Cincuenta horas de angustia
Comen chocolatinas y beben agua, defecan en el foso de la orquesta y no pueden dormir
Los m¨¢s de 700 rehenes que se encuentran en manos de los secuestradores chechenos han sobrevivido a tres largas noches y dos d¨ªas de miedo, angustia, verg¨¹enza, hambre e incomodidades. Los espectadores que fueron al teatro a ver un hermoso cuento se han convertido en protagonistas de una horrible pesadilla. En las m¨¢s de 50 horas transcurridas desde que los guerrilleros irrumpieron en el teatro moscovita, los rehenes no han tenido una comida decente y se han visto obligados a usar el foso de la orquesta como letrina. Hay varios enfermos, aunque ayer tuvieron acceso a medicinas.
Los secuestradores se negaron el jueves a recibir las raciones que hab¨ªan llevado al edificio las autoridades capitalinas. La explicaci¨®n es sencill¨ªsima. Como dijo un guerrillero: 'Nosotros no comemos; tambi¨¦n ellos pueden aguantar'. Aunque el ayuno no era completo: comen algunas chocolatinas procedentes de la cafeter¨ªa del teatro, que de cuando en cuando reparten los secuestradores, y tambi¨¦n les dan agua.
Los rehenes pudieron ayer comer y beber algo gracias al director del Centro de Medicina para Cat¨¢strofes, Leonid Roshal, y de Anna Politk¨®vskaya, una periodista famosa por sus denuncias de los abusos militares en Chechenia. Los guerrilleros chechenos dieron su consentimiento a la llegada de agua y comida, pero no permitieron que el abastecimiento se produjera en un veh¨ªculo que aparcara junto a la puerta principal del teatro. Politk¨®vskaya tuvo que trasladar ella misma en una carretilla comida, agua y zumos para los rehenes.
Hacer ciertas necesidades ha resultado complicado y avergonzante. Una reh¨¦n cont¨®, despu¨¦s de lograr salir del edificio, que para ir al ba?o hab¨ªa que pedir a un secuestrador que hiciera de acompa?ante. Y cuando no lo consegu¨ªa, hab¨ªa que buscar otras soluciones. As¨ª, en varias ocasiones ella y otras personas tuvieron que usar el foso de la orquesta como letrina, seg¨²n contaron los rehenes desde dentro.
Conciliar el sue?o tampoco ha sido f¨¢cil. Con la noche aumenta el miedo: las fuerzas policiales generalmente se lanzan al asalto, abrigados por la oscuridad o en la madrugada. Las butacas tampoco son muy c¨®modas para dormir y los explosivos que los rehenes ven por todas partes, incluso amarrados a alguno de ellos, ponen los pelos de punta a cualquiera.
Mucha gente padece de problemas de estr¨¦s, de presi¨®n arterial y del coraz¨®n, seg¨²n coment¨® Leonid Roshal, jefe del Centro de Medicina de las Cat¨¢strofes. Este m¨¦dico, que pas¨® ayer m¨¢s de tres horas en el interior del teatro, opina que las cosas podr¨ªan ser mucho peores. No hay heridos, a excepci¨®n de un joven que tiene una herida en el hombro causada por un trozo de vidrio. Entre la veintena de menores que todav¨ªa hay en el teatro, uno sufre de epilepsia, otro tiene pulmon¨ªa y un tercero bronquitis y fiebre. Tambi¨¦n hay personas con enfermedades cr¨®nicas. Afortunadamente, los guerrilleros permitieron ayer la entrada de medicinas.
Los secuestradores en general se comportan con calma, mantienen la disciplina, no golpean a los rehenes ni les amenazan. Por lo visto, las amenazas de ejecuciones no son personalizadas -aunque no por ello son menos reales- y las realizan al transmitir sus exigencias a los negociadores.
El cantante I¨®sif Kobz¨®n, que el jueves entr¨® dos veces en el edificio minado, declar¨® que, a pesar de todo, 'no hay desesperaci¨®n ni p¨¢nico entre los rehenes'. Esto lo confirm¨® ayer una de las rehenes liberadas al asegurar que psicol¨®gicamente la gente est¨¢ resistiendo bien a pesar de todas las tensiones. Pero cualquier resistencia tiene un l¨ªmite, sobre todo cuando, seg¨²n los rumores que corren en el interior del edificio, los secuestradores hab¨ªan amenazado con comenzar las ejecuciones a primera hora de la ma?ana de hoy.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.