El caos del puente a¨¦reo
Los retrasos y la relaci¨®n calidad-precio del viaje a Madrid han multiplicado el descontento entre los cerca de 47.000 usuarios semanales de Iberia que esperan sustituir el servicio por el AVE
Los usuarios del puente a¨¦reo de Iberia est¨¢n cada vez m¨¢s descontentos. Los retrasos est¨¢n a la orden del d¨ªa. Cuando no es el tr¨¢fico a¨¦reo, es el mal tiempo, y cuando no, una huelga, una aver¨ªa en un finger, problemas t¨¦cnicos o todo ello a la vez. Con 47.000 pasajeros semanales, el puente a¨¦reo es un producto que en teor¨ªa ofrece rapidez y comodidad a cambio de un elevado precio, unos 264 euros ida y vuelta. Pero ¨²ltimamente, seg¨²n cuentan diversos usuarios, volar entre Barcelona y Madrid o viceversa se ha convertido en un v¨ªa crucis que consiste, b¨¢sicamente, en esperar m¨¢s de lo razonable.
Las esperas son, con mucho, lo que m¨¢s fastidia a los viajeros. Esperar en las terminales antes de embarcar, esperar en el avi¨®n antes de despegar, esperar para salir de ¨¦l cuando ya se ha aterrizado. Ante el desconcierto que eso produce, muchos usuarios tienen una certeza: cuando se ponga en marcha el AVE prescindir¨¢n del viaje a¨¦reo.
Nadie sabe por qu¨¦, hay temporadas en las que el puente a¨¦reo de Iberia funciona como una seda hasta que, misteriosamente, comienza a ir mal. Esto es precisamente lo que sucede en la actualidad. 'Desde la vuelta del verano el servicio se est¨¢ deteriorando y no levantamos cabeza', lamenta Fernando G¨®mez, abogado y usuario semanal del puente, con cara de resignaci¨®n y la tarjeta de embarque asomando por el bolsillo del traje en el aeropuerto de El Prat. El precio: 'Indecente'. 'Hay retrasos notables y el servicio empeora, tanto en Barcelona como en Madrid', a?ade.
Es la palabra de unos contra la de otros, porque Iberia asegura que la puntualidad media est¨¢ en torno al 90% y que, 'salvo casos y d¨ªas muy concretos el grado de satisfacci¨®n es alto y las quejas muy reducidas y ajenas al propio puente a¨¦reo y su organizaci¨®n'.
Los usuarios consultados, al igual que Fernando G¨®mez, tienen muy claro por qu¨¦ nadie se queja: 'En primer lugar porque la mayor¨ªa de la gente no paga el billete, lo pagan las empresas, si lo pag¨¢ramos nosotros esto no ocurrir¨ªa. Y en segundo lugar, porque piensas que protestar es in¨²til'.
Acusaciones mutuas
La cuesti¨®n es que las causas de los retrasos son otro enigma en el que no faltan acusaciones mutuas entre los agentes implicados en el servicio: la propia compa?¨ªa, el aeropuerto, los sindicatos y los sufridos pasajeros. Algunas de las causas que los cuatro colectivos citados apuntan son: la densidad del tr¨¢fico a¨¦reo, que origina demoras en la salida; el hecho de que Iberia suspenda vuelos para acumular pasajeros en el siguiente avi¨®n; la no utilizaci¨®n en muchos casos de los fingers para embarcar directamente de la terminal al avi¨®n, lo cual comporta que los pasajeros tengan que desplazarse en los autocares conocidos popularmente como jardineras; la falta de personal en tierra; la falta del mantenimiento adecuado, que supone que se produzcan frecuentes aver¨ªas de los aparatos; las huelgas encubiertas de controladores, y, en las ¨²ltimas semanas, el mal tiempo.
Un portavoz de Iberia explica que 'la causa que m¨¢s influye en la puntualidad es la densidad del tr¨¢fico a¨¦reo, que ocasiona demoras en la adjudicaci¨®n de la hora de despegue, y la poca capacidad del aeropuerto de Barcelona'. Sin embargo, un empleado del puente a¨¦reo de El Prat admite que la compa?¨ªa acostumbra a embarcar a los pasajeros aunque falte una hora para despegar. Esta es una de las razones por las que puede llegar a transcurrir una hora desde que todo el mundo est¨¢ con el cintur¨®n abrochado hasta la salida real. Igual ocurre todos los mediod¨ªas en Barajas, cuando coincide la salida de un puente con uno de los jumbos que realizan vuelos transoce¨¢nicos: hay que esperar, pues estos grandes aparatos tienen prioridad para despegar sobre todos los dem¨¢s. En estos casos, el trayecto no dura 50 minutos, sino dos horas.
