Sospechoso un polic¨ªa, caso archivado
Juez, fiscales y sindicatos creen que el sabotaje a la Polic¨ªa Local de Sevilla fue desde dentro, pero no se puede probar
"Los hechos investigados son constituyentes de infracci¨®n penal, adem¨¢s de una especial gravedad atendido que afect¨® a las medios del Cuerpo de Polic¨ªa Local en fecha especialmente se?alada y con ocasi¨®n de la celebraci¨®n en esta ciudad [Sevilla] de un acontecimiento de relevancia internacional; tambi¨¦n es cierto que concurren en tales hechos circunstancias llamativas y sorprendentes [...] esas posibles conclusiones no pueden tener cabida en esta resoluci¨®n en la medida en que no pasan del terreno de la especulaci¨®n". Estas palabras fueron escritas por el titular del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 3 de Sevilla, Carlos Lled¨®, en el auto de sobreseimiento provisional de las investigaciones sobre el sabotaje cometido sobre 40 coches y 32 motos (en total, 224 neum¨¢ticos pinchados) de la Polic¨ªa Local de Sevilla el 21 de junio pasado, en plena cumbre del Consejo Europeo.
"El que no haya ni habr¨¢ culpables es una mancha al uniforme muy dif¨ªcil de limpiar"
Ni el juez Lled¨® ni el fiscal encargado del caso, Jos¨¦ Mar¨ªa Calero, est¨¢n contentos con el archivo del caso, pero simplemente no pod¨ªan seguir m¨¢s all¨¢ en sus investigaciones. Entres las cosas "llamativas y sorprendentes" que se citan en el auto est¨¢ el hecho de que los cuatro agentes encargados de la custodia de los dos estacionamientos situados en la Isla de la Cartuja no vieran y, sobre todo, no escucharan nada.
Entre las pruebas periciales realizadas por la investigaci¨®n interna municipal -de la que se encarg¨® la delegada de Administraci¨®n de Personal, Susana D¨ªaz-, se hizo una de audiometr¨ªa. En la misma, seg¨²n fuentes que participaron en las pruebas, el ruido que produc¨ªa el revent¨®n de las ruedas del tren delantero de los coches patrulla alcanzaba una potencia m¨¢s que suficiente para que se escuchara desde las garitas de guardia. Adem¨¢s, hay que tener en cuenta el elevado n¨²mero de pinchazos y el silencio que hab¨ªa en el ambiente cuando se calcula que sucedi¨® el sabotaje, entre las 3.00 y las 5.00 horas.
La primera sospecha de los investigadores recay¨® entonces sobre los cuatro agentes -dos en cada estacionamiento- que estaban ese d¨ªa de guardia. No tanto por que cometieran los actos, sino porque no revelaran el nombre de los presuntos saboteadores. Entre las hip¨®tesis manejadas para explicar este silencio aparece en primer lugar la posibilidad de que se tratara de alguien de "dentro" de la propia polic¨ªa y que un corporativismo equivocado y da?ino sellara las bocas de estos.
Pero esta sospecha tambi¨¦n est¨¢ apoyada por otros datos. As¨ª, tal y como figura en el auto de sobreseimiento, los coches saboteados fueron elegidos con sumo cuidado. Por ejemplo, los autom¨®viles camuflados del radar para medici¨®n de velocidad o el dedicado a los controles de alcoholemia fueron pinchados, mientras que los otros veh¨ªculos sin distintivos y particulares all¨ª estacionados no sufrieron da?o alguno.
Este hecho lleva a la inmediata conclusi¨®n de que los saboteadores sab¨ªan perfectamente los objetivos a atacar. Pero mientras se mantenga el silencio de los agentes que custodiaban los estacionamientos, la Justicia no podr¨¢ hacer nada.
La confusi¨®n sobre los sucedido aquella madrugada y el tufo a participaci¨®n de agentes o personas cercanas a la Polic¨ªa Local sigue creciendo a medida que avanza la investigaci¨®n, hasta el punto de que el juez no puede establecer con certeza qui¨¦n fue el primero en descubrir los da?os realizados a los veh¨ªculos policiales. Sospechas todas, pruebas ninguna.
La Guardia Civil fue la encargada del informe pericial para el juez, pero con ¨¦ste sucede tres cuartos de lo mismo: muchos indicios y ninguna rotundidad. La b¨²squeda entonces de huellas dactilares se tornaba decisiva. Se hizo, pero el ¨²nico indicio hallado no ten¨ªa la calidad suficiente. Unas marcas de dedos sobre una capa de polvo se deshicieron en el aire cuando los investigadores trataban desesperadamente de registrarlas.
Representantes de UGT y del Sindicato Profesional de Polic¨ªa Local (SPPL) tambi¨¦n est¨¢n de acuerdo en que la responsabilidad del sabotaje est¨¢ dentro del ¨¢mbito del cuerpo. Varios cargos ugetistas rememoraban la semana pasada en su sede sindical en La Cartuja los hechos y aseguraban que "tantas casualidades no pueden ser". Sin embargo, no se atreven a dar ni a sugerir un nombre, aunque afirman tener sus propios sospechosos. La acusaci¨®n directa ser¨ªa grave, grav¨ªsima.
Desde el SPPL s¨ª se hace alguna acusaci¨®n, pero m¨¢s con tintes pol¨ªticos que otra cosa y en comunicados de prensa, no en los tribunales. Manuel Bustelo sostuvo en su momento que los culpables estaban en el equipo de gobierno municipal. La pasada semana se reafirmaba en sus acusaciones, pero con una media sonrisa que dejaba entrever m¨¢s un nuevo rifirrafe pol¨ªtico con el responsable de Seguridad Ciudadana, Jos¨¦ Gallardo, que una imputaci¨®n.
Los sindicatos s¨ª fueron contundentes a la hora de defender a los cuatro agentes expedientados por el Ayuntamiento tras los sucesos. En bloque salieron en defensa de estos -ya readmitidos tras el archivo judicial-. Sin embargo, como asegura un alto cargo de la Polic¨ªa Local y sindicalista: "El que los ciudadanos sepan que un hecho tan grave fue cometido desde el ¨¢mbito policial y que no hay ni habr¨¢ culpables es una mancha para el uniforme muy dif¨ªcil de limpiar".
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