Otro tiempo, otro pa¨ªs
Acabo de leer la noticia y no salgo de mi asombro: incluso he tenido que mirar la fecha del peri¨®dico para comprobar que no estamos en un a?o anterior a 1975: cinco estudiantes de la Universidad de Sevilla pueden ser expulsados a perpetuidad de la Hispalense por los actos de protesta contra la LOU del a?o pasado. Realmente incre¨ªble.
Incre¨ªble que un acto de protesta y disconformidad con una actuaci¨®n concreta, que no gener¨® da?os personales, pueda suponer un perjuicio tan grave y desmedido para cinco de las personas que participaron en el mismo (?qu¨¦ fue del principio de igualdad?).
Incre¨ªble que las instituciones y autoridades que permitieron lo m¨¢s (acampada en la Plaza Nueva de Sevilla, apoyo en la protesta mientras dur¨® la tramitaci¨®n de la ley, etc¨¦tera), ahora se desmarquen por un acto que supuso un perjuicio no irreparable en determinadas instalaciones del Rectorado.
Quien haya visto el v¨ªdeo de lo sucedido podr¨¢ darse cuenta de dos cosas: en primer lugar, que no todos los participantes en la protesta tuvieron gestos y actitudes violentas; en segundo lugar, que el clima de tensi¨®n creado por la intervenci¨®n de algunos vigilantes de seguridad facilit¨® que se generara un clima violento en un momento determinado, al impedir a los manifestantes la entrega de un texto a la autoridad universitaria.
Si aquel nefasto d¨ªa la Comisi¨®n de Gobierno hubiera recibido a una representaci¨®n de los manifestantes como hab¨ªan solicitado, desmantelado ya el campamento de protesta y aprobada la ley, posiblemente no hubiera sucedido nada. Es muy f¨¢cil en este momento imputar toda la responsabilidad a ellos y disimular las propias.
Que conste que no defiendo actitudes violentas ni creo que la fuerza sea buena consejera, pero tambi¨¦n estoy convencido de que la sanci¨®n propuesta, desconocida en todos los a?os que han transcurrido en democracia, s¨®lo va a servir para fomentar m¨¢s violencia.
Si la Universidad debe caracterizarse por algo es por la tolerancia y el di¨¢logo, por acercar con el razonamiento y la discusi¨®n de las ideas a los opuestos entre s¨ª. Actitudes y medidas como las que trata de imponer en el expediente administrativo s¨®lo pueden dar lugar a impedir que ese di¨¢logo sea posible y alejar las posiciones de los discrepantes, dando la raz¨®n a aqu¨¦llos que predican actitudes de violencia.
Desde estas l¨ªneas, humildemente, pido a quien corresponda que sea prudente en la aplicaci¨®n de la norma, que tenga en cuenta algo m¨¢s que una puerta rota y retome el esp¨ªritu dialogante de la Universidad, pues muchos tenemos la impresi¨®n de que somos tambi¨¦n merecedores de ese castigo si estuvi¨¦ramos en otro tiempo, y en otro pa¨ªs.
Manuel Fern¨¢ndez del Pozo es abogado.
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