Sobre la falta de capacidad del aeropuerto de Barcelona, es cierto que las instalaciones soportan un gran tr¨¢fico para su capacidad, pero tambi¨¦n lo es que Iberia tiene un m¨®dulo entero contratado en exclusiva. Los seis fingers de este m¨®dulo, explica el mismo empleado, ser¨ªan suficientes para el embarque del puente a¨¦reo, pero a menudo est¨¢n ocupados por otras aeronaves que llevan retraso.
Este empleado critica la actitud de AENA de no informar a los pasajeros sobre la causa de los retrasos. Explica, por ejemplo, que el pasado d¨ªa 9, cuando el aeropuerto permaneci¨® cerrado a causa de la inundaci¨®n en el centro de control, los responsables no lo reconocieron. 'Hab¨ªa 1.200 ejecutivos en la terminal del puente sin ni siquiera servicio de bar'.
En cuanto a la suspensi¨®n de un vuelo para acumular los pasajeros en el siguiente, situaci¨®n que los usuarios aseguran haber vivido, la compa?¨ªa la niega y responde que una de las bazas del puente es precisamente la frecuencia de vuelos, unos 30 por d¨ªa y trayecto, de lunes a viernes.
La falta de personal y la mala gesti¨®n del aeropuerto por parte de AENA -que declina por sistema cualquier responsabilidad y remite 'a la compa?¨ªa'- son esgrimidas por los sindicatos como causas del mal funcionamiento del servicio. Omar Minguill¨®n, de UGT, afirma que en Barcelona hay la mitad de personal destinado al puente a¨¦reo que en Madrid, raz¨®n que revierte en el trato a los pasajeros. 'Incluso los propios comandantes se quejan de que el trato es peor en El Prat'. Otra de las causas que influye en los retrasos es, seg¨²n ¨¦l, 'que la periodicidad de los vuelos es demasiado breve para realizar a tiempo las tareas de gesti¨®n de equipaje, mantenimiento y repostaje de combustible'.
Minguill¨®n coincide con los pasajeros en asegurar que 'cuando hay pocas tarjetas de embarque para un vuelo, se cancela y se traslada a los pasajeros al siguiente'. Un pasajero explicaba la semana pasada que regresar de Madrid le cost¨® m¨¢s de cinco horas. 'Cancelaron el vuelo de las 20.30, nos dieron tarjeta para el siguiente, pero sali¨® sin que lo anunciaran por megafon¨ªa. Total, llegamos a casa a las dos de la madrugada'. Todas estas causas, juntas o por separado, est¨¢n acabando con la paciencia de los pasajeros del puente a¨¦reo, pero se resignan 'porque, de momento, no hay alternativa'.
El segundo semestre de este a?o, Iberia obtuvo unos beneficios de explotaci¨®n de 111 millones de euros. Los ingresos por pasaje ascendieron a 952 millones de euros. El 15,6% de ¨¦stos procede del puente a¨¦reo.
Un mundo aparte y madrugador
Caras de sue?o y de poca alegr¨ªa, muchos se?ores con traje y corbata, pocas se?oras, maletines, conversaciones en voz baja y cigarrillos encendidos. Este es el ambiente que se respira cada d¨ªa entre las 6.30 y las 8.30 horas en la terminal del puente a¨¦reo de Barcelona. Formando una hilera ordenada, fijan la vista en el mismo punto: las tres pantallas situadas detr¨¢s de los mostradores de embarque. Todos quieren entrar en el primer vuelo. Si se llena, volar¨¢n con el siguiente. No lo sabr¨¢n hasta que lleguen al mostrador. Ah¨ª les dar¨¢n una tarjeta de embarque plastificada y de color. Un color, un vuelo. Ya en la sala de espera, vuelven a formar cola porque en el puente a¨¦reo, el primero que entra en el avi¨®n elige asiento. Los primeros se sientan al lado de las ventanas y los pasillos. Los asientos centrales son los ¨²ltimos en ocuparse. El mismo ego¨ªsmo lleva a algunos avispados a coger hasta tres peri¨®dicos distintos a la entrada del finger. Si los ¨²ltimos se quedan sin diario, 'yo no he sido'. Dentro, unos echan una cabezadita, otros leen el peri¨®dico y algunos repasan papeles. Pero en realidad, nadie despierta del todo hasta el dong que indica que el avi¨®n est¨¢ parado. Parece incre¨ªble, pero en pocos segundos, comienzan a sonar m¨®viles: 'Ya estoy en Madrid'. Y contin¨²an sonando por los pasillos y en la descomunal cola que se forma en la parada de taxis de Barajas.
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