Transparencia
Se acaba de constituir Transparencia Internacional Espa?a, una sociedad civil dedicada a la lucha contra la corrupci¨®n -o, si se prefiere, en plan positivo, al fomento de la transparencia y la claridad en los asuntos, sobre todo p¨²blicos, pero tambi¨¦n privados. Esa sociedad sigue el modelo de Transparency International (TI), una entidad que se ha ganado una merecida fama como promotora de la lucha contra la corrupci¨®n en todas sus formas y en todo el mundo.
La noticia es muy buena. Es verdad que ya hay mucha gente que aporta su grano de arena en esa batalla civil, social y pol¨ªtica. Pero nuestro pa¨ªs sigue necesitando de un cambio de dimensi¨®n en este terreno, a pesar de lo que se ha ganado. En efecto, Transparency International publica cada a?o un ¨ªndice que refleja la percepci¨®n que se tiene del grado de limpieza de los asuntos p¨²blicos en los distintos pa¨ªses. Sobre un m¨¢ximo de 10 puntos, Espa?a, que hab¨ªa conseguido una media decentita de 6,82 entre los a?os 1980 y 1985, vio reducido su nivel hasta un lamentable ¨ªndice de 4,35 en 1995. Desde entonces, hemos recuperado algo nuestra posici¨®n hasta el ¨ªndice 7,0-7,1 en el periodo comprendido entre los a?os 2000 y 2002. Pero, obviamente, queda mucho por hacer todav¨ªa.
Un punto negro de nuestra democracia es el asunto de la financiaci¨®n de los partidos pol¨ªticos, y, a la vista del affaire del Forcem, tambi¨¦n de nuestros sindicatos y patronales (por cierto, hace tiempo que no he le¨ªdo nada sobre esta cuesti¨®n... ?sabe el lector c¨®mo est¨¢n las investigaciones de fraude en ese organismo?). As¨ª como las empresas deben presentar sus cuentas, lo m¨¢s claras posibles, en el Registro Mercantil y en la Agencia Tributaria, los partidos, que deber¨ªan dar ejemplo de transparencia y claridad, se escapan de hecho del control del Tribunal de Cuentas. Es l¨®gico que sea as¨ª porque los que, en definitiva, deber¨ªan tomar las medidas contra ellos son los propios pol¨ªticos del Gobierno y del Parlamento, que pertenecen a los mismos partidos cuyas cuentas deber¨ªan ser denunciadas.
De ah¨ª la importancia de que sean la sociedad civil, los medios de comunicaci¨®n y, naturalmente, la Administraci¨®n de justicia, los que se encarguen de ese control pidiendo m¨¢s claridad en las cuentas (si muchas empresas ponen su balance y su cuenta de resultados en su web, ?no ser¨ªa l¨®gico que los partidos lo hiciesen tambi¨¦n?) y denunciando tanto los tapujos y las cuentas menos claras como los abusos que se cometen, hasta ahora impunemente. El presidente norteamericano, George W. Bush, ha exigido a los presidentes de las grandes empresas que estampen su firma en los estados contables, dando fe de su autenticidad. ?No ser¨ªa razonable pedir otro tanto a nuestros pol¨ªticos?
Junto a lo anterior, los partidos han aprendido a usar otros medios para escapar del control, como la proliferaci¨®n de fundaciones que financian actividades de los propios partidos y de sus candidatos, en claro fraude de ley. La legislaci¨®n mercantil exige que cuando una empresa tiene determinada participaci¨®n en el capital de otra, presenten sus cuentas consolidadas. ?No ser¨ªa razonable pedir algo parecido para el entramado de organismos que pulula alrededor de los partidos pol¨ªticos? Por supuesto, que gasten lo que quieran y como quieran, pero que nos digan de d¨®nde proceden los fondos.
Otro terreno donde el chanchullo est¨¢ a la orden del d¨ªa es el de los contratos p¨²blicos. La normativa, es verdad, es rigurosa, pero faltan mecanismos de control, de modo que siempre es posible una oportuna llamada telef¨®nica para comunicar la concesi¨®n de un contrato y, al mismo tiempo, reclamar el pago de una extorsi¨®n.
Y donde la cosa adquiere ya caracteres dram¨¢ticos es en el terreno del urbanismo. Transparencia Internacional Espa?a ha se?alado que esa es la causa de que el grado de corrupci¨®n sea mucho mayor en la Administraci¨®n local espa?ola que en la central y en la auton¨®mica, aunque los trapos sucios salpican a todas.
Tambi¨¦n el control del blanqueo de capitales deja mucho que desear: las instituciones financieras parecen pensar que un cliente es un cliente, y que no hay que ha-
cerle ascos a cualquier mill¨®n de d¨®lares que llegue, sin indagar qu¨¦ clase de negocios est¨¢ detr¨¢s.
No somos ya una rep¨²blica bananera, pero no olvidemos que la corrupci¨®n no es patrimonio exclusivo de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. A estas alturas conocemos ya muy bien los efectos nocivos que se derivan de la misma: reducci¨®n de la eficiencia econ¨®mica y de la tasa de crecimiento, p¨¦rdida de inversiones extranjeras, aumento de costes, menor competencia, calidad m¨¢s pobre, impuestos m¨¢s altos... Y, sobre todo, que una manzana podrida acaba echando a perder todo el cesto, por muy sanas que, al principio, estuvieran las dem¨¢s.
Por todo ello, bienvenida sea la labor de Transparencia Internacional Espa?a. Su labor de cr¨ªtica, denuncia, y sobre todo de ayuda y fomento de las conductas transparentes y limpias, no dejar¨¢ de ser beneficiosa.
cerle ascos a cualquier mill¨®n de d¨®lares que llegue, sin indagar qu¨¦ clase de negocios est¨¢ detr¨¢s.
No somos ya una rep¨²blica bananera, pero no olvidemos que la corrupci¨®n no es patrimonio exclusivo de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo. A estas alturas conocemos ya muy bien los efectos nocivos que se derivan de la misma: reducci¨®n de la eficiencia econ¨®mica y de la tasa de crecimiento, p¨¦rdida de inversiones extranjeras, aumento de costes, menor competencia, calidad m¨¢s pobre, impuestos m¨¢s altos... Y, sobre todo, que una manzana podrida acaba echando a perder todo el cesto, por muy sanas que, al principio, estuvieran las dem¨¢s.
Por todo ello, bienvenida sea la labor de Transparencia Internacional Espa?a. Su labor de cr¨ªtica, denuncia, y sobre todo de ayuda y fomento de las conductas transparentes y limpias, no dejar¨¢ de ser beneficiosa.
Antonio Argando?a es profesor de Econom¨ªa de IESE
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