Un pensar que quema
SER?A INTERESANTE o¨ªr lo que hubiera dicho Arendt al ver sus cuadernos de notas publicados bajo el t¨ªtulo de Diario del pensar (Denktagebuch). Ella que tanto insisti¨® en el car¨¢cter procesual de la actividad del pensar, en esos pensamientos que llegan con el poder del rayo y que s¨®lo pueden ser expresados como lo 'pensado', a costa de interrumpir el pensar mismo. Y sin embargo estos cuadernos que acaban de ver la luz en Alemania merecen el t¨ªtulo que se les ha dado, a pesar de las susceptibilidades que pueda suscitar un diario del pensar. Lo que nos encontramos aqu¨ª, en forma de apuntes y disquisiciones, es con una reflexi¨®n intensa y viva que nos permite echar una ojeada a ese di¨¢logo tan personal, entre el yo y el yo mismo, en este caso el de Arendt, que es el pensar. En ellos se da testimonio de aquel af¨¢n por comprender, que Arendt en una entrevista de 1964 describi¨® como impulso fundamental de su propio trabajo. 'Escribir', afirmaba Arendt en la misma entrevista, 'es parte de ese proceso de comprensi¨®n'. Algo de este af¨¢n debi¨® de mover a Arendt a retomar en 1950 un cuaderno en el que apenas si hab¨ªa alguna que otra anotaci¨®n, alg¨²n que otro poema y a comenzar un d¨ªa de junio con unos apuntes de trabajo que la llevar¨ªan a utilizar 28 cuadernos de las mismas caracter¨ªsticas como taller de trabajo del que fueron surgiendo sus publicaciones filos¨®ficas.
En 1950, Arendt era una mujer de 46 a?os, residente en Nueva York desde 1941, ciudad en la que como otros tantos jud¨ªos encontr¨® refugio y una nueva vida. La mayor parte de su obra filos¨®fica estaba a¨²n por escribir, su Los or¨ªgenes del totalitarismo, a punto de ser publicado. ?Por qu¨¦ empezar a escribir un diario entonces? En marzo de 1950, Hannah Arendt regres¨® a Nueva York despu¨¦s de un viaje a Europa, el primero tras la Segunda Guerra Mundial. En ese viaje, Arendt volvi¨® a ver a sus dos mentores: a su admirado Karl Jaspers, que le devolvi¨® la sensaci¨®n de que el mundo a¨²n era habitable, y a Martin Heidegger, el amante, c¨®mplice del infierno que fue la Alemania nazi.
Que estos dos reencuentros influ-
yeron decisivamente en el regreso de Arendt al mundo del pensamiento, nos lo confirman las primeras p¨¢ginas de este diario tan particular que comienzan precisamente con una disquisici¨®n sobre el perd¨®n, la venganza, la reconciliaci¨®n y la radicalidad del mal. Son cuatro p¨¢ginas de esas que se encuentran con frecuencia en las obras de Arendt: queman a pesar del tono equilibrado en el que est¨¢n escritas. Patente queda lo que para Arendt signific¨® su vuelta a la filosof¨ªa. Con ese regreso, Arendt recorr¨ªa su pasado y cuestionaba el futuro en aquella pregunta que anot¨® en su cuaderno en abril de 1955: '?Por qu¨¦ es tan dif¨ªcil amar al mundo?'. Una pregunta que la empuj¨® a escribir unos a?os despu¨¦s su 'Amor mundi' que ver¨ªa la luz con el t¨ªtulo The Human Condition y que siempre tuvo presente en su trabajo te¨®rico. Los 23 cuadernos que Arendt utiliza en la d¨¦cada de los a?os cincuenta nos los revelan como los m¨¢s intensos en estudio. El ¨²ltimo comienza en 1971 con una breve anotaci¨®n de Arendt: 'Sin Heinrich'. Termina en 1973, dos a?os antes de su muerte.
En un momento en que el inter¨¦s por la obra de Hannah Arendt parece imparable, la publicaci¨®n de estos cuadernos de notas en esta cuidad¨ªsima edici¨®n puede convertirse en uno de los acontecimientos literarios del oto?o. Reci¨¦n publicado en alem¨¢n -la lengua en la que Arendt escribi¨® la mayor parte de las anotaciones aunque tambi¨¦n encontramos muchas citas en griego cl¨¢sico y algunos apuntes en ingl¨¦s-, a¨²n es pronto para valorar la repercusi¨®n que dicho diario va a tener en la percepci¨®n sobre Arendt. Sospecho que va a ser un documento imprescindible para completar la lectura de sus obras y me atrever¨ªa a afirmar que va a abrir nuevas perspectivas en la compresi¨®n de las mismas. Descubrimos con qu¨¦ detenimiento estudi¨® Arendt las obras de Plat¨®n y Hegel, se confirma el di¨¢logo te¨®rico tan intenso que mantiene con Heidegger, am¨¦n de con Kant y Jaspers, y se nos revela como una gran cr¨ªtica del estilo de vida americano, ella que p¨²blicamente tanto agradeci¨® a Estados Unidos su acogida. Estas p¨¢ginas dan asimismo testimonio de la importancia que tuvo el concepto de amor en el pensamiento de Arendt, un concepto que no recogi¨® con la misma intensidad en sus obras publicadas. El porqu¨¦ es algo que ya ha motivado las primeras discusiones. Ojal¨¢ que sea tambi¨¦n el amor por esta gran pensadora del siglo XX lo que sirva de aliciente para emprender la ingente tarea de traducir al castellano cuanto antes este diario.
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