Galiardo e Iglesias escudan a Quijote y Sancho
Los actores reviven a la legendaria pareja cervantina con Guti¨¦rrez Arag¨®n.
Como la realidad imita a la ficci¨®n, Juan Luis Galiardo y Carlos Iglesias, actores de car¨¢cter y vena histri¨®nica, no iban a enmendar la plana a ese dicho, de sobra conocido. Y as¨ª como Sancho frena y refrena las locuras de su amo y se?or, Iglesias, int¨¦rprete que da de nuevo vida a este personaje genial creado por Cervantes y reinventado ahora por Manuel Guti¨¦rrez Arag¨®n para El caballero Don Quijote, adaptaci¨®n de la segunda parte de la obra que se estrena hoy, calma el verbo incesante y los impulsos de su compa?ero Juan Luis Galiardo.
'Venga, Galiardo, que quiero ir a comer con mis hijos, c¨¦ntrate', le dice el actor, famoso por sus apariciones en series y programas de televisi¨®n como Manos a la obra o Esta noche cruzamos el Misisip¨ª, donde se hizo popular con personajes como Pepelu o El ?apas.
'El Quijote' es la representaci¨®n de los fracasos de todos', afirma Iglesias
Galiardo lo intenta, pero no puede. Est¨¢ en su salsa y no deja de presentarle gente. 'Nos ha citado aqu¨ª, en su club, porque le queda cerca de casa, pero yo vivo a 50 kil¨®metros', se queja Iglesias.
Mientras, el actor que ha sido gal¨¢n, 'bail¨®n de casino', seg¨²n confiesa ¨¦l, ganador de un goya, por Adi¨®s con el coraz¨®n, de Jos¨¦ Luis Garc¨ªa S¨¢nchez, corredor de escenarios por Espa?a y Am¨¦rica, saluda a unos y a otros y no deja de hacer promoci¨®n: '?Magistrado Calcerrada, ?ir¨¢ usted a ver nuestro Quijote?'. 'Por supuesto', responde el se?or juez, que quiere que conste en acta que es de Herencia, Ciudad Real, justo el lugar donde ambos personajes arreglaron una lanza.
Pero la verdadera raz¨®n del lugar de la cita, aparte de la cercan¨ªa, es que en su club de Chamart¨ªn, Galiardo echa el d¨ªa. Nada por las ma?anas: 'Ahora quiero batir el r¨¦cord de Espa?a de nataci¨®n', dice, con 63 a?os cumplidos. Despu¨¦s, por la tarde juega al domin¨®. 'Esa afici¨®n me ha ayudado a resolver muchas crisis personales', explica. 'Necesitas una gran concentraci¨®n, intensa, durante un minuto y, luego, cuando salta la jugada, explotas y te puedes cagar en lo que m¨¢s te conviene', dice.
'Venga, macho, que de aqu¨ª no salimos', sigue Iglesias. 'Vale, vale, anda, empezamos', promete Galiardo.
Se les ve bien compenetrados, uno tira de otro, seg¨²n la situaci¨®n, lo que los sabios de la Generaci¨®n del 98 llamaban la quijotizaci¨®n de Sancho y viceversa: 'Nos conocimos dos semanas antes de empezar a rodar', dice Iglesias. 'Yo creo que los trabajos que hizo Carlos antes los hab¨ªa abordado desde la inteligencia, porque ¨¦ste es un hombre muy culto y con una historia dura detr¨¢s, criado en Suiza, con padres exiliados. Por eso ¨¦l ha sabido retratar bien la Espa?a profunda y ca?¨ª y subrayarla desde lo c¨®mico', dice Galiardo.
Nada m¨¢s presentarse, el futuro Quijote le cont¨® su vida en un mon¨®logo. 'Me dej¨® boquiabierto, no me ocult¨® ninguno de sus dramas, desde la muerte prematura de su madre a sus depresiones y a la rebeld¨ªa constante contra su padre y la vida de provincias en el Badajoz de la posguerra, pero todo le ha hecho cari?oso, cercano, un ni?o grande a quien quieres a la fuerza', dice Iglesias. Las cartas boca arriba, desde el primer d¨ªa. As¨ª que hoy son grandes amigos, que se llaman constantemente y se confiesan entre s¨ª.
Como un paciente en la consulta de un psiquiatra, algo parecido a lo que Sancho es con Quijote, tambi¨¦n. '?l le baja a su terreno, pero tambi¨¦n le gusta volar con su se?or. Como psiquiatra le trata de bajar al suelo, aunque en esta versi¨®n de Guti¨¦rrez Arag¨®n tampoco lo hace demasiado, precisamente para acentuar el lado aventurero de la historia', asegura Iglesias.
