En clase, pero con el cerebro en la cama
La din¨¢mica del sue?o adolescente es bastante universal: las noches de los d¨ªas laborables est¨¢n despiertos hasta la madrugada, se arrastran fuera de la cama a las siete y pico, pasan un tiempo interminable en la ducha, toman un suced¨¢neo de desayuno y salen disparados. Bostezan en el colegio, se animan para los deportes y luchan contra el sue?o mientras hacen los deberes. Por la noche, reviven, niegan estar cansados y se quedan levantados hasta mucho despu¨¦s de que sus padres se hayan acostado. Los fines de semana salen o se quedan despiertos hasta muy tarde y despu¨¦s se dan una panzada de sue?o hasta el mediod¨ªa. El domingo por la noche, empieza de nuevo el ciclo.
La mayor¨ªa de los adolescentes duerme, con suerte, seis, siete u ocho horas por la noche, cuando diferentes estudios han demostrado que los adolescentes y quiz¨¢ todos los menores de 25 a?os, necesitan entre 9 y 10 horas. Muchos viven en un estado de d¨¦ficit cr¨®nico de sue?o que puede afectar a su estado de ¨¢nimo, comportamiento, rendimiento escolar y tiempo de reacci¨®n.
Mary Carskadon, investigadora del sue?o de la Universidad de Brown (EE UU), explica que los adolescentes privados de sue?o viven en una 'especie de nube gris'. 'Hacemos caso omiso de las sensaciones desagradables que nos produce el dormir poco y nos acostumbramos a ello', dice. 'Olvidamos c¨®mo es sentirse bien, y con cu¨¢nta mayor eficacia podemos hacer las cosas'. Factores f¨ªsicos, emocionales y sociales parecen conspirar en contra de que los adolescentes duerman lo suficiente.
Cuando insisten en que no est¨¢n cansados al llegar la medianoche es probable que digan la verdad. Por razones no bien comprendidas, explica Carskadon, sus relojes biol¨®gicos cambian, de forma que su tendencia natural es mantenerse despiertos por la noche y despertarse m¨¢s tarde que cuando eran peque?os. Pero ese reloj interno choca a menudo con el mundo exterior: clases de instituto que empiezan temprano y exigentes horarios que incluyen deportes, actividades extraescolares y deberes.
Esto tiene consecuencias, porque la falta de sue?o puede interferir en el aprendizaje: a los estudiantes cansados les cuesta mantener la atenci¨®n, e incluso si consiguen concentrarse, olvidan m¨¢s f¨¢cilmente lo que les han ense?ado, porque la formaci¨®n de la memoria se produce en parte durante el sue?o. 'Los alumnos faltos de sue?o est¨¢n en clase, pero su cerebro est¨¢ en casa, sobre la almohada', escribe Carskadon en su libro Adolescent Sleep Patterns. Los adolescentes cansados pueden ser tan irritables como los ni?os de dos a?os, e incluso m¨¢s desagradables a la hora de tratar con ellos. Y lo que es m¨¢s grave, la falta de sue?o puede producir sentimientos de tensi¨®n, ira y tristeza. Quienes no duermen suficiente tienen menos probabilidades de responder positivamente a las cosas positivas del entorno, y m¨¢s probabilidad de responder negativamente a las negativas', explica.
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