"El derecho internacional no se aplica en Israel"
Hace tan s¨®lo unas semanas aparec¨ªa en Francia su ¨²ltimo ensayo, Orient-Occident: la fracture imaginaire. Ya desde el t¨ªtulo, Georges Corm -antiguo ministro de Finanzas y uno de los intelectuales libaneses m¨¢s reconocidos- no deja lugar a dudas acerca de su posici¨®n ante la que parece perfilarse como la principal frontera cultural y geoestrat¨¦gica de nuestro tiempo. Para llegar a su despacho, en pleno coraz¨®n del Beirut reconstruido, hay que sortear un yacimiento de ruinas romanas descubiertas durante los trabajos urban¨ªsticos emprendidos al t¨¦rmino de la guerra. Por la ventana entreabierta frente a un escritorio sobrio y ordenado, y mientras va cayendo la tarde, se escuchan las campanas de una iglesia pr¨®xima. Poco despu¨¦s, el almu¨¦dano llama a la oraci¨®n.
"La guerra nacional, la lucha de clases, la guerra contra el terrorismo, todos estos conflictos obedecen a ideolog¨ªas laicas que se construyen sobre el molde religioso"
"Los ¨¢rabes que como yo -porque, aunque cristiano, soy ¨¢rabe- exig¨ªamos seguir debatiendo en t¨¦rminos pol¨ªticos, no religiosos, fuimos completamente silenciados"
"Existe un uso enfermizo, abusivo, del t¨¦rmino islam. Yo no lo conozco como tal; conozco a los musulmanes, que son de una diversidad portentosa"
Pregunta. Nos enfrentamos cada vez m¨¢s a la idea de que en el ¨¢mbito internacional existen dos campos y s¨®lo dos, y adem¨¢s irreductibles.
Respuesta. Se trata de una vieja tendencia del esp¨ªritu humano: contemplar el mundo de una manera binaria. Ellos y nosotros, creyentes y no creyentes, civilizados y b¨¢rbaros, el bien y el mal. A mi juicio, no es una manera acertada de conducir la reflexi¨®n, entre otras cosas porque cuando se establecen conceptos tan amplios, tan inabarcables, ?qu¨¦ significado pueden tener? Hablar de libaneses, de espa?oles, de alemanes, es ya recurrir a una dudosa totalidad. Imag¨ªnese esas categor¨ªas m¨¢s amplias, en las que se pretende incluir a centenares, a miles de millones de individuos.
P. Es lo que sucede cuando hoy se habla del islam.
R. Existe un uso enfermizo, abusivo, del t¨¦rmino islam. Yo no lo conozco como tal; conozco a los musulmanes, que son de una diversidad portentosa. La cristiandad tampoco la conozco. Un cristiano noruego, uno italiano, un cristiano del Pr¨®ximo Oriente como yo, podemos tener una creencia religiosa com¨²n, pero vivimos en medios tan diferentes, con historias tan distintas, que no acabo de ver qu¨¦ es lo que nos une. Salvo que escojamos el factor religioso como clave de explicaci¨®n de los comportamientos humanos. Fichte, por ejemplo, escogi¨® el factor nacional, y lleg¨® a establecer unas totalidades diferentes a las que hoy est¨¢n de moda. Por lo dem¨¢s, igualmente mort¨ªferas.
P. Lo que usted sostiene en su ¨²ltimo ensayo es que, m¨¢s all¨¢ de que se pueda identificar o no su referente, su significado concreto, se trata de totalidades separadas por una frontera construida y, por as¨ª decir, caprichosa.
R. Son fracturas imaginarias. Pero cuando digo que son imaginarias lo hago para subrayar que pueden convertirse en una dram¨¢tica realidad. A principios del siglo XIX, los ling¨¹istas consideraron que el mundo pod¨ªa dividirse en dos grandes ¨¢reas, la semita y la indoeuropea. Este mismo esquema se trasladar¨ªa despu¨¦s a las religiones. Pero ?c¨®mo explicar que una religi¨®n semita como el islam prenda en un pueblo indoeuropeo como el iran¨ª? Y no se suele comprender con facilidad que en los pa¨ªses musulmanes vivamos desde siempre numerosos cristianos. Y ello porque, en la visi¨®n consagrada por aquella remota divisi¨®n de los ling¨¹istas del XIX, el cristianismo es la religi¨®n de Occidente y, por tanto, indoeuropea.
