El desarraigo de una familia acomodada
Lupe Torres, con un esposo enfermo y dos hijas en paro, afirma: "Ahora la gente, adem¨¢s de explotada, est¨¢ atemorizada"
Hace 10 a?os Teresa y su marido estaban al frente de un comercio de ropa en el centro de Granada; sus dos hijos se educaban en un colegio privado; las vacaciones las pasaban en un apartamento en Almu?¨¦car y si alguien les hubiera preguntado qu¨¦ quer¨ªa decir la palabra Inem, no ya s¨®lo las siglas sino su significado profundo y desolador, hubieran respondido con un gesto de perplejidad o ignorancia.
Teresa (es su nombre supuesto, pues el desempleo es tambi¨¦n una de las formas del pudor) tiene hoy 48 a?os; su marido 52, y los hijos 25 y 20 a?os, respectivamente. Salvo la hija menor, que logr¨® un contrato de 10 meses en un restaurante de comida r¨¢pida, ninguno tiene ingresos ni trabajo fijos. Despu¨¦s de intensas gestiones, el Inem le ha concedido una ayuda de 360 euros mensuales por superar la barrera de los 40 a?os y ser desempleada de larga duraci¨®n. Pasados 10 meses se extinguir¨¢.
La familia de Teresa sabe que su perfil no se corresponde para nada con el estereotipo de los desempleados. Hace una d¨¦cada ten¨ªa una tienda de moda en los bajos de un importante hotel que no existe y era propietaria, con sus hermanos, de un edificio en el centro de Granada. Aquel verano, mientras pasaban las vacaciones en Almu?¨¦car, se produjo una contaminaci¨®n masiva por legionela. Su marido fue uno de los afectados y, aunque logr¨® sobrevivir, le qued¨® como secuela una diabetes que le impidi¨® viajar como sol¨ªa.
Para salir adelante decidi¨® convertir un inmueble familiar en un bloque de apartamentos. Pidi¨® un cr¨¦dito pero un c¨²mulo de circunstancias hizo que la obra no finalizara nunca y que el banco ejecutara el embargo.
Lo que vino despu¨¦s fue terrible. La hija fue expulsada del colegio privado cuando acumul¨® cuatro mensualidades sin pagar. El hijo se resisti¨® a comprender el derrumbe del bienestar y seis a?os despu¨¦s a¨²n est¨¢ bajo tratamiento. El marido consigue ingresos espor¨¢dicos en un negocio de toldos en M¨¢laga. "Ha habido d¨ªas en que s¨®lo he podido cocinar un plato de arroz. No hab¨ªa para m¨¢s", confiesa.
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