La moraleja de ?mnium
Prolongado a lo largo de 10 meses por culpa de penosas resistencias antidemocr¨¢ticas, objeto de una atenci¨®n medi¨¢tica tal vez excesiva e incluso algo morbosa, el relevo en la c¨²pula de ?mnium Cultural se ha consumado al fin con la limpia victoria, sin cambalaches ni apa?os, de la renovaci¨®n consecuente representada por la candidatura ?mnium 21. Ahora que los socios ya han votado, y antes de que la nueva directiva empu?e el tim¨®n de la veterana entidad catalanista, tal vez no sea ocioso proyectar sobre lo ocurrido una mirada anal¨ªtica y extraer de todo el proceso algunas lecciones para el futuro.
Primero, es preciso reiterar que el surgimiento, el pasado invierno, de la opci¨®n renovadora y alternativa encabezada por Jordi Porta no respond¨ªa a ninguna maniobra pol¨ªtica tramada desde despacho partidista alguno, sino al malestar de muchas delegaciones territoriales y de bastantes asociados de ?mnium ante el personalismo, la esclerosis y el talante dogm¨¢tico que caracterizaban la prolongada presidencia del inefable Josep Mill¨¤s, rasgos ¨¦stos que culminaron en el trist¨ªsimo pucherazo electoral del 7 de marzo. Una vez que -gracias a la mediaci¨®n del presidente de la Generalitat, Jordi Pujol- se logr¨® desbloquear el pleito y empujar a Mill¨¤s hacia una discreta retirada, lo l¨®gico hubiera sido dejar que quienes hab¨ªan roto una inercia de lustros y estaban dispuestos a inyectar savia nueva en el Palau Dalmases, la gente de ?mnium 21, ratificasen sin m¨¢s obst¨¢culos en las urnas su triunfo escamoteado en marzo. No fue as¨ª, porque ciertos poderes ubicados en el Departamento de Presidencia de la Generalitat tomaron el absurdo acuerdo de politizar la batalla de ?mnium y enfrentar a la de Jordi Porta una candidatura estrechamente partidaria -tanto, que ni siquiera representaba a toda Converg¨¨ncia-, en cuyo frontis colocaron al hist¨®rico Josep Espar.
Califico esa decisi¨®n de absurda porque si algo caracteriz¨® al pujolismo y le ha dado inmensos r¨¦ditos durante m¨¢s de dos d¨¦cadas, ha sido la capacidad para establecer una densa red de complicidades metapol¨ªticas, casi morales, a lo ancho de un territorio catalanista que iba mucho m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites de CDC o de CiU; una red de coincidencias quiz¨¢ no en los m¨¦todos o en muchas decisiones cotidianas, pero s¨ª en los grandes fines: la reconstrucci¨®n nacional, la normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica, el concepto de pa¨ªs, etc¨¦tera. Pues bien, desde esa exitosa l¨®gica incluyente resulta incomprensible que responsables con sede en el Palau de la Generalitat pudiesen considerar "hostil" o "enemiga" la candidatura de ?mnium 21. ?Hostil Jordi Porta, cuya trayectoria de un cuarto de siglo al frente de la Fundaci¨® Jaume Bofill es un ejemplo de independencia, de patriotismo y de sensibilidad c¨ªvica un¨¢nimemente reconocido? ?Enemigas personas como Isidor Mar¨ª, Miquel Sellar¨¨s, Josep Gifreu o Miquel Esquirol, entre las cuales hay fundadores de Converg¨¨ncia y ex altos cargos de la Administraci¨®n catalana? Perm¨ªtaseme expresarlo con contundencia: si, para quienes dirigen hoy la estrategia de CiU, nombres como los que acabo de citar y la sensibilidad que ellos representan son percibidos en t¨¦rminos de amenaza, de adversario que batir, entonces Artur Mas ya ha perdido las elecciones del a?o pr¨®ximo. Digan lo que digan las encuestas del CIS...
Despu¨¦s de haber identificado a un enemigo que no lo era -pero que, a fuerza de verse tratado como tal, puede acabar si¨¦ndolo-, la cadena de errores continu¨® con una campa?a arrogante, fiada en que la abundancia de medios econ¨®micos m¨¢s el toque de corneta partidista le garantizaban la victoria, segura de poder ganar sin bajarse del coche oficial. Dos ejemplos anecd¨®ticos de ese estilo soberbio y exclusivista: el anuncio que, contra toda deontolog¨ªa electoral, public¨® la candidatura de Josep Espar en un diario barcelon¨¦s el mismo d¨ªa de la votaci¨®n; y las lamentables declaraciones del propio Espar Tic¨® aseverando que, de vencer Porta, "?mnium cerrar¨ªa las puertas en dos meses", ya que su contrincante era "un submarino de los independentistas". ?C¨®mo extra?arse entonces de que, una vez escrutados los votos, distintos observadores hayan hablado de "una victoria de Maragall sobre Mas" o del "principio del fin del pujolismo"? ?Si han sido precisamente altas esferas de Converg¨¨ncia las que alimentaron esta distorsi¨®n ¨®ptica, esta descabellada lectura del proceso electoral en ?mnium como una especie de primarias para los comicios auton¨®micos de 2003!
No, naturalmente la llegada de Jordi Porta a la presidencia de ?mnium Cultural no predetermina en absoluto el resultado de las elecciones del pr¨®ximo oto?o, entre otras muchas razones porque la masa social que vot¨® el pasado s¨¢bado no constituye una muestra representativa del conjunto del electorado catal¨¢n. Sin embargo, algunos comportamientos y actitudes que ciertos responsables pol¨ªticos han tenido en el caso s¨ª son relevantes porque, de trasladarse sin enmienda a las pr¨®ximas contiendas electorales, pueden tener efectos devastadores. En pol¨ªtica s¨®lo hay un pecado m¨¢s grave que plantear una batalla innecesaria; y es, una vez planteada, perderla. Por otra parte, el natural af¨¢n renovador de los j¨®venes que aconsejan a Artur Mas no deber¨ªa hacerles olvidar uno de los m¨¢s sabios lemas de Jordi Pujol, el viejo maestro: "sumar, y no restar".
Joan B. Culla es profesor de Historia Contempor¨¢nea de la UAB.
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