P. Llama la atenci¨®n el hecho de que, adem¨¢s de imaginarias, muchas de las fracturas de las que usted habla sean asim¨¦tricas. Es corriente encontrar en el discurso pol¨ªtico e intelectual de nuestros d¨ªas alusiones al "conflicto entre Occidente y el islam" o a "la guerra entre ¨¢rabes y jud¨ªos".
R. Las palabras est¨¢n siendo empleadas de una manera insensata. ?rabe es un concepto ¨¦tnico o ling¨¹¨ªstico; jud¨ªo, por el contrario, es religioso. Se trata de anomal¨ªas conceptuales que se pueden observar incluso en autores tan eminentes como Braudel, que se refiere a la civilizaci¨®n china, india, europea, siempre desde un punto de vista geogr¨¢fico. Y a continuaci¨®n habla del islam. Es inaudito. Se trata de un credo que se encuentra entre los chinos, entre los indios, entre los europeos.
P. ?se es, precisamente, uno de los sentidos de la diversidad del islam a la que usted se refer¨ªa.
R. En efecto, el islam no es uniforme, los musulmanes no son aut¨®matas. Por un momento pensamos que esta imagen de homogeneidad hab¨ªa desaparecido. Fue cuando surgi¨® la noci¨®n de Tercer Mundo; una noci¨®n laica, en la que lo religioso no ten¨ªa lugar. Yo estudiaba entonces en Europa y nadie me preguntaba si era musulm¨¢n, cat¨®lico o jud¨ªo. A nadie se le pasaba por la cabeza siquiera. La atm¨®sfera ha cambiado.
P. ?Y cu¨¢l ser¨ªa la explicaci¨®n?
R. En primer lugar, la resistencia a admitir la noci¨®n de sociedad plural. Por lo general, se prefiere recurrir a un elemento estructural ¨²nico de las identidades. Y en el caso de los pa¨ªses de Oriente Pr¨®ximo, ese elemento se ha querido encontrar en la religi¨®n musulmana. En segundo lugar, hay que tener presente que EE UU decidi¨® movilizar los sentimientos religiosos como parte de su estrategia durante la guerra fr¨ªa, no s¨®lo entre los musulmanes, sino tambi¨¦n entre los cat¨®licos o los jud¨ªos. En el caso de aqu¨¦llos, miles de muchachos fueron enviados a luchar contra la URSS en Afganist¨¢n despu¨¦s de recibir entrenamiento de la CIA, y se les consideraba combatientes de la libertad. Encuentro escandaloso lo que tuvimos que escuchar entonces: que no hab¨ªa nada que temer, que todo iba seg¨²n las previsiones. La realidad era, por el contrario, que el wahabismo, una forma extrema del islam, se fue apoderando casi por completo del sunnismo gracias a los medios aportados por Arabia Saud¨ª. Los ¨¢rabes que como yo -porque, aunque cristiano, soy ¨¢rabe- exig¨ªamos seguir debatiendo en t¨¦rminos pol¨ªticos, no religiosos, fuimos completamente silenciados.
P. ?Y c¨®mo reaccion¨® Europa?
R. Se dej¨® arrastrar al mismo callej¨®n sin salida, renunciando en buena medida a su propia concepci¨®n de la seguridad, en la que exist¨ªa un alto componente de minoraci¨®n, de marginalizaci¨®n de las identidades religiosas. Algunos dirigentes se propusieron, incluso, organizar un islam europeo, y permitieron que pa¨ªses como Marruecos, Argelia, Pakist¨¢n, Arabia Saud¨ª, pudieran entrometerse en sus asuntos. ?Y sin tener en cuenta que buena parte de los que emigraban a Europa lo hac¨ªan para acceder a un sistema laico de convivencia, libre de dictaduras de ning¨²n tipo! Se han hecho las cosas m¨¢s est¨²pidas, y hoy todos pagamos el precio.
P. Volvamos por un momento a la diversidad del islam. Usted se refiere a ella en un segundo sentido, es decir, a diversidad como pluralismo y, de alg¨²n modo, como tolerancia.
