M¨¢s de medio mill¨®n de europeos marchan contra la guerra de Irak
Unos 7.000 polic¨ªas vigilan la marcha en una Florencia sin vallas ni zonas acotadas
Una Florencia desierta y gris fue escenario ayer de la mayor manifestaci¨®n contra la guerra de Irak que se ha visto en los ¨²ltimos tiempos en Europa. Cientos de miles de personas (m¨¢s de 500.000 seg¨²n la polic¨ªa, casi un mill¨®n seg¨²n los organizadores) participaron en la marcha que puso punto final al primer Foro Social Europeo, reunido desde el jueves en la ciudad italiana. J¨®venes antiglobalizaci¨®n, sindicalistas de viejo cu?o, miembros de ONG, grupos de anarquistas y pol¨ªticos institucionales desfilaron por las calles de una ciudad desconfiada, que protegi¨® monumentos y tiendas de moda por temor a brotes de violencia como los que se registraron durante la cumbre del G-8 de G¨¦nova, en julio de 2001. 'No s¨®lo es una marcha europea contra la guerra, es una marcha internacional', gritaba uno de los participantes meg¨¢fono en mano.
Las dimensiones de la multitud -que cubri¨® completamente los m¨¢s de siete kil¨®metros del recorrido entre la Fortezza da Basso, sede del Foro, y el estadio Campo de Marte- obligaron a los organizadores a adelantar tres horas la marcha. Los colores del arco iris y el rojo de las banderas contrastaban con la grisura de Florencia bajo un cielo cubierto y con sus casas y negocios cerrados a cal y canto, quiz¨¢ en una demostraci¨®n de indiferencia.
Ante el temor a un ataque de grupos radicales, una amenaza de la que se ha hablado en Italia durante semanas y que decidi¨® a las autoridades a afrontar la cita con un amplio dispositivo -m¨¢s de siete mil polic¨ªas-, pero sin barreras ni zonas cerradas.
Unos 20 trenes y decenas de autocares descargaron en la ciudad desde primeras horas de la ma?ana una inmensa masa variopinta, deseosa de manifestar su rechazo a la guerra y de estar en el sitio justo en el momento adecuado. 'Estoy contra la guerra y no ten¨ªa nada que hacer en Roma', confesaba Enrico, un chico en la treintena, de Austria. 'Estaba de visita en Roma con unos amigos que hoy trabajaban, as¨ª que me he cogido el tren y aqu¨ª estoy'.
Anna Maria y Lucca, pelo trenzado, pantalones amplios y un bolso de tela cruzado sobre el pecho ella, abrigo oscuro ¨¦l, tampoco son de Florencia, caminan siguiendo la masa de chicos y chicas rumbo a la 'manifa'. No, ninguno ha participado en el Foro Social, pero creen que es intolerable, por ejemplo, el racismo con los inmigrantes. Siete magreb¨ªes, parados junto a un coche de bomberos, contemplan la masa que avanza calle arriba. ?Ir¨¢n a la manifestaci¨®n? 'No', responde uno por todos. 'Pero la seguimos desde aqu¨ª'.
Unos metros m¨¢s lejos, en la plaza de la Unidad de Italia un grupo de coreanos, ¨²nicos turistas en un d¨ªa at¨ªpico, caminan rumbo a la iglesia de Santa Mar¨ªa Novella. No ver¨¢n la Florencia habitual. Los palacios renacentistas, las tiendas de lujo est¨¢n cerrados, y los escaparates, cubiertos con una l¨¢mina de madera. Invisibles las estatuas de Piazza de la Signoria, cerradas a cal y canto las ventanas de viviendas y oficinas. 'Me averg¨¹enzo de mis paisanos. Si esto es una ciudad abierta que venga Dios y lo vea', se queja un se?ora madura, mientras apura un caf¨¦ en la ¨²nica pasteler¨ªa abierta en la calle, cerca de plaza San Pier Maggiore. 'Yo tengo aqu¨ª una tienda y est¨¢ abierta. Es esa mercer¨ªa', se?ala. En este tramo de la Florencia central, pero un poco degradada, lejos de las bellezas del centro hist¨®rico, decenas de j¨®venes con abrigos gruesos, guantes y gorros de lana, pa?uelos palestinos, algunos con pancartas, otros no, toman una pizza en la calle, cerca de un local repleto, Lo Spizzico.
