Hablar
LUIS GARC?A MONTERO
Los conflictos y las crisis de convivencia de los ciudadanos vascos son el problema m¨¢s grave de la sociedad espa?ola. Conviene repetir esta evidencia, y repetirla as¨ª, en estos t¨¦rminos, para situar la verdadera geograf¨ªa ideol¨®gica de una cuesti¨®n convertida en el pulpo m¨¢s pegajoso de nuestra pol¨ªtica. No se puede abrir un peri¨®dico, ver un telediario o escuchar una tertulia radiof¨®nica sin notar la cercan¨ªa imperativa de sus tent¨¢culos. Aunque las declaraciones gubernamentales est¨¦n empe?adas en demostrar lo contrario, no se trata de un conflicto entre Espa?a y el Pa¨ªs Vasco, sino de una crisis sanguinaria entre ciudadanos vascos no nacionalistas y ciudadanos vascos nacionalistas. La proyecci¨®n de esta batalla al resto del Estado s¨®lo es un r¨ªo revuelto en el que los pescadores buscan su ganancia. Los nacionalistas vascos utilizan el nombre de Espa?a para ocultar la violencia exterminadora a la que est¨¢n sometiendo a los ciudadanos vascos que no comulgan con el nacionalismo. La derecha espa?ola utiliza el nombre del Pa¨ªs Vasco para ocultar las contradicciones de su pol¨ªtica, haciendo imposible cualquier debate social. No parecen estar muy interesados en la soluci¨®n real del problema, porque todos intentan sacar sus frutos de una demagogia que no se detiene ante nada, ni ante los tiros en la nuca, ni ante los abismos de una desarticulaci¨®n social. Para el nacionalismo vasco es muy c¨®modo silenciar el car¨¢cter autoritario de sus consignas y sus pr¨¢cticas con la excusa de una agresi¨®n exterior. Para la derecha espa?ola es muy ¨²til hacer una llamada al consenso nacional frente al separatismo, por hablar sin hablar, por hacer declaraciones impetuosas sin detenerse a discutir la crisis econ¨®mica, el recorte de los derechos sindicales, el paro, el precio de la vivienda, las carencias en los presupuestos de educaci¨®n e investigaci¨®n, el aumento de la inseguridad, la corrupci¨®n empresarial, las degradadas relaciones internacionales, el mal uso de las ayudas comunitarias, el fracaso del eje Londres-Madrid-Roma, la falta de voluntad europe¨ªsta y el sometimiento al belicismo norteamericano. Sin detenerse a hablar de Andaluc¨ªa, a hablar de las ciudades.
Preocupado por el ascenso en las encuestas del voto socialista, desembarc¨® el PP en M¨¢laga para iniciar sus campa?as electorales. Y dej¨® clara su consigna: el PSOE est¨¢ poniendo en peligro la unidad de Espa?a. Vamos a ser convocados a unas elecciones municipales en las que no se podr¨¢ hablar de las ciudades, a unas elecciones auton¨®micas en las que no podremos hablar de nuestras autonom¨ªas, a unas elecciones generales en las que quedar¨¢n silenciadas las cuestiones generales de la pol¨ªtica nacional e internacional. El PP quiere vender su espa?olismo, dejando al margen los asuntos econ¨®micos, ideol¨®gicos y pol¨ªticos que afectan a la mayor¨ªa de los espa?oles. A los votantes de Andaluc¨ªa se les pide que acudan a las urnas sin pensar en Andaluc¨ªa, con el conflicto de la convivencia entre ciudadanos vascos como ¨²nico asunto a discutir. La estrategia es muy grave, de una temeridad inconcebible. Si se vuelve a identificar el nombre de Espa?a con los intereses de la derecha, demasiados espa?oles volveremos a quedarnos fuera de Espa?a.
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