R. Cuando la URSS se hundi¨®, Arabia Saud¨ª export¨® millones de ejemplares de la obra de autores fundamentalistas. Por el contrario, los escritores ¨¢rabes de la Nahda, del renacimiento, esto es, los escritores que sostienen en centenares de obras magn¨ªficas la tesis de que si hubo decadencia fue porque se produjo una interpretaci¨®n estrecha del Cor¨¢n, ¨¦sos han sido marginados. La propaganda sobre el fundamentalismo ha sido tan intensa, desde Oriente y desde Occidente, que hoy todo el mundo piensa, incluidos no pocos musulmanes, que el islam no es m¨¢s que su versi¨®n fan¨¢tica.
P. ?Cu¨¢l es su opini¨®n acerca de la idea de que el islam no ha llevado a cabo una reforma similar a la del cristianismo, y de ah¨ª su supuesta dificultad para adaptarse a la democracia?
R. El islam tiene en principio una ventaja sobre el cristianismo, y es la ausencia de cl¨¦rigos. En este sentido, conviene deshacer un equ¨ªvoco frecuente en estos tiempos: en los territorios donde el islam es mayoritario, el poder no ha sido nunca ejercido por los religiosos, puesto que ¨¦stos no existen. La excepci¨®n es Jomeini, quien provoc¨® una profunda ruptura con la tradici¨®n shi¨ª. Frente a la ausencia de cl¨¦rigos en el islam, la Iglesia ocupa un lugar central en el desarrollo del cristianismo, hasta el punto de que en ocasiones ha llegado a imponer una ortodoxia asfixiante. La Reforma tiene lugar en una de esas ocasiones, y lo que los protestantes proponen es, a mi juicio, una revoluci¨®n religiosa de corte fundamentalista.
P. Una revoluci¨®n religiosa de corte fundamentalista que da lugar a dictaduras como las de Lutero o Calvino, pero a la que, parad¨®jicamente, se le asigna nada menos que el advenimiento de la tolerancia en Europa.
R. El protestantismo ha conseguido imponer un discurso narcisista. Mire la obra de Weber: su idealizaci¨®n del protestantismo en relaci¨®n con el capitalismo es insostenible, por m¨¢s que el protestantismo haya hecho retroceder el absolutismo de la Iglesia. Pero eso no altera su car¨¢cter fundamentalista. Cuando Weber asegura que el monote¨ªsmo ha desencantado el mundo, que se trata de la religi¨®n que permite la salida de la religi¨®n, est¨¢ haciendo afirmaciones que carecen de sentido. Pero Europa tiene monstruos sagrados, y Weber es uno de ellos. Por otra parte, le confieso que lo que me ha proporcionado el coraje para escribir sobre la fractura imaginaria ha sido la relectura de Popper, su valent¨ªa al denunciar a Plat¨®n como representante de un idealismo que puede conducir al totalitarismo y a la sociedad cerrada.
P. ?Su posici¨®n sobre Weber es parte de la cr¨ªtica a lo que usted considera el falso laicismo de Occidente?
R. Como el protestantismo, Occidente tambi¨¦n mantiene un discurso narcisista. No se trata s¨®lo de que se describa a s¨ª mismo como racionalista, individualista y democr¨¢tico, haciendo gala de una extraordinaria autocomplacencia; adem¨¢s est¨¢ desarrollando un lenguaje mitol¨®gico capaz de inhibir el esp¨ªritu cr¨ªtico. El 11 de septiembre lo demostr¨® a las claras: los terroristas hab¨ªan atentado contra un poder divino y, por consiguiente, todos ten¨ªamos que esperar el castigo de dios. Este lenguaje narcisista y mitol¨®gico es un lenguaje religioso bajo una apariencia laica. Creo que el monote¨ªsmo ha marcado la forma de pensar de Occidente, el monote¨ªsmo en el sentido de un solo dios, una sola misi¨®n, un solo pueblo elegido para llevarla a cabo. Se ha laicizado la forma, de manera que se admite que no sea necesariamente dios quien nos conf¨ªe la misi¨®n. Podemos ser nosotros, los hombres, quienes lo hagamos, pero la perseguimos con la misma fuerza, con la misma determinaci¨®n que si fuese una idea religiosa. La guerra nacional, la lucha de clases, la guerra contra el terrorismo, todos estos conflictos obedecen a ideolog¨ªas laicas que se construyen sobre el molde religioso.
