Luppi, Alterio y Pepe Soriano bordan un precioso 'western'
Saura presenta 'Salom¨¦', su nuevo musical flamenco.
El ¨²ltimo tren engancha desde que arranca. Seduce y crea r¨¢pidamente comodidad y complicidad, y tensa pronto el hilo de la emoci¨®n sin soltarlo ni un instante hasta que la pantalla se oscurece tras la emocionante secuencia final. Es este admirable filme uruguayo una obra tocada de gracia y esplendorosamente interpretada por tres superdotados actores, Federico Luppi, H¨¦ctor Alterio y Pepe Soriano, que sueltan la melena de su ingenio y se las arreglan para embaucar y cautivar con un exquisito engarce rec¨ªproco de sus talentos y sus registros expresivos, lo que conduce a uno de los m¨¢s generosos y abiertos tri¨¢ngulos interpretativos que se han visto ¨²ltimamente en el cine del mundo.
'El ¨²ltimo tren', del uruguayo Diego Arsuaga, engancha desde que arranca
Dirige esta peque?a, preciosa e inmensa pel¨ªcula Diego Arsuaga, un uruguayo curtido en varios oficios cinematogr¨¢ficos, aunque casi un debutante en el territorio de la direcci¨®n. Pero el olfato y la pericia asoman con tanta fuerza en su trabajo dentro de El ¨²ltimo tren que bien podr¨ªan hacerlo pasar como un despliegue de eficacia propia de la veteran¨ªa. La formidable agilidad de los encadenamientos; las conquistas r¨ªtmicas que dejan ver las vertiginosas aceleraciones y los delicados frenazos de la secuencia; la exactitud y el buen engarce interior de los juegos de encuadres; las precisas definiciones visuales de las peculiaridades de cada uno de los tres personajes dominantes en el largo reparto; todo esto y otras rotundas virtudes de buen oficio hacen que de la pantalla de El ¨²ltimo tren emane una muy agradable y viva impresi¨®n de maestr¨ªa, de dominio del discurso.
Hay una doble, e incluso a ratos una triple, pel¨ªcula interior que se mueve en estado de total transparencia dentro de las zonas ocultas de este maravilloso western subversivo, cuya sensaci¨®n de absoluta solvencia arranca del buen acabamiento que se percibe en la escritura de fondo, un gui¨®n del propio Arsuaga y de Beda Docampo y Fernando Le¨®n, que est¨¢ dialogado con tinta destilada de celuloide puro, sin ecos ni oquedades literarias, mantenido en pie por un armaz¨®n con pinta de f¨¦rreo, pero en realidad el¨¢stico y abierto por igual a la epopeya y a la comedia, a la buena l¨¢grima y a la sonrisa, a la severidad del compromiso pol¨ªtico y a la ligereza de la gracia.
Entra en lo irrepetible, en roce con lo genial, lo que Federico Luppi, H¨¦ctor Alterio y Pepe Soriano dibujan y combinan en esta su amistosa aventura de buenos ladrones de la ¨²ltima locomotora de los ferrocarriles uruguayos, un viejo caballo de hierro que Hollywood quiere comprar para seguir haciendo sus propios westerns, pero del que ellos se adue?an para hacer su propio aventura del Oeste sobre las v¨ªas f¨¦rreas abandonadas de Uruguay. Hay verdad y emoci¨®n a raudales en este hermoso ¨²ltimo tren secuestrado y conducido por tres viejos resistentes de la lucha por la libertad en tiempos de venta y de servidumbre.
Y qued¨® atr¨¢s un nuevo ejercicio de pantalla musical de Carlos Saura. Se trata de su filmaci¨®n del ballet Salom¨¦, de Aida G¨®mez, una pieza teatral y musical magn¨ªfica, de extraordinaria audacia y belleza, a la que Carlos Saura aplica meticulosamente su bien dominada y conocida f¨®rmula para este tipo de filmaciones, que naci¨® y se desarroll¨®, hasta formar casi un peque?o g¨¦nero individual, en su bella y mundialmente c¨¦lebre tacada de pel¨ªculas musicales, desde Carmen, en 1983, a Tango, en 1998, pasando por El amor brujo (1985), Sevillanas (1992) y Flamenco (1995).
Es Salom¨¦ una pel¨ªcula aceptable, primorosamente rodada y llena de im¨¢genes potentes, pero que flaquea en lo que su forma tiene de ca¨ªda en la f¨®rmula. Saura repite, reitera su manera ya hecha de filmar este tipo de espect¨¢culos, sin que se tenga esta vez la sensaci¨®n de que esa filmaci¨®n procede del interior de la escena, sino que por el contrario parece impuesta a la escena desde fuera de ella. Y esto arrastra inevitablemente una sensaci¨®n de dominio de la mec¨¢nica sobre la inspiraci¨®n, de la t¨¦cnica sobre la poes¨ªa.
Y pas¨® a la trastienda de la memoria, al rinc¨®n oscuro de los olvidos, la demasiado fiel adaptaci¨®n que los c¨¦lebres hermanos Paolo y Vittorio Taviani han hecho de la legendaria novela de Le¨®n Tolst¨®i Resurrecci¨®n. Se ve bien la primera parte de las tres horas largas de este mamotreto televisivo, que ha sido trasladado demasiado apresuradamente a la pantalla grande, que parece as¨ª encogida por una actitud en exceso reverencial de los guionistas y directores respecto del orden y la duraci¨®n de los sucesos novelados, lo que da lugar a una pel¨ªcula desmedida, que no pasa de ser una simple ilustraci¨®n f¨ªlmica de la novela original y no una transformaci¨®n de ¨¦sta en verdadero cine. El traslado integral de novelas a la pantalla tiene sentido en las series por cap¨ªtulos para la televisi¨®n, pero antes de convertir a estas series en pel¨ªculas propiamente dichas conviene medir con mucho cuidado los problemas de duraci¨®n y de orden secuencial, porque de lo contrario se corre el riesgo de estar haciendo pasar por cine a algo que no lo es en absoluto. Y no se entiende que una falsificaci¨®n de esta especie venga a competir a los festivales internacionales de cine.
Babelia
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