Un gregario especial
Sigo pensando que la cultura democr¨¢tica constituye el gran d¨¦ficit de la democracia espa?ola. Los socialistas pudieron y no quisieron: llegaron al poder sin experiencia alguna y se preocuparon m¨¢s de coger bien las riendas que de fomentar la sociedad abierta. Los nacionalistas perif¨¦ricos creyeron que la democracia eran ellos -creencia que la izquierda incomprensiblemente comparti¨®- con lo cual ni siquiera se plantearon que pudiera haber problemas de cultura democr¨¢tica: la patria era lo ¨²nico importante. Para la derecha el principal valor de la democracia era que la alternancia les devolviera el poder. Una vez conseguido, se olvidaron r¨¢pidamente de las promesas de regeneraci¨®n democr¨¢tica que hab¨ªan hecho en su batalla para desbancar a los socialistas. Hay que decir que a nadie sorprendi¨® porque eran quienes menos autoridad ten¨ªan en esta materia. Cada cual viene de donde viene.
Despu¨¦s de 25 a?os de ensayo democr¨¢tico lo m¨¢s grave es que todos nos hemos acostumbrado ya al secuestro de la democracia por las ¨¦lites pol¨ªticas, y sus manipulaciones nos resultan tan ordinarias, tan familiares que ni siquiera nos llaman la atenci¨®n. Ahora empieza una larga batalla electoral en la que dos gobiernos, el de CiU en Catalu?a y el del PP en el resto de Espa?a, se juegan su hegemon¨ªa. Los recursos que da el poder son infinitos -infinitamente superiores a los que tienen los partidos de la oposici¨®n. Veremos pasar a menudo la tenue frontera que separa lo legal de lo democr¨¢ticamente leg¨ªtimo o de lo abiertamente inaceptable. Naturalmente, la oposici¨®n lo criticar¨¢, aunque muchas veces lo hace con la boca tan peque?a que es una premonici¨®n de lo que pasar¨¢ el d¨ªa que lleguen al poder. En cualquier caso, me gustar¨¢ recordarle a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero -el que m¨¢s se ha mojado- sus promesas sobre transparencia y sobre usos democr¨¢ticos si un d¨ªa llega al poder.
Estaba pensando en estas cosas cuando me encontr¨¦ a Jordi Pujol en las pantallas de TV-3. Otra obsequiosa entrevista -como el spot que tuvo Aznar semanas atr¨¢s en el mismo horario. M¨¢s de tres cuartos de hora para no comunicar nada relevante a la ciudadan¨ªa, que deber¨ªa ser la condici¨®n m¨ªnima para que un presidente democr¨¢tico irrumpa en la cena de las familias. Ni siquiera anunci¨® el inminente cambio de Gobierno que ya deb¨ªa de tener decidido. M¨¢s de tres cuartos de hora para atacar a Pasqual Maragall, decir que el PP y el PSOE son lo mismo y presentar a Artur Mas como el delf¨ªn de las delicias, la mayor promesa que jam¨¢s haya so?ado Catalu?a. Era vigilia de puente, con lo cual estaba garantizado que la oposici¨®n no reaccionar¨ªa hasta el lunes. Es alarmante la facilidad con que se acepta que una televisi¨®n p¨²blica regale un spot publicitario de casi una hora al presidente del Gobierno catal¨¢n, y otro de media al presidente del Gobierno central. Si se quiere contribuir a reducir los gastos de campa?a, que se haga en forma de debates o de entrevistas abiertas, conforme a la cultura democr¨¢tica: un medio p¨²blico deber¨ªa estar para dar informaci¨®n y para facilitar la confrontaci¨®n de ideas y propuestas, pero no para hacer propaganda.
Estaba en este punto del art¨ªculo cuando lleg¨® la informaci¨®n que daba continuidad a la secuencia de la lucha de CiU por sobrevivir en el poder: conferencia de Mas, spot televisivo de Pujol, reestructuraci¨®n del Gobierno. La secuencia seguir¨¢. Quedan muchos meses de campa?a, me temo que veremos muchas incursiones televisivas en prime-time.
