Un ciclista blanco en ?frica
Diario de Pedro Horrillo, el corredor profesional del Mapei que fue a trabajar como auxiliar al Tour de Burkina Faso para ayudar a sus amigos del Baqu¨¦ y a Hamado Pafadnam a lograr la victoria
Hamado Pafadnam no es Miguel Indurain; Son go, su amigo y consejero que lo ha acogido en su propia casa, tampoco.
Pero si hubiese que comparar a ambos con lo que significan en el ciclismo de Burkina Faso, el pobre y deprimido pa¨ªs del ?frica subsahariana patria natal de ambos, quiz¨¢ la comparaci¨®n no ser¨ªa tan desacertada. Ambos son verdaderos ¨ªdolos de masas. Son go gan¨® en el pasado cinco ediciones del Tour de Faso, con lo que ha quedado la leyenda del gran ¨ªdolo local que hizo triunfar al orgullo del pueblo burkin¨¦s ante el resto de pa¨ªses centroafricanos.
Hamado es, como proclaman con orgullo y no sin un cierto punto de exageraci¨®n, el primer ciclista profesional burkin¨¦s. Y demostrando su nivel, ha conseguido terminar tercero en la clasificaci¨®n general de ¨¦sta ¨²ltima edici¨®n del Tour de Faso, que termin¨® en el tradicional circuito de la avenida de la Revoluci¨®n de Uagadug¨² -la capital del pa¨ªs-, el pasado 10 de Noviembre, siendo as¨ª el primero en conseguir esta haza?a desde que los corredores europeos comenzaron a competir en Burkina.
Dos horas m¨¢s tarde pasar¨¢n los corredores. El grito ser¨¢ un¨¢nime: "?Pafadnam, Pafadnam!"
Hamado consigui¨® ser un corredor del Caf¨¦ Baqu¨¦, el mejor equipo nacional 'amateur'
"Te lo has merecido", le digo a Hameero, y le regalo unos calcetines de mi equipo
Tampoco el Tour de Faso es el Tour de Francia. Pero si la Sociedad del Tour de Francia est¨¢ orgullosa de organizar la mejor carrera ciclista del mundo, tambi¨¦n lo est¨¢ de hacer lo mismo con la mejor carrera del continente africano. Un Tour de Faso al que el gigante empresarial galo ech¨® sus garras hace dos a?os y que cada vez tiene menos que envidiar a su hermano mayor europeo.
En Burkina Faso la televisi¨®n es una rareza a la que s¨®lo unos pocos tienen acceso, s¨®lo parte de los afortunados que ven llegar a su casa un cable el¨¦ctrico por un milagroso tendido que no se aleja demasiado de las pocas ciudades -es un decir- existentes. El resto de la poblaci¨®n, es decir, la mayor¨ªa, se tienen que conformar con imaginarse la realidad a trav¨¦s de las palabras que env¨ªan los locutores de la radio. Por eso todos saben qui¨¦n es Pafadnam, pero si lo ven, muy pocos lo reconocen.
El pelot¨®n pasa por delante de un peque?o poblado mossi. Podr¨ªan ser las afueras de Uaga, o quiz¨¢ estemos a m¨¢s 300 kil¨®metros, no hay mucha diferencia. El paisaje es siempre el mismo, el ¨¢rido sahel, tierras de tr¨¢nsito entre el inmenso desierto del Sahara y la gran selva del ?frica central. Kil¨®metros y kil¨®metros de llanura des¨¦rtica en la que apenas crecen unos m¨ªseros arbustos que dan poco m¨¢s que sombra, que no es poco pedir. De vez en cuando, una t¨ªmida laguna hace reverdecer a todo lo que se encuentra a su alrededor y consigue hacernos desviar la vista, pero poco despu¨¦s, todo sigue igual. Todo el poblado se dirige al borde del asfalto para ver el esperado espect¨¢culo, el paso del Tour de Faso con toda la cantidad de personas y veh¨ªculos que en ¨¦l participan. El tiempo es un concepto que tiene un significado bien diferente en ?frica, pues los espectadores se dirigen al asfalto con el alba. Sabiendo que ese d¨ªa pasa por all¨ª la carrera, acertar con la hora es tan sencillo como esperar, deben ser su razonamiento, seg¨²n mi l¨®gica europea, pero cualquiera sabe, porque aqu¨ª la l¨®gica parece seguir reglas bien diferentes. El caso es que vaya si aciertan, no hay uno que llegue tarde, y no hay detalle que se les escape.
Los ni?os son siempre mayor¨ªa, ya sea en los poblados o incluso en cualquier punto indeterminado de la ruta. Paras en un lugar desierto, donde nada parece haber en kil¨®metros a la redonda, y en cuesti¨®n de minutos tendr¨¢s a una decena de personas a tu lado, preferentemente ni?os que parecen salir de debajo de las piedras, mir¨¢ndote con extra?eza de arriba a abajo, y los m¨¢s atrevidos, toc¨¢ndote con curiosidad para saber c¨®mo es esa piel tan rara y clara.