Del fondo de la calle sube el clamor de la marcha que atraviesa la plaza Cesare Beccaria. En primera fila, los obreros de la Fiat, con banderas rojas del m¨¢s radical de los sindicatos metal¨²rgicos, la Fiom, y luego, los rostros populares del Foro Social Europeo (FSE), Gino Strada, del grupo Emergency, o Vittorio Agnoletto, exultantes entre banderas multicolores, blancas, verdes, rojas. El sindicato de izquierdas CGIL ha tra¨ªdo a Florencia m¨¢s de 50.000 personas y controla la seguridad. Hay pancartas contra el primer ministro, Silvio Berlsconi: 'Berlusconi y Bush, compa?eros de merienda'; contra la guerra: 'No ataques irak', 'No en mi nombre', y banderas palestinas y vascas.
Contra Oriana Fallaci
Los altavoces gritan 'Palestina, libre', y se recuerda la lucha de los kurdos y la de los vascos. Se condena la prohibici¨®n de Batasuna, una medida emprendida bajo la cobertura 'de la lucha antiterrorista', dice el tipo del meg¨¢fono. ?Palestinos, kurdos y vascos en el mismo paquete? 'En las manifestaciones se oyen siempre voces diferentes', se justifica Marco Segato, en la veintena, miembro de un sindicato de base (los famosos Cobas, que han acudido en masa a la manifestaci¨®n). 'Las ideas estaban m¨¢s claras en el foro. ?ramos 35.000 personas discutiendo sobre la pobreza, la deuda de los pa¨ªses del Tercer Mundo, pero luego en las manifestaciones el mensaje es siempre m¨¢s confuso'. ?Qu¨¦ culpa tiene ¨¦l si los medios se fijan siempre en lo mismo, en los que m¨¢s gritan? En la plaza desemboca un r¨ªo humano unido por un hilo com¨²n, el no a la guerra contra Irak y la feroz reacci¨®n a la escritora Oriana Fallaci, que critic¨® a los militantes y les compar¨® con los fascistas de Mussolini.
'?Me quiere decir qu¨¦ derecho tiene a insultarnos esa se?ora?', se exaspera Patrizio Facchinetti, que se describe como 'obrero', y hace a?os que dej¨® atr¨¢s la juventud. 'Este movimiento es importante, porque todos nos damos cuenta de que las cosas, la democracia, no funcionan. Hemos debatido durante tres d¨ªas sobre los problemas del mundo. Hemos escuchado a economistas y a misioneros que conocen la situaci¨®n en ?frica y explican que estos pa¨ªses han pagado siete d¨®lares por cada d¨®lar recibido en pr¨¦stamo y no han hecho m¨¢s que pagar intereses. No basta con condonar la deuda, hay que ir a las causas de la deuda misma'. A Facchinetti y a la chica alta, de pelo ondulado, que est¨¢ con ¨¦l no le importa que los pol¨ªticos intenten utilizar el movimiento antiglobalizaci¨®n con fines electorales. Ya lo ha dicho Bernard Cassen, de Attac Francia, 'los partidos y el movimiento deben llegar a una convergencia paralela', dicen a coro. Ante las c¨¢maras de televisi¨®n, Agnoletto, l¨ªder del foro, lo explica: 'Los que quieran cambiar democr¨¢ticamente Europa no podr¨¢n prescindir de este movimiento'.
Una ciudad abierta
No toda Florencia cerr¨® sus puertas y ventanas a la avalancha antiglobalizaci¨®n, gente que desfil¨® ordenada y pac¨ªfica, todos con el m¨®vil en mano, y disfrut¨® despu¨¦s de un concierto en el estadio de f¨²tbol. En plena v¨ªa Tornabuoni, coraz¨®n del lujo florentino, brillaban las l¨¢mparas encendidas de las tiendas de Roberto Cavalli. En el caf¨¦ adyacente a la boutique de Cavalli se sirvieron consumiciones gratis para hacerle los honores al Foro Social Europeo (FSE). Un caf¨¦ para contrarrestar el mal efecto de los cierres echados y las vitrinas cegadas con planchas de madera de la inmensa mayor¨ªa de los grandes comercios. Frente al negocio del modista montaron guardia dos coches de la polic¨ªa. Eso s¨ª, la polic¨ªa (los carabineros quedaron fuera de la operaci¨®n de seguridad) curioseaba con aire relajado el escaso movimiento, con una actitud muy distinta a la que se vio en los tr¨¢gicos d¨ªas del G-8 de G¨¦nova. El presidente de la patronal del comercio asegur¨® que la ciudad ha perdido 250 millones de euros por culpa del Foro Social, que ha ahuyentado a los turistas. Dos de cada tres tiendas han estado abiertas hasta ayer, cuando la proporci¨®n se invirti¨®. En algunos escaparates apagados pod¨ªa verse un letrero del FSE que con letras grandes se?alaba: 'Florencia, ciudad abierta'.
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