La mirada de Guerrero
La primera c¨¢mara de Joan Guerrero fue una caja de cerillas recortada con la que jugaba de ni?o como si fuera una c¨¢mara oscura. La segunda, ya pasados los 20 a?os, fue una Voigtl?nder que tuvo que vender para poder emigrar a Barcelona. Las dos ilustran una irrenunciable vocaci¨®n de fot¨®grafo y una decidida apuesta por la fotograf¨ªa como documento social que Guerrero ha expresado en distintos peri¨®dicos, libros y exposiciones. La ¨²ltima muestra de su interesante trabajo puede verse en una exposici¨®n en el Palau Robert que capta momentos ¨²nicos de la Semana Santa en el barrio de La Mina.
Guerrero es hombre de car¨¢cter afable, sonrisa f¨¢cil, mirada viva y firme compromiso con su tiempo y con su ciudad de adopci¨®n, Santa Coloma de Gramenet. Su trayectoria no ha sido f¨¢cil. Nacido en Tarifa en 1940, a mediados de los cincuenta empez¨® a trabajar en una f¨¢brica de ladrillos de Puerto Real, donde permaneci¨® ocho a?os en condiciones muy duras. Ya en aquellos tiempos mostr¨® su predilecci¨®n por un tipo de cine que encaja perfectamente con la filosof¨ªa de sus fotos: el neorrealismo italiano, con Ladr¨®n de bicicletas como pel¨ªcula preferida. 'Despu¨¦s fue cuando me vend¨ª la Voigtl?nder para comprarme un billete para emigrar a Catalu?a', recuerda. 'Me vine con mi hermano, y mi primer trabajo fue ensanchar la carretera del Tibidabo. Era duro: todo el d¨ªa con el trac, trac, trac, que luego, afortunadamente, cambiar¨ªa por el clic, clic, clic de la c¨¢mara. Trabaj¨¦ tambi¨¦n en una f¨¢brica y en una fundici¨®n, hasta que termin¨¦ en los talleres de El Correo Catal¨¢n'.
'Lo peor ser¨ªa que un banco comprara una foto y la colgase en el vest¨ªbulo, significar¨ªa que no he sabido expresarme'
En una vitrina del Palau Robert puede verse, como si fuera un resumen condensado de la vida de Guerrero, una peque?a exposici¨®n de distintos objetos que el fot¨®grafo considera b¨¢sicos en su trayectoria. Hay de todo: desde libros y cat¨¢logos con sus fotograf¨ªas hasta fotos dedicadas de Sebastiao Salgado y de su hija Laura, pasando por un carnet del PSUC firmado por Rafael Alberti. Tambi¨¦n hay un libro de Miguel Hern¨¢ndez, el poeta que m¨¢s admira, junto a Antonio Machado. 'En El Correo Catal¨¢n', cuenta, 'conoc¨ª al hijo de Carlos Fenoll, que fue amigo de Miguel Hern¨¢ndez, y me pasaba el d¨ªa pidi¨¦ndole que me contara cosas de su padre y del poeta. Son cosas que recuerdo con cari?o'.
Otro objeto de la vitrina es una caja de pastillas Juanola, que levanta una sonrisa en sus compa?eros de profesi¨®n. Y es que Guerrero -'?Tienes una juanola, Joan?- es conocido, adem¨¢s de por sus buenas fotos, por su vicio con las Juanola. Otro documento es el primer n¨²mero de Grama, la combativa revista de Santa Coloma de Gramenet. 'Fue en Grama donde empec¨¦ a publicar mis fotos', recuerda Guerrero. 'Va bien mirar atr¨¢s, aunque hay cosas que me parece que sucedieron hace mil a?os. Aprend¨ª a hacer fotos en la calle, fij¨¢ndome en las cosas de la vida. Si est¨¢s atento, siempre aprendes; si no, es mejor que lo dejes. El fot¨®grafo es como un notario que levanta acta de lo que pasa. A m¨ª lo que m¨¢s me gusta es el reportaje social, pero hay un peligro: el de darle una belleza que falsea la realidad. Por eso admiro a Salgado, que pone belleza en sus fotos, pero es una belleza que ara?a el coraz¨®n'.
Las fotos de la exposici¨®n de La Mina del Palau Robert se fijan sobre todo en la gente: las ni?as arremolinadas en torno a un crucifijo, la mujer que fuma a escondidas. 'En los barrios bajos la vida est¨¢ en la calle, la vida sube y baja', dice Guerrero con una chispa en la mirada. 'En los barrios ricos, en cambio, la vida es plana y yo prefiero los desniveles'. 'En la calle he aprendido conceptos como honestidad, amistad, solidaridad', reflexiona. 'Son cosas que parece que ya no est¨¢n de moda, pero yo sigo creyendo en ellas. En este sentido, me sabe mal no haber podido hacer un reportaje sobre la llegada de los inmigrantes a la Barcelona de los a?os sesenta. Viv¨ª aquel momento y fue muy duro, pero quedan pocas fotos como testimonio'.
Fue la solidaridad la que hace unos a?os llev¨® a Guerrero a Latinoam¨¦rica. All¨ª, en El Salvador, conoci¨® a alguien que le impresion¨®: el obispo catal¨¢n Pere Casald¨¤liga. 'Juntos estamos haciendo un libro que consiste en 100 fotograf¨ªas m¨ªas tomadas en Latinoam¨¦rica con un breve texto suyo, muy tierno, muy po¨¦tico', explica ilusionado. 'Ya hemos hecho m¨¢s del 70% y conf¨ªo en que el pr¨®ximo a?o viajar¨¦ a Ecuador para tomar las fotos que faltan. Se las env¨ªo a ¨¦l a Brasil y al cabo de unas semanas las recibo con su texto. Es un proyecto en el que he puesto mucho cari?o'.
Entre las fotos que ha elegido Guerrero para su libro est¨¢, por ejemplo, la de una mujer de Ecuador que lleva a su hijo por la calle dentro de un cubo de basura con ruedas. 'Me gusta por lo que expresa', subraya. 'Es todo un contraste con esas mujeres de Europa que llevan a sus hijos en cochecitos ¨²ltimo modelo. Me gusta este tipo de fotograf¨ªa, ese documento social en el que la belleza no se come la denuncia. En mis fotos hay siempre un punto de cr¨ªtica. Creo que, en este sentido, lo peor que podr¨ªa pasarme ser¨ªa que un banquero me comprara una foto para colgarla del vest¨ªbulo de un banco. Esto significar¨ªa que no he sabido expresarme'.
Mientras habl¨¢bamos, momentos antes de la inauguraci¨®n de la exposici¨®n, los numerosos amigos de Joan fueron llenando la sala hasta abarrotarla. Era justo lo que faltaba para dar al mundo de Guerrero el toque definitivo: el de los amigos que siempre est¨¢n dispuestos a arroparle. A ¨¦l y a sus fotos.
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