Los votantes olvidan al francotirador
Pese al terror que vivi¨® Washington, nadie se atreve ahora a abrir el debate sobre el control de armas
Al Gore no perdi¨® las elecciones presidenciales por falta de apoyo en Florida, sino por defender legislaciones estrictas para el control de armas. Esta teor¨ªa es la que mencionan con m¨¢s frecuencia los estrategas dem¨®cratas cuando analizan las razones de aquella derrota. Dos a?os despu¨¦s, los republicanos han reforzado sus v¨ªnculos con la Asociaci¨®n Nacional del Rifle y muchos dem¨®cratas se dejan fotografiar con un rifle. El recuerdo de los francotiradores de Washington s¨®lo ha asomado t¨ªmidamente en esta campa?a.
Fuentes del partido dem¨®crata reconocen que en los dos ¨²ltimos a?os ha disminuido su empe?o por tapar los agujeros legislativos que permiten la compraventa y el trapicheo de armas en EE UU con una sencillez pasmosa.
Estudios internos dem¨®cratas vienen a demostrar que Gore perdi¨® en Arkansas, West Virginia y en su Tennessee natal por defender medidas agresivas contra el comercio de armas. Los candidatos dem¨®cratas en las elecciones de hoy han pasado de puntillas o han ignorado por completo este debate.
Una encuesta de la ABC realizada hace dos semanas record¨® a los pol¨ªticos que 6 de cada 10 estadounidenses se oponen a restricciones rigurosas en la compraventa de armas. De paso, el sondeo desvela que 4 de cada 10 ciudadanos confiesan tener un arma en casa.
S¨®lo ha habido un avance en la encuesta favorable a quienes defienden mayores controles: el 73% apoya la creaci¨®n de una base de datos con 'huellas digitales bal¨ªsticas' de cada arma que se vende. George W. Bush y la Asociaci¨®n Nacional del Rifle (NRA, que cuenta con cuatro millones de miembros) se oponen a esta medida porque la consideran t¨¦cnicamente poco fiable y legalmente demasiado invasora. Mientras tanto, el presidente de la NRA, Charlton Heston, hace campa?a a favor de los republicanos que apoyan legislaciones contra el registro de armas. Ni siquiera los asesinatos en serie de Washington han llevado la cuesti¨®n de las armas al foro de los debates pol¨ªticos de campa?a, salvo dos Estados afectados.
En Nueva Jersey, donde vivieron los presuntos autores de los cr¨ªmenes, un anuncio de campa?a muestra incluso la imagen de uno de los detenidos, John Allen Muhammad. El anunci¨® est¨¢ financiado por el equipo de campa?a de la dem¨®crata Ann Sumers frente al republicano Scott Garret: 'No hay que culpar a Garret de los asesinatos del francotirador, pero s¨ª a las posiciones que defiende', dice la voz en off del anuncio, para recordar despu¨¦s que Garret vot¨® en contra de nuevas leyes que propon¨ªan prohibir la venta de rifles como el que usaron los criminales. Un portavoz de Garret lament¨® el uso de los sucesos en la campa?a: 'Es repugnante que usen esa tragedia en la campa?a', dijo.
En Maryland, en donde fueron asesinadas muchas de las v¨ªctimas, los candidatos a gobernador ignoraron los sucesos durante la campa?a, pero saltaron a ellos en cuanto los presuntos autores fueron detenidos. La candidata dem¨®crata, Kathleen Kennedy Townsend, aparece en anuncios en los que define a su contrincante, el republicano Robert Ehrlich, como 'el candidato de la NRA, que no quiere reforzar las leyes de control de armas, sino anularlas'. Ehrlich ha contraatacado con un anuncio en el que acusa a Townsend de permitir que las armas acaben en manos de delincuentes por no haber supervisado el cumplimiento de las leyes.
Para quienes defienden mayores controles, lo m¨¢s doloroso es el mutismo de los candidatos dem¨®cratas sobre una cuesti¨®n que antes formaba parte de su bandera pol¨ªtica: 'Ahora guardan silencio, un silencio muy poco afortunado', dice en USA Today Joe Sudbay, del grupo Campa?a para la Prevenci¨®n de la Violencia. De hecho, aumenta el n¨²mero de adeptos a una corriente llamada NASCAR Democrats, una especie de escisi¨®n formada por quienes se consideran liberales, pero no tanto como para defender el aborto o las leyes en contra de las armas.
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