P. Hablando del 11-S, usted afirma sentirse sorprendido por el s¨²bito inter¨¦s hacia el islam que despertaron los atentados.
R. Cuando actuaban las Brigadas Rojas, el Ej¨¦rcito Rojo japon¨¦s, Acci¨®n Directa o la banda Baader Meinhof, los intelectuales no se dedicaban a interpretar los textos d¨¦biles y farragosos de estos grupos, ni a establecer sus relaciones con el marxismo; tampoco a indagar sobre los or¨ªgenes ¨¦tnicos o religiosos de los terroristas. ?sta era una tarea de la polic¨ªa. El debate desde el punto de vista intelectual era el de analizar por qu¨¦ una parte de la juventud consideraba aceptable la violencia.
P. La diferencia con aquel terrorismo se ha querido encontrar en el hecho de que los activistas de hoy se suiciden al ejecutar sus cr¨ªmenes, lo cual vincular¨ªa sus acciones con una fe en el m¨¢s all¨¢.
R. Siempre ha habido individuos dispuestos a dar la vida por una causa, lo de menos es que fuese trascendente o no. Mire el siglo XIX: caballeros capaces de batirse en duelo por una dama, por cuestiones de honor, por una palabra mal dicha. Y ya en el XX, los kamikazes japoneses, la gente que se alistaba voluntariamente para ir a una guerra lejana, que ni les iba ni les ven¨ªa.
P. Es dif¨ªcil hablar de atentados suicidas y no mencionar lo que ocurre en Israel.
R. Todos los ¨¢rabes, no s¨®lo los palestinos, ven con frustraci¨®n que las normas de derecho, de justicia, de equidad que Occidente ha elevado a categor¨ªas universales no se apliquen a Israel. De alguna manera, es como si Israel se hubiese configurado como un espacio sagrado del Occidente pol¨ªtico. Todo lo que los dirigentes de este espacio sagrado dicen se convierte en una verdad absoluta. Por eso el derecho internacional no se aplica a Israel; por eso es un Estado por encima de las leyes. Y la gente tiene tendencia a aceptarlo porque, en ¨²ltimo extremo, estamos en el ¨¢mbito de lo religioso, no de lo racional.
P. Algunos intelectuales europeos y norteamericanos consideran que la cr¨ªtica a Israel es el nuevo rostro del antisemitismo.
R. Creo que hay que abordar esta afirmaci¨®n desde dos perspectivas diferentes. La primera es que los israel¨ªes han desarrollado un minucioso trabajo para suprimir la diferencia entre antisionista y antisemita. Hist¨®ricamente, los jud¨ªos creyentes opusieron una fuerte resistencia a la creaci¨®n de Israel. Todav¨ªa hoy son muchos los que rechazan los ideales del sionismo y que, precisamente por ello, est¨¢n pagando un precio muy alto, tienen problemas en su vida personal y en sus carreras. Yo pertenezco a la comunidad maronita, y durante la guerra fui resueltamente hostil a lo que hac¨ªa la direcci¨®n de mi comunidad. Cuando hablaba con otros compatriotas, inmediatamente se me dec¨ªa que yo no era representativo. Con los jud¨ªos antisionistas ocurre en buena medida lo mismo.
P. ?Y la segunda perspectiva?
R. Es triste decirlo, pero Oriente Pr¨®ximo import¨® el antisemitismo europeo, la creencia en la veracidad de los Protocolos de los Sabios de Si¨®n. Este texto llam¨® la atenci¨®n porque, justamente, la emergencia del Estado de Israel pod¨ªa interpretarse como una encarnaci¨®n de lo que se dec¨ªa en ¨¦l. Y adem¨¢s, su simple existencia exculpaba la debilidad de los pa¨ªses ¨¢rabes, puesto que aparec¨ªan como v¨ªctimas de un compl¨® contra el que nada pod¨ªa hacerse. Un mecanismo similar al que opera hoy cuando se habla del poder del lobby sionista en EE UU. Es muy ¨²til para los Gobiernos norteamericanos, les evita asumir sus propias responsabilidades.
P. ?se podr¨ªa ser tambi¨¦n el mecanismo que, queri¨¦ndolo o no, desencadenan algunos expertos en el islam, para los que el germen del terrorismo se encuentra ya en sus textos sagrados.
