La ventana perfecta
Del mismo modo que existe un nutrido grupo de fans incondicionales de John Irving, su compatriota Paul Theroux tambi¨¦n tiene los suyos. Desde un libro de viajes tan perspicaz y ameno como El Gran Bazar del ferrocarril (1975) hasta novelas que han pasado por el cine como La costa de los mosquitos (1981) y la inspirada Milroy el mago (1993), Theroux ha ido engrosando lectores mientras escrib¨ªa y publicaba a velocidad vertiginosa: m¨¢s de 35 libros en menos de tres d¨¦cadas. Theroux (Medford, Massachusetts, 1941) tiene poco que ver con otros novelistas de su misma generaci¨®n, como son el mismo Irving, Don Delillo o Phillip Roth. Las obsesiones de su novel¨ªstica no se detienen en la mirada al interior de la sociedad americana que caracterizan a Delillo y Roth, por ejemplo.
HOTEL HONOLUL?
Paul Theroux Traducci¨®n de Diego Friera y Mar¨ªa Jos¨¦ D¨ªez Seix Barral. Barcelona, 2002 538 p¨¢ginas. 21,50 euros
Hotel Honolul¨² es una prueba de esa ¨®ptica cosmopolita -de escritor que ha viajado y 'huido' mucho- que a menudo adopta Theroux para desplegar su mundo novel¨ªstico, una ¨®ptica a caballo entre Am¨¦rica y 'lo otro', sea lo otro Europa, ?frica o una sociedad fronteriza, isle?a, como es en este caso la hawaiana. Le interesa m¨¢s la universalidad de sus personajes, sus dilemas existenciales, que su filiaci¨®n emocional o el lastre de sus prejuicios. Quiz¨¢ por eso esta novela carece de argumento en un sentido cl¨¢sico y en cambio es un hervidero inagotable de personajes, de vidas ficticias y, sin embargo, muy plausibles, de lenguajes, de modos de re¨ªr y llorar. Theroux no ha olvidado aquel sabio consejo de Naipaul en Uganda de que jam¨¢s pretendiese 'contar una historia' a trav¨¦s de una novela, sino m¨¢s bien elaborar una 'narraci¨®n', el despliegue ordenado de un lenguaje. Y a lo largo de Hotel Honolul¨² nuestro autor va tom¨¢ndole las medidas a esa 'ventana perfecta' de Henry James, desde la que se ve la infinita variedad de la ficci¨®n y desde la que se escogen los movimientos y los paisajes que cada autor es capaz de ver o quiere ver y lo dem¨¢s se omite.
Aqu¨ª seguimos la voz de un
escritor que ha dejado de escribir y por eso acepta el empleo de director en un hotel de la playa m¨¢s famosa de Hawai. Creyendo que se aleja de su vida anterior, lo que de veras est¨¢ haciendo es volver poco a poco a casa. Su casa es la literatura y el hotel Honolul¨² el hogar ideal de todo novelista. All¨ª encontrar¨¢ de nuevo el sentido de su vida, que no es otro que el de escribir sin juzgar lo que ve y siente a trav¨¦s de su ventana. Al principio s¨®lo observar¨¢, conversar¨¢, seducir¨¢, tendr¨¢ una hija, se proteger¨¢ del sol, empezar¨¢ a aburrirse con la cadencia de las olas de Waikiki, pero llegar¨¢ un momento que todo eso habr¨¢ de convertirse en algo 'real', algo que pueda entenderse. Entonces se pondr¨¢ a escribir. Con inicios balbuceantes, pues vive entre personas que apenas hablan y cuando lo hacen chapurrean una lengua rudimentaria, el director de hotel arrancar¨¢ los primeros compases de una cr¨®nica, la cr¨®nica del hotel Honolul¨². Ese lugar y sus personajes existir¨¢n en tanto ¨¦l escriba (del mismo modo que Sherezade seguir¨¢ con vida mientras invente), pues para eso lo ha contratado en realidad su estrafalario due?o, Buddy Hamstra, para que haga de ¨¦l mismo un ser humano articulado, es decir, un personaje en el m¨¢s puro sentido dickensiano. Renunciando a la brillantez que rodeada a Milroy el mago, dejando de lado la sinceridad sobre las peque?as cosas propias que es lo mejor de su libro sobre el escritor de Trinidad
.Theroux hace aqu¨ª un ejerci
cio de humildad narrativa quede hecho encierra una profunda ambici¨®n. Porque su novela va m¨¢s all¨¢ de lo obvio, es decir, de la cr¨®nica estructurada en cap¨ªtulos breves y a veces et¨¦reos, mec¨¢nicos, -como si fueran episodios de las series Hawai 5-0 y Vacaciones en el mar-, del retrato exacto de las aves de paso y de los residentes en declive de un hotel decadente. Tiene otro alcance que el ya respetable del h¨¢bil tejido de relatos sobre personajes s¨®lidos, mestizos de una tierra perdida entre las costas de Jap¨®n y de California que sufre las plagas migratorias de los veraneantes. Y ese alcance es el de ser una par¨¢bola de la realidad como construcci¨®n erigida a base de hechos y emociones traducidos a un lenguaje, la escritura, que es esencialmente verdad en s¨ª mismo y no gracias al pr¨¦stamo de lo que representa. Puede que el hotel Honolul¨² est¨¦ s¨®lo en la cabeza de ese demiurgo hortera, Buddy, y que sea ¨¦l quien escriba por medio de su mu?eco, el narrador. Puede incluso que Madam Ma, la columnista que cuenta mentiras locales, no sea m¨¢s que un ejemplar raro de ese 'viajero del tiempo' que es Nevermann, el hombre que sigue el rastro de conocidos del pasado hasta saber c¨®mo han llegado a convertirse en lo miserables que son, un tema que puso de moda Proust. Ensayando un regreso a la 'realidad' despu¨¦s de tantos a?os de inventarse vidas, el escritor-director alcanza el dudoso coraz¨®n de la ficci¨®n (llena, en este caso, de sexo y muerte en las islas Hawai), all¨ª donde la verdad se construye mediante inestables castillos de palabras. Con esta novela, Theroux hace una incursi¨®n en la ventana perfecta y sale con vida, con m¨¢s vida que nunca, del trance.
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