pa¨ªs Vasco, otorgar¨¢ reconocimiento indentitario a los ciudadanos que comparten identidad; a aquellos que tambi¨¦n quieren ser representados (y mandados) por ese Estado espa?ol.
Por tanto, las diferencias con el actual Estatuto no ser¨ªan especialmente relevantes en esta dimensi¨®n identitaria. En ambos casos -Estatuto actual y el nuevo pacto o asociaci¨®n-, ambos poderes pol¨ªticos comparten capacidades y competencias decisorias sobre los ciudadanos vascos. Sin duda, en el nuevo pacto se proponen m¨¢s competencias (y algunas de ellas muy relevantes) para la comunidad vasca que las establecidas en el actual Estatuto ( con todas las transferencias). Y tambi¨¦n hay que considerar que en el nuevo pacto la cosoberan¨ªa surge se pacta y construye desde la parte vasca a partir de una soberan¨ªa, de una capacidad decisoria (establecida como original), mucho mas contundentemente afirmada que en el caso de la negociaci¨®n y acuerdo del Estatuto de Gernika. Sin embargo, por un lado hay que considerar que parece poco probable que un eventual nuevo pacto recoja todas las competencias propuestas. Y por otro, -sobre todo en la pr¨¢ctica y mas all¨¢ de los nombres que les damos a estas cosas (soberan¨ªas, identidades hist¨®ricas, pueblos imperecederos, etc.)- esos ciudadanos que se sienten miembros de dos comunidades van a ser gobernados por los representantes pol¨ªticos de esas dos comunidades. Por eso no resulta descabellado afirmar que tal propuesta de cambio puede ser percibida por el conjunto de los ciudadanos (y por las mayor¨ªas de ambos lados) como una mejora democr¨¢tica ciudadana, en la que quedan salvaguardadas las diversas identidades.
No parece que el nuevo pacto pretenda discriminar a nadie. Por supuesto, los partidos pol¨ªticos contrarios al nuevo pacto tienen todo el derecho a decir lo contrario; que la propuesta constituye un innoble y antidemocr¨¢tico precio (algunos a?adir¨ªan que, adem¨¢s, in¨²til) con el que se va a pagar a ETA. Tienen todo el derecho decirlo; y a lo mejor hasta pueden tener raz¨®n. Pero tampoco estar¨ªa mal que hiciesen el esfuerzo de demostrarlo.
Pedro Ibarra G¨¹ell es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UPV.
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