?Casa cuartel o cuartel sin casa?
A los guardias les preocupan m¨¢s los bajos sueldos que qui¨¦n vive en los cuarteles
Francisco es un chaval muy espabilado, tiene 11 a?os y es hijo de un sargento de la Guardia Civil destinado en Mond¨¦jar, un pueblo de apenas 3.000 habitantes al sur de Guadalajara. Si algo ya tiene claro Francisco es que de mayor no quiere ser guardia civil. 'Es demasiado arriesgado', explica en un primer momento, aunque luego, al desvelar que sue?a con ser piloto o torero, se ve que algo no cuadra. '?Y eso no es arriesgado?', le pregunta ri¨¦ndose su amiga Roc¨ªo, una ni?a de nueve a?os que tambi¨¦n vive en la casa cuartel y que quiere ser profesora o peluquera. Cada tarde, al volver del colegio, Francisco, Roc¨ªo y Nuria -una futura enfermera de siete a?os- juegan a lo que se tercie en el patio de la casa cuartel, entre coches patrulla, ropa tendida y troncos de le?a para las estufas.
'Si de los 900 euros del sueldo quito 300 o m¨¢s para un alquiler, ?con qu¨¦ ¨ªbamos a vivir?
Es quiz¨¢ a ese riesgo al que no quiere enfrentarse Francisco. Al de vivir en una casa llena de humedad y de ventanas que no encajan, con un sueldo que dif¨ªcilmente supera los 960 euros al mes y sujeto a una disponibilidad pr¨¢cticamente absoluta. Valgan si no dos datos: salvo excepciones, los guardias civiles est¨¢n obligados a residir en la localidad donde trabajan y cada a?o se producen 30.000 'movimientos de personal', lo que viene a significar que un agente suele cambiar de destino cada tres a?os. Si a esto se a?ade que la Guardia Civil dispone de 2.558 acuartelamientos, la inmensa mayor¨ªa en zonas rurales, no es dif¨ªcil imaginar que la vida de un guardia consiste en un continuo peregrinar por pueblos y ciudades, a donde algunos llegan solos, pero la mayor¨ªa lo hace en compa?¨ªa de su familia. As¨ª que la cuesti¨®n es: ?d¨®nde deben vivir los guardias?
Hay respuestas para todos los gustos, dentro y fuera de la Guardia Civil. Para PSOE e IU, lo ideal ser¨ªa que las casas cuartel fueran desapareciendo. El PP, en cambio, las considera imprescindibles. Seg¨²n una encuesta realizada recientemente por las asociaciones de guardias, un 95% de los agentes preferir¨ªa vivir fuera. Sin embargo, la direcci¨®n presenta otros datos: existen 28.700 pabellones o pisos, todos est¨¢n ocupados y en ellos residen unas 55.000 personas. Es m¨¢s, 1.800 agentes est¨¢n a la espera de que se les conceda una vivienda en el interior de un cuartel. Entonces...
'Pues que todo depende', dicen las madres de Francisco, Roc¨ªo y Nuria, reunidas en el patio de la casa cuartel de Mond¨¦jar. 'Claro que a todas', dice una de ellas, 'nos gustar¨ªa tener una casa fuera de aqu¨ª, pero eso no es posible por muchas cosas. Para empezar, si del sueldo de mi marido (900 euros) tuviera que quitar 300 o m¨¢s para pagar un alquiler, ?con qu¨¦ ¨ªbamos a vivir? Hay que tener en cuenta adem¨¢s que en muchos de los pueblos donde vamos no hay casas de alquiler y en otros sitios, como Madrid y las zonas tur¨ªsticas, valen una fortuna'. 'Y tambi¨¦n hay que pensar', tercia la m¨¢s joven, 'que muchas de nosotras vamos detr¨¢s de nuestros maridos, con uno o dos ni?os peque?os, y llegamos a sitios donde no conocemos a nadie, lejos de nuestras familias; por lo menos aqu¨ª las vecinas te echan una mano, sales al patio y tienes con quien hablar...' De ese ambiente en com¨²n, tan parecido a las antiguas casas de vecinos, es de lo que huyen precisamente los guardias m¨¢s j¨®venes o m¨¢s independientes. 'Yo no podr¨ªa vivir viendo verde todo el d¨ªa', dice un agente joven destinado en Azuqueca de Henares, 'quien prueba vivir fuera ya no vuelve'.
Las condiciones de los acuartelamientos tambi¨¦n difieren mucho entre s¨ª. El de Guadalajara, situado en una buena zona de la ciudad, se asemeja bastante a cualquier otro bloque de viviendas. Las familias que lo habitan pueden entrar o salir por varias puertas y la sensaci¨®n de gueto que denuncia Izquierda Unida es inexistente. Sin salir de la provincia, los de Azuqueca y Mond¨¦jar -sobre todo ¨¦ste ¨²ltimo- se parecen bastante a esos decorados de cart¨®n piedra que se utilizan en las pel¨ªculas. Desde fuera se antojan muy dignos, con sus farolas, su bandera de Espa?a y su escudo de la Guardia Civil. Por dentro, en cambio, son otra cosa. 'Estamos vendidos', dice la mujer de un guardia, 'la parte de atr¨¢s del cuartel tiene un muro que es de risa, cualquiera se lo puede saltar. Nuestros maridos est¨¢n todo el d¨ªa por ah¨ª, protegiendo a los dem¨¢s, ?y qui¨¦n nos protege a nosotras? La tragedia de Santa Pola no pasa en otros sitios porque Dios no quiere. ?Se ha fijado usted que en la puerta del cuartel no hay ni siquiera una placa de prohibido aparcar?'.
'Y al del bigote', dice un guardia de Azuqueca provocando las risas de sus compa?eros, 'a ese que dijo que iba a barrer las calles de delincuentes, a ¨¦se lo montaba yo en el Nissan Patrol que tenemos aqu¨ª, con la direcci¨®n medio rota y los frenos cascados, y le dec¨ªa, venga, campe¨®n, a ver cu¨¢ntos delincuentes barres t¨²'. La intervenci¨®n de este ¨²ltimo guardia, espont¨¢nea y contundente pero a la vez exenta de acritud, congrega a otros compa?eros en el patio del cuartelillo. 'Nos faltan medios', dice un teniente, 'y muchas veces se nos enciende el alma cuando vemos que cualquier polic¨ªa local o auton¨®mico gana bastante m¨¢s que nosotros, pero no por eso rehuimos la batalla. No se olvide de que si la gente nos quiere es porque siempre estamos al pie del ca?¨®n. De d¨ªa y de noche. La gente vive m¨¢s segura cuando cerca hay una casa cuartel'.
Curiosamente, la decisi¨®n de permitir que los agentes homosexuales convivan con sus parejas en los cuarteles no ha sido piedra de esc¨¢ndalo. A los guardias y a sus familias les preocupan m¨¢s los bajos sueldos, el estado de algunas casas o lo viejo del material.
'Hombre', dice un cabo, 'ya hemos tenido que aguantar algunas bromas. Y todav¨ªa habr¨¢ alg¨²n borrachito gracioso que se intentar¨¢ pasar, pero con ponerlo en su sitio ya est¨¢. Tenga en cuenta que ya estamos entrenados. No sabe lo que tuvimos que pasar cuando pillaron a Rold¨¢n. Una vez, en un control de alcoholemia, uno me dec¨ªa: 'En vez de pararme a m¨ª pod¨ªas haber parado a tu jefe'. Y yo le respond¨ªa con cara de mala leche: 'T¨² sopla'. Pues ahora, igual'.
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