Un mercado enloquecido
Ufanarse, como ha hecho el ministro ?lvarez Cascos, secundado por Aznar, al decir que el precio de las viviendas libres sube demasiado porque la renta de los espa?oles ha aumentado, es una necedad que un pol¨ªtico no debe permitirse, sobre todo cuando el problema del alojamiento en Espa?a, est¨¢ lejos de solucionarse. Un asunto complejo que no cabe despachar con dos frases ingeniosas.
Es cierto que en la ¨²ltima d¨¦cada se ha calificado mucho suelo como edificable suficiente para dar cobijo a m¨¢s de tres veces la poblaci¨®n actual, sin que esto haya servido para abaratar su precio, porque no se ha puesto impedimento alguno a la concentraci¨®n del mismo en pocas manos, y porque el mercado del suelo, para la formaci¨®n de los precios, sigue leyes pr¨®ximas a las de los monopolios. La naturaleza inamovible del bien, sus caracter¨ªsticas f¨ªsicas y la importancia de su emplazamiento en la trama urbana, hace que cada solar constituya un monopolio en s¨ª mismo.
Durante el mismo per¨ªodo, la construcci¨®n de fincas se ha disparado. No hace falta ser un lince para ver en Valencia, y casi en cualquier ciudad espa?ola, barrios surgidos en la periferia con edificaciones de alta densidad en torno a hitos urbanos -Ciudad de las Artes, Palacio de Congresos- y nuevas v¨ªas de acceso, en un proceso de privatizaci¨®n de las plusval¨ªas generadas por la inversi¨®n p¨²blica. De igual forma, la construcci¨®n de vivienda de segunda residencia a lo largo de la costa hasta casi colmatarla, la proliferaci¨®n de adosados y urbanizaciones en el interior, sigue un ritmo vertiginoso. Pero, ?qui¨¦n compra estas viviendas? Y, ?para qu¨¦?
Valencia, demogr¨¢ficamente, llevaba varios lustros estancada, y el ligero crecimiento arrojado en el censo del a?o 2000 se debe a la inmigraci¨®n, colectivo que, por su baja capacidad adquisitiva, no forma parte de los compradores de casas. La bolsa de viviendas vac¨ªas antiguas y tambi¨¦n nuevas crece de forma imparable, lo que nos indica que hay un gran n¨²mero de apartamentos de nueva construcci¨®n que se compran, pero no se ocupan. El mercado de alquiler se encuentra desasistido y en decadencia porque los alquileres son altos comparados con los plazos hipotecarios para adquirir una vivienda. El fen¨®meno castiga, adem¨¢s de a los inmigrantes, a la poblaci¨®n joven que se ve obligada a permanecer en el hogar familiar hasta bien pasada la treintena, y constituye la causa fundamental del retraso en la edad de los matrimonios y, por ende, de la baja natalidad de Espa?a que tanto parece preocupar al actual gobierno. Al mismo tiempo, la ca¨ªda de la construcci¨®n de vivienda protegida o subvencionada es alarmante.
La vivienda es un bien de primera necesidad. Vicios del sistema la han convertido en un producto especulativo por excelencia y en refugio de inversores. Antes de la moneda ¨²nica se justificaba la euforia del mercado inmobiliario porque constitu¨ªa el destino natural del dinero negro acumulado en Espa?a en pesetas durante a?os. Agoreros pronosticaban un hundimiento de la demanda con la entrada en vigor del euro, como si su mera presencia pusiera coto a la generaci¨®n de m¨¢s dinero negro. Ya se ha visto que no, y que ¨¦ste sigue circulando con absoluto descaro. Con la ayuda de la depresi¨®n econ¨®mica, se ha conducido al capital hacia lo que hoy se estima como el valor m¨¢s seguro a largo plazo. Pero, ?qui¨¦n puede comprar inmuebles en una poblaci¨®n donde s¨®lo menos de un 20% de las familias llegan sin problemas a fin de mes y pueden ahorrar? La respuesta es tan obvia que no merece comentarios.
Espa?a ofrece un panorama enloquecido. Nos encontramos ante un mercado en el que sobran viviendas, y, al mismo tiempo, faltan viviendas a precios accesibles, ya sea para comprar o para alquilar, que satisfaga la demanda de aquellos para los que todav¨ªa es un bien de primera necesidad. Hacer atractiva la construcci¨®n de subvencionadas deber¨ªa convertirse en objetivo primordial. Tambi¨¦n es el principal instrumento para luchar contra la especulaci¨®n del suelo. Promover y estimular el mercado de alquiler con pol¨ªticas m¨¢s imaginativas a las vigentes es otra l¨ªnea de actuaci¨®n.
La vivienda no es un lujo, y debe dejar de ser una pesadilla para una mayor¨ªa de ciudadanos, cuyas rentas crecen a paso de tortuga mientras los precios de los inmuebles se disparan a una velocidad superior a la de crucero.
Mar¨ªa Garc¨ªa-Lliber¨®s es escritora.
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