Hu¨¦rfanos
Lisa Lovatt-Smith tuvo durante a?os la sensaci¨®n de que era la persona equivocada en el sitio equivocado, y eso a pesar de que era una triunfadora en un mundo de sofisticaci¨®n y glamour. Mick Jagger le enviaba su limusina para ir al aeropuerto y ahorrarle la molestia de llamar un taxi. Isabel Adjani le prestaba su mansi¨®n campestre -?durante dos a?os y medio!- para ahorrarle la molestia de alquilar una. Pero ella no empez¨® a sentirse realmente bien hasta que no lleg¨® al orfanato de Ghana. Fue como voluntaria y descubri¨® que eso era lo que ten¨ªa que hacer durante el resto de su vida.
Lisa naci¨® en Barcelona por casualidad. Sus padres -y su pasaporte, su educaci¨®n- son ingleses. Lisa -dig¨¢moslo r¨¢pido- es una persona bastante especial. Marciana. Periodista y escritora especializada en moda e interiorismo, asesora de imagen de estrellas de cine y empresas de luxe, una sucesi¨®n de accidentes profesionales la llev¨® a escalar precozmente el escalaf¨®n y hallarse inmersa en el olimpo de la elegancia y la exquisitez a una edad en la que las jovencitas sue?an con las estrellas. A los 20 a?os Lisa era redactora de Vogue en Londres y tomaba champ¨¢n con aqu¨¦llas. Hablando de la vida disipada de los jet-setters de Londres, Roma, Par¨ªs y Nueva York, esta mujer es tan rara que jam¨¢s se fum¨® un porro, ni se tom¨® una raya, ni nada de nada. Lo dice, te mira con sus grandes ojos celestes de expresi¨®n alucinada y te lo crees. Lisa ya trae el estimulante puesto de serie. As¨ª como Ob¨¦lix cay¨® en la poci¨®n m¨¢gica de peque?o, ella parece haberse ca¨ªdo en un caldero de LSD. No necesita drogas para vivir flipada.
Lisa Lovatt-Smith, ex directora de 'Vogue' en Espa?a, ha fundado su propia ONG, Orphanage Africa, desde Ghana, donde ahora vive
Se cri¨® entre Barcelona y Roma, pero estudiando en colegios ingleses. A los 18 a?os decidi¨® participar en un concurso de periodismo cuyo premio era un contrato para el Vogue ingl¨¦s. Escribi¨® su trabajo en las servilletas de papel de la pizzer¨ªa a la que iba con sus compa?eros de colegio. Gan¨® un viernes y el lunes estaba en Londres. Vivi¨® con un t¨ªo suyo que es antrop¨®logo, historiador de los pueblos africanos y coleccionista de blues. Toda una premonici¨®n. Aunque estaba muy bien considerada dentro de Vogue y a los 19 a?os ya era la encargada de la edici¨®n gr¨¢fica, no se encontraba a gusto en Inglaterra. 'Conect¨¦ cero con los ingleses. Nadie me silbaba o me dec¨ªa piropos por la calle; todos en su casa, tan fr¨ªos... Ten¨ªa tres amigos y los tres eran peruanos. Por las noches cantaba y bailaba en un bar de travestidos del Soho'.
Entonces se fue a Italia a escribir un libro sobre Fornasetti, el artista pl¨¢stico, y aprovech¨® la estancia para abrir una galer¨ªa de arte en Mil¨¢n, justamente en el periodo dorado del dise?o milan¨¦s. 'Hab¨ªa presentado la renuncia a Vogue como ocho veces, pero cada vez me doblaban el sueldo y me quitaban d¨ªas de trabajo, con lo cual no me pod¨ªa negar. Pero al final me fui'. Se qued¨® un par de a?os en Mil¨¢n, en el coraz¨®n del ambientillo, asesorando a empresas de moda y conociendo a 'todo el mundo'. Hasta que le ofrecieron la direcci¨®n de Vogue Espa?a.
Se resisti¨®, para no perder la costumbre y porque -recordemos- no se sent¨ªa c¨®moda en esos ambientes, pero finalmente acept¨®. 'Ten¨ªa 22 a?os y 11 personas a mi cargo. A m¨ª nunca me gustaron el poder, la gloria, tirarme el rollo ni ninguna de esas cosas. Estuve en Madrid unos dos a?os; luego me enamor¨¦ de un franc¨¦s y me fui a Par¨ªs'. All¨ª Vogue le puso una oficina para que fuera corresponsal de todas las ediciones europeas. Se qued¨® ocho a?os. Vest¨ªa a las estrellas de cine, asesor¨¢ndolas y acompa?¨¢ndolas en las grandes ocasiones. 'En Par¨ªs mi vida alcanz¨® el m¨¢ximo punto de glamour. Sin embargo, yo siempre eleg¨ªa, frente una disyuntiva, el camino de menor prestigio y menos dinero. Las cosas suced¨ªan a pesar mio'. Digo yo que eso tiene bastante sentido, ya que con la cantidad de trepadores y lameculos que hay es razonable que destaque una marciana que -de verdad- prefiere perderse descalza por las callejuelas africanas en compa?¨ªa de un par de desheredados.
Siempre en Par¨ªs, dej¨® Vogue y se puso a escribir libros: siete sobre interiorismo y seis sobre fotograf¨ªa de moda. Fueron un ¨¦xito. A pesar suyo, etc¨¦tera. Harta del mundanal ruido, la frivolidad y las celebridades, decidi¨® volver a Espa?a y 'vivir en el campo'. Nunca tuvo coche, televisi¨®n ni v¨ªdeo. Toda su ropa es regalada. En todos esos a?os estuvo yendo y viniendo de Marruecos, document¨¢ndose para alg¨²n libro y comprobando que el Tercer Mundo era lo suyo. En las grandes capitales europeas pod¨ªa posar para Cartier-Bresson, leerle a la viuda -ciega- de Man Ray, ser la traductora de la gira italiana de Tina Turner o ser apoyada por Catherine Deneuve en el proceso de adopci¨®n de su hija Sabrina. Pod¨ªa ser invitada a comer por Giorgio Armani y Gianni Versace. Pero encontr¨® su camino cuando fue a Ghana a hacer trabajo voluntario en un orfelinato. 'Me di cuenta de que esa era mi vida'. Dicho y hecho. No solo dej¨® todo y se fue a vivir all¨ª, sino que fund¨® su propia ONG, Orphanage Africa, que comenzar¨¢ sus labores recaudadoras con un concierto ben¨¦fico el 4 de diciembre en Luz de Gas. Donativos en la cuenta: 0065 0076 61 00001027246. Direcci¨®n electr¨®nica: Countrysideorphanage@yahoo.com.
No nos extenderemos en la magnitud del problema, la incidencia del sida, los millones de hu¨¦rfanos y todo lo que ya sabemos. Algunas personas -una minor¨ªa que parece extraterrestre- han descubierto el placer de dar. Qu¨¦ envidia.
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