?Esto se acaba!
En uno de sus n¨²meros de septiembre el semanario brit¨¢nico The Economist -conocido por sus escasas veleidades izquierdistas- al analizar la situaci¨®n espa?ola se preguntaba si la acumulaci¨®n de errores en que estaba cayendo el Gobierno espa?ol, -y como paradigma de todos ellos la boda de la hija de Aznar-, se deb¨ªa a que nos encontr¨¢bamos al final de una era. Y, en mi opini¨®n, lo importante, que lo es, no es tanto que los observadores internacionales se hayan percatado de que, quien, como Aznar, se propugna como l¨ªder de dimensi¨®n europea, tiene los pies de barro, como que alguien serio y responsable se haya dejado embaucar por la propaganda del PP y llegue a considerar que los gobiernos de Aznar han marcado una era.
Ese deseo de confundir lo que es simplemente el tiempo en el que se gobierna con un per¨ªodo dilatado de marcadas diferencias con cuanto le hab¨ªa precedido, calific¨¢ndolo como 'era', es muy propio, bien de gobernantes autoritarios, bien de quienes pretenden disimular su propia peque?ez con frases altisonantes. Tal vez m¨¢s por lo segundo que por lo primero -aunque no sea dif¨ªcil encontrar ciertos rasgos autoritarios en su car¨¢cter- Aznar gusta de se?alar que su Gobierno ha marcado una era. As¨ª resulta curioso encontrar entre los documentos de su gobierno frases de una aureola de trascendencia m¨¢s propia de iluminados que de correctos gestores de los asuntos p¨²blicos . Pero el uso y el abuso del t¨¦rmino 'era' pone de manifiesto dos cosas: en primer lugar el deseo de resaltar que su gobierno ha realizado actuaciones muy superiores a las del resto de las fuerzas pol¨ªticas y, en segundo t¨¦rmino, el ansia por diferenciarse de todo cuanto anteriormente se hab¨ªa hecho. Y, en definitiva, denota en quien lo utiliza un car¨¢cter visionario.
El deseo de diferenciarse del gobierno que le ha precedido ha sido una caracter¨ªstica de la actuaci¨®n pol¨ªtica de Aznar, sobre todo en aquellos campos en los que la labor de su predecesor era m¨¢s destacada. Y ello resulta ins¨®lito en un gobernante democr¨¢tico, que debe asumir, para lo bueno y para lo malo, la labor de quienes le han precedido en el Gobierno. Naturalmente que su pol¨ªtica es diferente de la que hubiera llevado a cabo un Gobierno socialista, ? faltar¨ªa mas! Al fin y al cabo es la derecha la que afirma que no existen diferencias entre derecha e izquierda. Pero esas diferencias no implican la negaci¨®n de la continuidad de la acci¨®n de Gobierno, aunque quiera ser negado por quien, haciendo uso de un cesarismo fuera de lo com¨²n, muestra un desaforado empe?o en diferenciar su acci¨®n de gobierno de todo cuanto le ha precedido.
El caso es que, m¨¢s all¨¢ de las consideraciones y manifestaciones propias del autobombo, siempre tan presentes en el campo del PP, el periodo de Gobierno de Aznar ser¨¢ juzgado por sus resultados y en ese campo los an¨¢lisis empiezan a ser preocupantes. Con independencia de an¨¦cdotas -como la de la boda-, del autoritarismo de algunas de sus decisiones, y de la manipulaci¨®n de los medios p¨²blicos de comunicaci¨®n a su servicio, hay que analizar el momento en el que nos encontramos, que empieza a mostrar inequ¨ªvocas se?ales de agotamiento y de 'fin de reinado'.
