Sindicalismo ¨²til
Una de las aficiones predilectas de los posmodernos es negarle futuro al sindicalismo, como una prueba m¨¢s de la desaparici¨®n del conflicto social. Afortunadamente esa manera de teorizar el fin de la historia no responde a la realidad y Comisiones Obreras puede aportar un reciente balance de la actualidad y utilidad del sindicalismo en nuestro pa¨ªs. En los ¨²ltimos a?os hemos contribuido con acuerdos a garantizar el futuro econ¨®mico de la seguridad social p¨²blica, modernizando el concepto de jubilaci¨®n y haci¨¦ndola m¨¢s flexible para trabajadores y empresas, al tiempo que garantizamos el poder adquisitivo de las pensiones frente a la inflaci¨®n desbocada y la mejora de las pensiones m¨¢s bajas. Ello en un contexto en que los sistemas privados est¨¢n pasando por apuros en todo el mundo. Ha sido esta apuesta decidida de CC OO por la negociaci¨®n la que nos ha dado mucha autoridad para ir a la huelga general contra el decretazo. El ¨¦xito de la movilizaci¨®n desmiente a quienes teorizan sobre la inutilidad de la huelga. Esta combinaci¨®n oportuna y equilibrada de negociaci¨®n, presi¨®n y acuerdos conforman el ADN del sindicalismo.
La faceta m¨¢s importante y ¨²til, aunque la menos conocida, del sindicalismo es la que protagonizan diariamente en los centros de trabajo miles y miles de sindicalistas. Y ah¨ª esta la clave del crecimiento en afiliaci¨®n y representatividad vivido en los ¨²ltimos a?os. La presencia en feudos tradicionales del sindicalismo y cada vez m¨¢s en las nuevas industrias y en el sector de servicios, que poco a poco llega a las pymes, es la que explica el papel activo que estamos jugando en la modernizaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs. Los impresionantes cambios tecnol¨®gicos, econ¨®micos, sociales que vivimos nos han llevado a adoptar estrategias para participar activamente en el gobierno de estos cambios y sus consecuencias. Implicarse en los cambios para aportar alternativas no significa integrarse acr¨ªticamente en las ideas ramplonas del pensamiento ¨²nico, entre las que destaca la obsesi¨®n ultraliberal por la desregulaci¨®n, la desaparici¨®n del estado social, la privatizaci¨®n de servicios p¨²blicos y un modelo de competitividad construido sobre la base de externalizar riesgos y costes a otras empresas peor situadas, a los trabajadores y a la propia sociedad, en forma de subcontrataci¨®n en cadena, inestabilidad laboral, precariedad social o impactos medioambientales. No niego que en ocasiones la necesidad de defender derechos existentes pueda llevarnos a posiciones conservadoras, aunque no m¨¢s que la de otros agentes sociales y econ¨®micos. Y afirmo que en general hoy el comportamiento sindical act¨²a como aliciente y acicate a la modernizaci¨®n econ¨®mica y la eficiencia social. As¨ª, cuando presionamos para mejorar condiciones de trabajo y salarios, adem¨¢s de luchar por un mejor reparto de la riqueza que generamos, contribuimos a hacer m¨¢s eficientes las empresas, porque les estamos obligando a cambiar sus estrategias competitivas de bajos salarios por la de inversiones de capital, innovaci¨®n tecnol¨®gica, mejoras en el comportamiento ambiental. Y esto tiene m¨¢s futuro que la precariedad y los bajos salarios.
Nuestra acci¨®n sindical en los centros de trabajo va acompa?ada de un proyecto social alternativo para la sociedad, en la que las prestaciones sociales, lejos de ser una r¨¦mora para el desarrollo, se convierten en un incentivo, en forma de mejor educaci¨®n para toda la poblaci¨®n; m¨¢s formaci¨®n continuada para los trabajadores; servicios comunitarios para compatibilizar vida personal y laboral; atenci¨®n a las personas dependientes; pol¨ªticas para la nueva pobreza, y una estrategia hacia la inmigraci¨®n que reconozca el conflicto social que generan las profundas desigualdades y se construya sobre los derechos de ciudadan¨ªa de todas las personas que viven y trabajan en un pa¨ªs y no en falsos conflictos interculturales. Debo reconocer que la globalizaci¨®n nos ha tra¨ªdo retos muy complejos. Como reconocer la realidad sin instalarse acr¨ªticamente en ella. Como superar el espacio natural del sindicalismo industrialista que es el Estado-naci¨®n para apostar por una acci¨®n sindical europea. Como evitar los efectos perversos que comporta la p¨¦rdida de centralidad del conflicto social en beneficio de conflicto entre naciones, regiones, colectividades y ahora culturas, especialmente despu¨¦s de comprobar c¨®mo el debate pol¨ªtico y su expresi¨®n medi¨¢tica han sucumbido a esta tentaci¨®n. Como crear un v¨ªnculo estable y general entre todos los trabajadores/ras en un momento en que la clase obrera con una fuerte homogeneidad de condiciones de trabajo y vida y una potente identidad ha dado paso a un conjunto de personas con intereses comunes, pero al mismo tiempo una gran diversidad, de g¨¦nero, de edad, de origen. En eso estamos con la voluntad de siempre, transformar la sociedad.
Joan Coscubiela es secretario general de CC OO de Catalunya.
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