A hombros de un aniversario
Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero ha querido que coincidiera la presentaci¨®n oficial de su candidatura a la presidencia del Gobierno con la conmemoraci¨®n del aniversario de la primera victoria electoral del PSOE. El mismo secretario general que en el discurso al Congreso que le eligi¨® no tuvo ning¨²n reparo en matar al padre -si se permite la coloquial expresi¨®n de ra¨ªz freudiana- para afirmar la imprescindible renovaci¨®n del partido socialista, sit¨²a ahora a su candidatura en l¨ªnea de continuidad con el largo periodo de gobierno socialista, que comenz¨® en 1982, como fue evidente ayer en el euf¨®rico acto madrile?o de Vistalegre. En pol¨ªtica, cada paso tiene su momento oportuno, y en el proceso de construcci¨®n del carisma de Zapatero se ha impuesto entre los socialistas el mito de su especial sentido de los tiempos pol¨ªticos.
Zapatero lleg¨® a la secretar¨ªa general con la ineludible responsabilidad de cohesionar el partido y de llevar a cabo una profunda renovaci¨®n de personas y de ideas. Eran condiciones previas e indispensables para ser alternativa real al Gobierno del Partido Popular. Dos a?os despu¨¦s, el PSOE presenta mucho mejor aspecto, el secretario general ha conseguido imponer su autoridad y hoy nadie discute su liderazgo. El proceso de renovaci¨®n generacional del partido se ha estabilizado en los ¨²ltimos tiempos e incluso parece haber menguado la obsesi¨®n contra cualquier persona mayor de cincuenta a?os que de un modo un poco ingenuo desplegaron inicialmente los nuevos dirigentes socialistas. Queda el cap¨ªtulo de la renovaci¨®n ideol¨®gica. Habr¨¢ que esperar a que el goteo de iniciativas m¨¢s o menos sueltas cuaje en forma de f¨¦rtil lluvia fina. De momento, Zapatero sigue marcando puntos con su sobriedad y su buen estilo frente a la arrogancia de un Aznar encumbrado por la mayor¨ªa absoluta.
Dssde un PSOE que recupera su din¨¢mica y se reconcilia con su propia historia, claroscuros incluidos -'hemos aprendido la lecci¨®n', se?al¨® ayer-, Zapatero tiene la plataforma adecuada para afrontar las numerosas citas electorales de los pr¨®ximos dos a?os. En su discurso ante miles de sus simpatizantes, el jefe de la oposici¨®n esboz¨® algunas propuestas que deber¨¢n ser perfiladas en un programa concreto. Habl¨® de un nuevo impulso para combatir el 'envejecimiento' pol¨ªtico y la grisura acarreados por el PP, y de 'un pa¨ªs de todos y para todos' -con menci¨®n a los derechos de discapacitados, homosexuales o inmigrantes-, con mayores libertades ciudadanas y menos poder para quienes tienen demasiado. Ideas, en definitiva, sobre una sociedad m¨¢s equitativa, m¨¢s abierta y m¨¢s solidaria frente a una derecha que con la mayor¨ªa absoluta se radicaliz¨® hacia su programa de m¨¢ximos y ahora busca recuperar la imagen de centro perdida.
Con buen sentido del tiempo pol¨ªtico, Zapatero ha generado una gran oportunidad de tallarse una imagen diferenciada de hombre de Estado, frente a un Gobierno que en pol¨ªtica internacional aparece como un subalterno de Bush y que en el terreno dom¨¦stico instrumentaliza el consenso para legitimar posiciones cada vez m¨¢s conservadoras. Para marcar las diferencias que conduzcan a ese pa¨ªs 'ingenioso e hidalgo' dispone de dos a?os.
Al situarse en la continuidad hist¨®rica socialista, el l¨ªder del PSOE ha reivindicado los aspectos positivos de los gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez, que son ahora m¨¢s visibles ante la altivez de Aznar y la patrimonializaci¨®n de la democracia por parte del PP, pese a los evidentes errores que se cometieron. El aspirante socialista deber¨¢ aprender tambi¨¦n de la parte negativa del balance, como se?al¨® ¨¦l mismo ayer en Madrid. Para que cuando llegue a gobernar sea capaz de mantener las promesas de regeneraci¨®n democr¨¢tica que ni Felipe Gonz¨¢lez en el 93 ni Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar en el 96 llevaron a cabo.
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