Ve¨¢mos. En el campo econ¨®mico, tras los ¨¦xitos iniciales, ahora ha llegado la ¨¦poca de las vacas flacas. Y a diferencia de lo que ocurr¨ªa entonces, cuando todos los responsables econ¨®micos -Aznar y Rato a la cabeza- pugnaban por apuntarse al ¨¦xito, ahora resulta que la culpa es de los dem¨¢s: la crisis internacional, los signos de debilidad de la econom¨ªa alemana... Con raz¨®n hay quien afirma que la victoria tiene mil padres, mientras que la derrota es hija de padres desconocidos. El caso es que algunos de los datos son muy preocupantes. Por primera vez en muchos a?os la cifra de exportaciones est¨¢ bajando, y el diferencial de inflaci¨®n con la zona euro, no s¨®lo no disminuye, sino que muestra una tendencia que ya empieza a resultar preocupante para nuestra econom¨ªa. En unas recientes declaraciones, Romano Prodi se?alaba algo que resulta evidente. En la zona euro no resulta preocupante que un pa¨ªs tenga una inflaci¨®n superior a los otros durante un a?o, pero si ese diferencial se prolonga en el tiempo, la econom¨ªa del pa¨ªs que tenga una inflaci¨®n superior a la media, quedar¨¢ muy da?ada. En el campo econ¨®mico no se puede ocultar que las actuales horas bajas son consecuencia de la crisis internacional, pero en el caso espa?ol estan agravadas por errores del Gobierno, tales como una liberalizaci¨®n sin competencia, la consolidaci¨®n de los oligopolios o la adopci¨®n de medidas a corto plazo, sacrificando las reformas estructurales en favor de las medidas de cara a la galer¨ªa. Y no se diga que estamos creciendo m¨¢s que los pa¨ªses de nuestro entorno, porque la raz¨®n de ese mayor crecimiento se encuentra simplemente en el sector de la construcci¨®n. Y, ?ay del d¨ªa en que se pinche la burbuja inmobiliaria!
En el campo de la pol¨ªtica interior, y por hacer referencia solamente al tema preferido del Gobierno, esto es, la cuesti¨®n vasca, las cosas hace muchos a?os que no est¨¢n tan tensas como en la actualidad. No oculto que la responsabilidad corresponde a quienes utilizan la violencia para conseguir sus fines, y en quienes la justifican o amparan con propuestas tan descabelladas como las del Plan Ibarretxe, pero esa responsabilidad no puede obviar la del Gobierno, cuyo papel debe consistir en desactivar los problemas en lugar de agudizarlos, m¨¢xime si se hace para obtener r¨¦ditos electorales.
Finalmente, en el campo de la pol¨ªtica exterior, tambi¨¦n se ha impuesto la estrategia de agudizar las tensiones. Sin necesidad de hablar de las relaciones con los Estados Unidos, caracterizadas por un seguidismo acr¨ªtico en momentos en los que la pol¨ªtica americana acent¨²a sus rasgos belicistas, o de la pol¨ªtica europea, en la que s¨®lo la actual mediocridad y cortedad de miras permite el lucimiento de Aznar; lo cierto es que el aumento de las tensiones con Marruecos, cuyas relaciones deben constituir una prioridad de nuestra acci¨®n exterior, es reflejo de las caracter¨ªsticas de la acci¨®n de quienes nos gobiernan, es decir la falta de flexibilidad y la estrategia de la tensi¨®n.
Si estamos de acuerdo que gobernar consiste en solucionar los problemas de los ciudadanos, sin someterlos a tensiones necesarias; si creemos que la acci¨®n de gobierno exige la combinaci¨®n de posturas de firmeza y de flexibilidad; si creemos que una estrategia que tensione, puede acarrear votos en el corto plazo, pero a cambio de hipotecar el futuro y la convivencia; en definitiva, si estamos de acuerdo que cualquier gobierno debe preocuparse de preparar el futuro en lugar de gestionar el d¨ªa a d¨ªa simplemente para salir del paso; si estamos de acuerdo con todo ello, forzosamente llegaremos a la conclusi¨®n de que pronto respiraremos con alivio porque va a terminar el periodo de gobierno de Aznar y del PP. Aunque los resultados negativos de sus pr¨¢cticas los sufriremos por largo tiempo.
Luis Berenguer es eurodiputado socialista.
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