R. La mayor parte de la actual literatura sobre el islam desempe?a el mismo papel que lo hizo la literatura antisemita: crear la inquietud, el miedo, la distancia, la fractura. Y esa literatura se ha subrogado, adem¨¢s, en la funci¨®n del antisemitismo, que era la de identificar una v¨ªctima expiatoria.
P. Por eso mismo no se comprende que ante la actual demonizaci¨®n del islam algunos bienintencionados se esfuercen m¨¢s en explicar el car¨¢cter pac¨ªfico del Cor¨¢n -un problema teol¨®gico- que en denunciar un grav¨ªsimo problema pol¨ªtico: el deterioro de los derechos civiles para poner a los musulmanes bajo sospecha.
R. Se est¨¢ produciendo una perversi¨®n del di¨¢logo democr¨¢tico al interpretarlo como un di¨¢logo entre civilizaciones. En realidad, se habla de civilizaciones para impedir que se hable de pol¨ªtica. Por eso no estoy de acuerdo con Jatami, el presidente iran¨ª. No es sobre civilizaciones sobre lo que tenemos que dialogar; es sobre la aplicaci¨®n universal de la ley, sobre la extensi¨®n de los derechos a todos los individuos. As¨ª, hay que decir que EE UU no puede continuar actuando con un doble rasero, que las excepciones para los israel¨ªes son inaceptables, que el embargo sobre Irak resulta inhumano, porque no ha permitido acabar con Sadam Husein, pero ha provocado la muerte de ni?os. Y hay que decir, adem¨¢s, que la ley y los derechos no pueden ser m¨¢s que laicos. Porque si empezamos a hacer diferencias en virtud de que ¨¦ste es cristiano, y ¨¦ste jud¨ªo, y ¨¦ste musulm¨¢n, y aqu¨¦l liban¨¦s, y aqu¨¦l otro espa?ol, y aqu¨¦l de m¨¢s all¨¢ corso o vasco, entonces estaremos perdidos.
P. ?Qu¨¦ tiene que ocurrir para que volvamos a hablar de pol¨ªtica?
R. Da la impresi¨®n de que tendremos que enfrentarnos a una cat¨¢strofe. Vivimos en un equilibrio precario. Si ma?ana EE UU pisa sobre el hormiguero, nadie sabe lo que puede pasar.
?Judeocristianos o grecolatinos?
EN PLENO DEBATE sobre si una futura Constituci¨®n europea deber¨ªa incluir o no alguna menci¨®n a las creencias religiosas, una de las preguntas que Georges Corm se hace en libros como Le Proche-Orient ¨¦clat¨¦, Europe et l?Orient o Orient-Occident: la fracture imaginaire cobra una sorprendente actualidad.
?Qu¨¦ est¨¢ ocurriendo en Europa -se?ala Corm- para que las ra¨ªces que antes se defin¨ªan como grecolatinas pasen a ser, de pronto, judeocristianas? "Hasta hace veinte, treinta a?os -dice-, el t¨¦rmino judeocristiano se utilizaba para designar a las sectas primitivas a medio camino entre una religi¨®n y la otra". Hoy, por el contrario, designa un espacio geoestrat¨¦gico, en el que confluyen Occidente e Israel, dejando al islam en el otro lado.
Bajo los efectos de esta subrepticia transformaci¨®n, Europa podr¨ªa estar renunciando a los or¨ªgenes laicos que hab¨ªa supuesto encontrar en lo grecolatino: "la gente -se?ala Corm, estableciendo una relaci¨®n entre fen¨®menos en apariencia distantes- apenas estudia ya lat¨ªn ni griego". Pero el problema es que, adem¨¢s, aquellos or¨ªgenes laicos de Europa respond¨ªan tambi¨¦n a la fractura imaginaria: Petra en Jordania, Palmira en Siria, Baalbek en el valle de la Bek¨¢a, el propio subsuelo de Beirut, frente al despacho de Georges Corm, dan testimonio de que Europa no tuvo la exclusiva del pasado grecolatino. ?Tiene sentido, por tanto, que el debate pol¨ªtico acerca de la Constituci¨®n europea se concentre sobre aspectos teol¨®gicos o historiogr¨¢ficos?
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