Los dos tienen su punto de vista rico sobre la obra de Cervantes. 'Es la representaci¨®n de los fracasos de todos', dice Iglesias, que reivindica una lectura que se hace poco: 'En El Quijote est¨¢ la lucha de clases, el hidalgo que no hace nada, poco productivo, y el pueblo hambriento. Me llama la atenci¨®n que eso se mencione poco', cuenta el actor. Un clasismo que tambi¨¦n entronca con otro que Iglesias ha observado en su profesi¨®n: el que separa a los actores que hacen televisi¨®n de los del cine, algo que le hizo sentirse un poco inc¨®modo al principio en el rodaje. 'Gracias a que Galiardo y Guti¨¦rrez Arag¨®n me arroparon bien, pero al principio, a m¨ª me ve¨ªan a trav¨¦s de Juan Luis, ni me saludaban', dice Iglesias.
'Est¨¢ bien que esas cosas las diga precisamente Sancho', tercia Galiardo, 'yo me veo obligado a defender la parte noble de mi personaje', avanza. 'Es alguien que viaja del delirio a la cordura. Decide volverse loco porque no le gusta su vida y se inventa otra, quiere huir de la monoton¨ªa de su pueblo y de una Dulcinea a la que le huele el aliento. Hace lo mismo que cualquiera hoy, escapar, y es que Quijote nos devuelve un ideal a nosotros para poder sobrevivir a Operaci¨®n Triunfo y a unas vacaciones en Benidorm, y a no estar en la oferta purrelosa de la diarrea maloliente', afirma Galiardo en una especie de soliloquio entre moderno y cervantino.
Y eso que no es un actor en paro y le gusta que le paguen hasta los cameos. 'S¨ª, porque ya he descubierto eso de los cameos qu¨¦ es: que te den por el culo gratis', dice.
Galiardo no se corta ni siguiendo los consejos del magistrado Calcerrada, que trata de apagar su verbo incendiario. 'Hacer teatro en Espa?a es dif¨ªcil, porque se especula con los terrenos de los locales. ?C¨®mo suavizar¨ªa usted esto, magistrado Calcerrada, para que nadie se sienta ofendido?', pregunta Galiardo. 'Hombre, dej¨¢ndolo caer de una forma m¨¢s suave', contesta el juez, que ocupa plaza en el Tribunal Supremo.
El caso es que el actor deber¨ªa seguir los consejos del magistrado, sobre todo si no quiere sufrir represalias para seguir representando Diez, una pieza con la que actualmente realiza una gira por Espa?a.
El caballero que quiere hacer de Cervantes
La experiencia quijotesca ha sido grande para Juan Luis Galiardo. Por eso quiere m¨¢s. Levantarse con el alba, someterse a sesiones de dos horas de maquillaje, dejarse enredar en sus operaciones capilares, plantarse una peluca, cabalgar durante horas con esa armadura abollada, con las moscas alrededor entre los calores manchegos no le ha achantado: 'Ahora, quiero hacer de Cervantes', dice. 'Ya veremos si sale o no'. El actor quiere mantener la discreci¨®n del proyecto, pero no las ganas.La experiencia de este Quijote con reparto de lujo, en el que est¨¢n, adem¨¢s de ¨¦l y Carlos Iglesias, Santiago Ramos, Manuel Manqui?a, Emma Su¨¢rez, Juan Diego Botto o Manuel Aleixandre, le anima. 'Cervantes era un personaje lleno de inteligencia con una vida intensa. Me asombra c¨®mo utiliza el esperpento, la parodia', afirma el actor.Algo que Guti¨¦rrez Arag¨®n remarca, adem¨¢s de hacer con el personaje otras muchas cosas, como elevarlo a un grado rom¨¢ntico, darle un sentido de ternura que ha conmovido y reforzar un toque de lectura borgiana, de Quijote dentro de El Quijote, con referencias al ejemplar de Avellaneda y m¨¢s sorpresas. '?l se ha creado su vitola de autor: es un primera divisi¨®n, un Zidane del cine', seg¨²n Galiardo. La sombra de Fernando Rey y Alfredo Landa, los anteriores int¨¦rpretes del primer Quijote de Guti¨¦rrez Arag¨®n, rodado para televisi¨®n, podr¨ªa haber sido alargada si se hubiesen empe?ado Galiardo e Iglesias en haber visto otra vez su trabajo. 'No he querido porque seguro que le hubiese imitado en algo', dice Iglesias. De todas formas, el director deseaba romper el molde del t¨®pico regordete y simp¨¢tico y recurrir al mozo zanquilargo que describe Cervantes. 'La desmitificaci¨®n no ha pesado en mi trabajo', afirma el actor. 'Guti¨¦rrez Arag¨®n me explic¨® muy bien lo que quer¨ªa y luego me dej¨® hacer con toda libertad', afirma.
Babelia
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