Mas no ha conseguido todo lo que quer¨ªa -un Gobierno a su imagen y semejanza-, pero s¨ª ha logrado que Pujol desplace algunos rostros demasiado anodinos o demasiado contaminados para dar cierta sensaci¨®n de cambio y que haga una reducci¨®n o concentraci¨®n de carteras que tiene como objetivo visualizar el organigrama que el candidato present¨® en su conferencia programa. Predicar el cambio desde el propio Gobierno que se quiere cambiar es una contradicci¨®n conceptual que requiere mucho desparpajo, mucha demagogia y mucho ejercicio de fantas¨ªa pol¨ªtica (hacer ver cosas que no son forzosamente). Hay un precedente: Felipe Gonz¨¢lez en 1993. Hay una duda leg¨ªtima: ?le mereci¨® la pena ganar entonces? Probablemente, ¨¦l y todos nosotros nos habr¨ªamos ahorrado mucha basura.
Pero, en fin, en esto est¨¢ Mas -y Pujol dispuesto a hacerle de escudero, como se vio en TV-3. Indurain, que tambi¨¦n gan¨® cinco tours, cuando comprendi¨® que ya s¨®lo serv¨ªa para gregario se fue a casa. Pujol ha decidido dedicar sus ¨²ltimos esfuerzos a subir a su sucesor hasta la cima y sobre todo a protegerlo de los vendavales que amenacen con romper el pelot¨®n y provocar la escapada definitiva de sus rivales. Un gregario especial que con un ojo mira a su candidato y con el otro a su propio futuro (es decir, a la historia). Mas juega con una ventaja: su rival se siente tan c¨®modo en el pelot¨®n que en vez de desgastar provocando escapadas, se entretiene en dar conversaci¨®n a Pujol o en enviar cartas a sus amigos sobre sus temas favoritos: Catalu?a, las esencias nacionales, los desamores con Espa?a. As¨ª no hay quien rompa la carrera.
A Mas probablemente le hubiera gustado que fuera gente de su confianza la que le subiera al tren. Pero a Pujol no se le aparta f¨¢cilmente. La reestructuraci¨®n busca el pacto de estabilidad convergente. Felip Puig sube a primera l¨ªnea, a tirar del candidato por el lado nacionalista. Con ello se consiguen dos objetivos: implicar a toda la familia y seguir cumplimentando al sector soberanista (que puede pensar incluso que tiene un recambio en primer plano). Los refuerzos, uno de ellos -Antoni Fern¨¢ndez Teixid¨®- proveniente del centrismo, no pasan del nivel de gregarios dispuestos a subir bidones al candidato. Choca, sin embargo, la fusi¨®n de Interior y Justicia. Una prueba que ya hizo Felipe Gonz¨¢lez precisamente en su ¨²ltimo mandato, con Juan Alberto Belloch, y que si fue buena para la democracia porque sac¨® definitivamente a la guerra sucia de la oscuridad, m¨¢s bien fue catastr¨®fica desde el punto de vista de los intereses del presidente y su Gobierno. En cualquier caso, en puridad democr¨¢tica me parece muy discutible que Justicia e Interior est¨¦n en las mismas manos. Los intereses de Interior pueden ser muchas veces contrarios a las razones de la justicia, lo cual puede conducir a situaciones muy equ¨ªvocas.
Despu¨¦s del programa, despu¨¦s de la preparaci¨®n publicitaria, la reestructuraci¨®n electoral. Con una conclusi¨®n: Pujol le da a Mas lo que pide, pero no todo lo que quiere. As¨ª ha sido desde que fue ungido sucesor. Y, probablemente, as¨ª ser¨¢ mientras Pujol dure. 'Quien hace lo que puede no est¨¢ obligado a m¨¢s', ha dicho Pujol sobre su tarea de protecci¨®n y ayuda al candidato. Exactamente eso: 'lo que puede', sin esforzarse un mil¨ªmetro m¨¢s.
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