Los ornit¨®logos relacionan los tratamientos contra la mosca de los c¨ªtricos con las muertes de p¨¢jaros
El veto impuesto por Estados Unidos a las clementinas valencianas por la supuesta aparici¨®n de larvas vivas de la mosca de la fruta, puso en alerta el a?o pasado a la Consejer¨ªa de Agricultura, y productores y exportadores, que decidieron utilizar todos los medios a su alcance para luchar contra la plaga y tratar de evitar as¨ª un nuevo cierre de fronteras. Uno de ellos ha sido intensificar, como nunca, las fumigaciones a¨¦reas en los campos de c¨ªtricos de la Comunidad Valenciana.
Sin embargo, el acoso a la mosca de la fruta ha tenido consecuencias nefastas para las aves, y los efectos de los pesticidas no han tardado en dejarse notar entre las numerosas especies de p¨¢jaros que habitan entre la vasta extensi¨®n de naranjos a lo largo y ancho del territorio valenciano. Joan Castany, miembro del grupo ornitol¨®gico Au de Castell¨®n, que estudia las poblaciones de aves en la provincia y realiza censos en colaboraci¨®n con las distintas administraciones desde hace 12 a?os, asegura que la acentuaci¨®n de los tratamientos a¨¦reos contra la mosca de la fruta ha provocado una 'importante mortandad de aves' en las zonas citr¨ªcolas de la Comunidad Valenciana.
Seg¨²n Castany, el grupo ha recogido 'animales muertos' entre paseriformes como el verdecillo, el verder¨®n o el jilguero y aves insect¨ªvoras como el mirlo, que han sido las m¨¢s afectadas por estos tratamientos. El envenenamiento se produce 'al impregnar sus plumas o contaminar los bebederos naturales y artificiales de estas aves' y el efecto es 'pr¨¢cticamente inmediato'. Castany considera que la cuantificaci¨®n de las p¨¦rdidas 'es tremendamente dif¨ªcil', no obstante asevera que 'la incidencia ha sido importante'. El portavoz del colectivo lament¨® ayer 'el precio que ha tenido que pagar la naturaleza' por 'las decisiones pol¨ªticas y la econom¨ªa'.
Por otra parte, el grupo Au tambi¨¦n ha constatado que este a?o, especialmente lluvioso en primavera y verano, ha tenido en Castell¨®n consecuencias muy negativas en las poblaciones de aves. Sobre todo en las insect¨ªvoras que, o bien han muerto, o han tenido que buscar otras zonas para alimentarse y criar.
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