Crimen en Valencia
Me dice un lector que bien, pero que no soy bastante concreto. Doy datos, pero no los suficientes. Me olvido del convenio tal, del pacto cual, de ¨¦ste y del otro proyecto y as¨ª. En efecto, lleva raz¨®n mi objetor. Pero estamos en el pa¨ªs del 'haremos' y uno acaba cansado de la misma murga. No afirmo que toda la murga est¨¦ proferida con la ¨²nica intenci¨®n de ganar adeptos. Rocinante corri¨® una vez 'como jam¨¢s prometieron los huesos de su cansada anatom¨ªa'. Cuando el se?or Aznar prometi¨® no hace mucho barrer la peque?a delincuencia de las calles, ni fue arrebato ni dijo mentira. Me lo susurra el instinto y la familiaridad unidireccional y a distancia con los modos del presidente del Gobierno. Pero incluso el pol¨ªtico m¨¢s contenido es a veces v¨ªctima del deseo ferviente. Si ¨¦ste se hincha gracias a una bater¨ªa de datos ros¨¢ceos, pringada est¨¢ la parrilla.
La delincuencia 'menor' no ser¨¢ barrida de las calles y la mayor seguir¨¢ en sus guaridas. No se pescan truchas a bragas enjutas; quiero decir que el delito a dosis altas es inherente a la organizaci¨®n social, pol¨ªtica y econ¨®mica. Afirmaci¨®n que no me convierte en un petardista antisistema, ni en un socialista ut¨®pico ni en un nost¨¢lgico de lo que nunca existi¨®. Junte usted a dos seres humanos, bajo cualquier sistema, y rece para que la paz perdure entre los mismos. Junte usted a tres y adem¨¢s de rezar p¨®ngales al lado a un probo guardia de la porra. (El pesimista las ve venir y se resigna, el optimista tropieza una y otra vez con las piedras del desenga?o). El sistema es un ariete que deja en ruinas o hace desaparecer todas las instituciones tradicionales; debilita o destruye lazos, jerarqu¨ªas, lealtades, v¨ªnculos emocionales, sentimientos patri¨®ticos, fraternidades y religiosidad y fe en el m¨¢s all¨¢, etc¨¦tera. Como tantas virtudes nunca han sido colectivamente sentidas y compartidas, la t¨¦cnica pudo crear el capital, el capital la democracia y la democracia el mercado erigido en rey y se?or. El mercado, con sus desigualdades, atiz¨® los cr¨ªmenes viejos y se invent¨® otros nuevos. De modo que tanta y, sobre todo, tan variopinta delincuencia es el tributo que pagamos por irnos a Canc¨²n o a Praga en verano. Pero eso es preferible a que pap¨¢ nos asigne marido o mujer. O a que uno se deje ver por la iglesia domingos y fiestas de guardar, so pena de perder el empleillo; amenaza que pes¨® sobre mis huesos (que no carnes) cuando apenas se hab¨ªan soldado.
Claro que inherente o no al sistema la delincuencia puede y debe ser combatida, de modo que no vaya m¨¢s all¨¢ de la ya tensada capacidad social de absorci¨®n. Si se va de las manos puede acabar devorando al mismo Estado, como en algunos Estados que lo son porque ellos lo dicen, pero que, en el mejor de los casos, est¨¢n en peligro de extinci¨®n, a pesar del patriotismo de sus paisanajes; que una cosa no quita la otra, por parad¨®jico que parezca.
De modo que a barrer sin m¨¢s tardanza. Pero no se barrer¨¢ si, para empezar, negamos la existencia de la basura, como en mal momento hizo el aspirante a la Generalitat Francisco Camps, de cuya voluntad de di¨¢logo y ganas de hacerlo bien esperamos m¨¢s. No es bueno decir que no existen mafias en Valencia cuando los cuerpos policiales apenas si pasa d¨ªa que no desbaraten una en el Estado; y nuestra porci¨®n de Estado destaca por su alto ¨ªndice de criminalidad. La droga y la prostituci¨®n esclava tienen en la CV asiento de acolchado terciopelo. Y tanto es as¨ª que, seg¨²n la Fiscal¨ªa General del Estado, Valencia lidera el aumento del delito en Espa?a: un 65% creci¨® entre el 2000 y el 2001. ?Sabremos nunca cu¨¢ntas mujeres tenemos aqu¨ª 'custodiadas' mal de su agrado? El mismo ministro del Interior, ?ngel Acebes, reconoci¨® en el Parlamento -respondiendo a la interpelaci¨®n de Joan Ignasi Pla- el incremento de la inseguridad ciudadana en la CV. Por cierto que atribuy¨® el fen¨®meno a las mafias, al referirse textualmente 'a la aparici¨®n de nuevas formas de criminalidad, esencialmente la criminalidad organizada que trafica y trata con seres humanos'. Lleva raz¨®n el ministro, aunque tom¨® el r¨¢bano por las hojas, el efecto por la causa. La mafia de la droga no crea el consumo y delitos emparentados; es la necesidad del consumo de este fruto prohibido lo que crea las mafias. Claro est¨¢, insistimos, que hay que combatirlas al tiempo que nos preparamos para los efectos secundarios de la victoria. Puede que, con suerte, nos topemos con la ley de los rendimientos decrecientes. Con todo, ser¨¢ necesario tener siempre en cuenta que el contrabando es mucho m¨¢s efecto que causa. Hag¨¢monos todos anarquistas pac¨ªficos y moriremos decentemente abrazados unos a otros, de pura hambre. Tambi¨¦n cabe que nos carguemos al profeta y volvamos a las andadas, por eso de que mal est¨¢ lo que bien termina.
Si en Madrid le robaron el coche oficial al ministro Trillo (y parece ser que tambi¨¦n al ministro Acebes, seg¨²n dijo Pla en el Parlamento sin que el se?or Acebes lo negara), aqu¨ª en Valencia, la ex delegada del Gobierno Carmen Mas fue objeto de dos hurtos y eso es decididamente sintom¨¢tico. Denuncia Pla que no hemos visto el refuerzo policial prometido por el entonces ministro del Interior Mariano Rajoy, y que hay pueblos de por aqu¨ª en que los alcaldes proveen de gasolina a la Guardia Civil. Agentes a pie no ganan carreras. El a?o pasado ten¨ªamos en la CV la incre¨ªble cantidad de 755. 339 causas abiertas (otro dato para mi comunicante), mientras es p¨²blico y notorio que multitud de v¨ªctimas ni siquiera se toman la molestia de denunciar, tal es la sensaci¨®n de futilidad. Pero se habla en la calle y se caldea el ambiente. Valencia no est¨¢ tranquila ni en casa y con las puertas blindadas.
Mientras tanto, el ministro Acebes le echa la culpa a Felipe Gonz¨¢lez, todav¨ªa; y as¨ª hubiera pasado un siglo. La 'herencia recibida' es un soniquete inextirpable. ?No ha habido tiempo de duplicar el n¨²mero de agentes? Para no discutir: lo ha habido y muy de sobra para modernizar los medios materiales necesarios contra una delincuencia mucho mejor armada que la polic¨ªa. Pero se?a de identidad del actual Gobierno es no reconocer jam¨¢s un error. Abiertamente y sin tapujos. Con lo bonito que ser¨ªa. La experiencia demuestra que el humilde 'Se?or, pequ¨¦', gana votos. H¨¢ganse los contritos y ver¨¢n caer dos p¨¢jaros de un tiro.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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