Amnesia y supervivencia

En los ¨²ltimos a?os, y con independencia de qui¨¦n sea el inquilino de la Casa Blanca, el cine americano se ha lanzado a producir pel¨ªculas que tienen (casi) un ¨²nico objeto: recordarnos lo perversas que pueden ser las agencias secretas que escapan, por su propia naturaleza, al control democr¨¢tico. De esta forma, la CIA, la DEA, el FBI e incluso muchas otras que son exclusivo invento cinematogr¨¢fico (pero que, ojo, con su mera existencia recuerdan que alguien vela siempre por los intereses americanos: aunque sea salt¨¢ndose la ley) han sido objeto de los dardos envenenados de guionistas y directores... sin ponerlas jam¨¢s en cuesti¨®n como instituciones, sino recordando que en ellas todos los comportamientos desviados se producen por la humana codicia.

El caso Bourne es la ¨²ltima en engrosar la larga lista de este productivo subg¨¦nero del filme de esp¨ªas. Tiene diferencias que la singularizan como propuesta: rodaje en Europa, acci¨®n trepidante, espectacularidad (aunque ¨¦sta, bien mirado, es casi un peaje obligatorio del subg¨¦nero), una trama misteriosa que s¨®lo se aclara cuando llevamos casi hora y media de metraje (y que resulta efectiva; gran parte del inter¨¦s del filme reposa en el no esclarecimiento de su secreto arranque).

Entre que la acci¨®n resulta casi siempre impecable (una gentileza de los especialistas franceses, los mejores del continente) y que por ella campa la espl¨¦ndida Franka Potente, apenas queda tiempo para pedirle menos efectos especiales y m¨¢s sustancia. O para a?orar viejas pel¨ªculas del g¨¦nero en momentos m¨¢s inspirados que el actual: El mensajero del miedo, Tel¨¦fono...