Historia y hondura humana
All¨¢ por el final de los a?os sesenta se public¨® un libro (Al dejar el fusil) en que se narraba la vida de un simple soldado durante la guerra civil. Muchos a?os despu¨¦s, Ronald Fraser recogi¨® en Recu¨¦rdalo t¨² y recu¨¦rdalo a otros los testimonios orales de espa?oles -importantes o no- que hab¨ªan vivido la experiencia b¨¦lica fratricida y no escribieron sus memorias. Hoy por hoy, el programa radiof¨®nico de la SER, ha tenido el m¨¦rito de recoger, d¨ªa tras d¨ªa, las experiencias vitales de espa?oles an¨®nimos sobre esos a?os cruciales.
Es una excelente idea porque esos testimonios se est¨¢n desvaneciendo, por el l¨®gico transcurso del tiempo, y siguen teniendo valor como cemento de una colectividad. La prueba de esto ¨²ltimo es que as¨ª ya ha sucedido en el pasado. La guerra civil, entendida como Cruzada, sirvi¨® de elemento de apoyo al r¨¦gimen de Franco durante muchos a?os con vistas a parte de los espa?oles. Luego, desde los a?os sesenta, se convirti¨® a los ojos de la mayor¨ªa en una gran cat¨¢strofe a evitar y, como tal, jug¨® un papel esencial en la transici¨®n. Hasta mediados de los ochenta, la evocaci¨®n de este pasado ha formado parte de la vida familiar cotidiana de los espa?oles, aunque luego se haya ido diluyendo como tema de conversaci¨®n.
LOS A?OS DIF?CILES
I?aki Gabilondo y Carlos Elordi (editores) El Pa¨ªs-Aguilar. Madrid, 2002 342 p¨¢ginas. 15,50 euros
Los a?os dif¨ªciles resulta un libro apasionante, de los que es dif¨ªcil abandonar una vez que se ha abierto. Es, por ejemplo, casi imposible no sentir empat¨ªa con los testimonios que en sus p¨¢ginas se recogen; a veces son tan sobrecogedores que al lector le pueden resultar dif¨ªciles de soportar. Y, sin embargo, lo que brilla en ellos es espontaneidad, distancia y deseo de perd¨®n.
Pero tambi¨¦n resplandece una capacidad de transmitir el conocimiento del pasado que enriquece a quien pretenda que ya lo sabe todo sobre la guerra civil y la posguerra. Detr¨¢s de los grandes personajes o de los fen¨®menos colectivos siempre est¨¢ la vida, en apariencia y salvo excepciones, banal de cada individuo. En este libro compremos la esencia m¨¢s fundamental de acontecimientos que conmovieron al conjunto de los espa?oles.
El retrato, por ejemplo, de un hombre que realiza tareas dom¨¦sticas y cierra la ventana para que no se le vea, transmite una imagen perfecta del papel de la mujer en el pasado. Nada resulta tan expresivo desde el punto de vista hist¨®rico como la existencia de un Carpanta, perenne hambriento, como personaje protagonista del TBO, del peso 'de lo que se ve¨ªa venir' a la altura de 1936, de la aparici¨®n, 'de repente', del 'Franco, Franco, Franco' entre los vencedores o del hecho de que de 50 disparos de la artiller¨ªa republicana s¨®lo explotaran seis. Todo ello lo aportan los testimonios recogidos en este libro y tiene envergadura de realidad hist¨®rica bajo la apariencia de an¨¦cdota biogr¨¢fica.
Pero este libro recoge sobre
todo sufrimientos: el hambre en una provincia a cuyo gobernador se le llamaba Cien Gramos, el pavor de unos ni?os que no se desvisten por la noche a la espera del diario bombardeo, el suicidio de unos comisarios de guerra que se almuerzan previamente un jam¨®n, el sadismo ejercido contra el teniente coronel obligado a limpiar urinarios antes de ser fusilado, el paso del 'auto fantasma' encargado de los 'paseos', las cartas de despedida previas a la ejecuci¨®n, el robo de una hogaza de pan por un pariente, las 'sacas' carcelarias que anonadan a los supervivientes m¨¢s que a los llevados al pared¨®n... En un libro de historia se puede cuantificar alguna de esas realidades, pero es dif¨ªcil transmitir lo que supusieron. Hay, sobre todo, un sentimiento y una actitud que es dif¨ªcil transmitir, pero que en estas p¨¢ginas aparece: la humillaci¨®n sentida por los vencidos, al margen de todas sus penalidades, y el 'muro de silencio' protector que quisieron correr sobre su propio pasado.
Tiene, pues, mucho sentido esta recuperaci¨®n de la memoria cotidiana. Incluso cabr¨ªa decir que se podr¨ªa avanzar en ella hasta otros dos momentos cardinales de nuestro pasado, los a?os sesenta o la transici¨®n. De momento la hemos logrado para a?os precedentes.
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