Los primeros del convoy en pasar somos nosotros, la caravana de furgonetas de equipos que vamos precedidos por un polic¨ªa motorizado que ha encontrado su vocaci¨®n en hacer el mono sobre su moto con equilibrismos imposibles para gozo y alegr¨ªa de todos los espectadores. Todos nos saludan y sonr¨ªen en un gesto espont¨¢neo. Es la tradicional simpat¨ªa y hospitalidad del pueblo burkin¨¦s que da la bienvenida al hombre blanco, que debo de ser yo. Poco despu¨¦s pasar¨¢ la caravana publicitaria. Pero ser¨¢n pocos los afortunados que se lleven a casa el valorado regalo de un cubito de caldo para hacer sopa que es lo que reparten, pues bocas hay muchas, y cubitos pocos. Y poco despu¨¦s, es decir, quiz¨¢ una o dos horas m¨¢s tarde pasar¨¢n los corredores. Y entonces, el grito ser¨¢ un¨¢nime: ???Pafadnam, Pafadnam, Pafadnam!!! ?Pero qui¨¦n es Pafadnam? Ni siquiera ellos lo saben, pues en la radio nunca han podido ver su cara. As¨ª que por si acaso, animar¨¢n a todos los corredores de color con el mismo grito, sabedores de que as¨ª, seguro que van a acertar.
Burkina Faso no es s¨®lo el nombre del pa¨ªs; es mucho m¨¢s, es una declaraci¨®n. Antiguamente el pa¨ªs se llamaba Alto Volta, hasta que el anterior presidente, un hombre revolucionario y con unos ideales comunistas ciertamente curiosos para tratarse de estas latitudes del planeta y que ha dejado un buen recuerdo entre sus conciudadanos, decidi¨® rebautizar al pa¨ªs con una mezcla de dos palabras, una procedente del mur¨¦, la lengua de los mossi, y otra procedente del b¨¢mbara, la lengua de los diula. Consegu¨ªa as¨ª unir a las dos etnias m¨¢s importantes de la regi¨®n es un mismo ideal de pa¨ªs. La idea era unir a estos dos pueblos tan diferentes en un concepto: Burkina Faso, o lo que es lo mismo, la tierra de los hombres ¨ªntegros, que es lo que verdaderamente significa.
Hombres ¨ªntegros como Hameero, el primo de Hamado Pafadnam, ganador de dos etapas en el Tour de este a?o. El d¨ªa previo a la carrera, mientras los corredores del Caf¨¦ Baqu¨¦, el equipo de Hamado, se preparaban para su entrenamiento, Hamado me lo present¨® como un amigo suyo cualquiera. Quiere ir contigo en el coche para vernos entrenar. De acuerdo, hay sitio de sobra, le dije yo. En un momento dado, a uno de los corredores se le cay¨® el botell¨ªn de la bicicleta. El chofer fren¨® instintivamente para parar a recogerlo. No, tranquilo, le dije yo, d¨¦jalo, hay muchos m¨¢s botellines en el hotel. Entonces, Hameero me mir¨® sorprendido, y como buenamente pudo, me pregunt¨® a ver si pod¨ªa recogerlo ¨¦l y qued¨¢rselo. De acuerdo, amigo, tuyo si lo quieres. Un buen rato despu¨¦s y con su botell¨ªn en la mano, casi sin darle importancia, me hizo saber que ¨¦l tambi¨¦n era corredor, que ya se hab¨ªa entrenado ese d¨ªa, a las 6 de la ma?ana, temprano para poder ir con nosotros al entrenamiento, y que tambi¨¦n ¨¦l iba a participar en la carrera con la selecci¨®n B de Burkina. Vaya, qu¨¦ sorpresa, me dije. Esa misma tarde, en la presentaci¨®n de los equipos, cuando subi¨® al estrado la selecci¨®n B de Burkina me dije: mira, ah¨ª est¨¢ mi amigo de hoy. Hameero Sawadogo, dijo el presentador, ganador del reci¨¦n disputado Tour de Mal¨ª. Vaya, me sorprendo, adem¨¢s de corredor, est¨¢ hecho todo un campe¨®n. D¨ªas despu¨¦s, espero en meta la llegada de los corredores en la quinta etapa. Llegan dos corredores escapados, un franc¨¦s y un burkin¨¦s; ataca con decisi¨®n el burkin¨¦s, y al levantar los brazos para ganar descubro a mi amigo, que no para de darme sorpresas. Ya esa tarde, en el campamento me acerco a felicitarle. Est¨¢ contento por su victoria, pero s¨®lo parece interesarle el Tour de Francia. Sabe que yo lo he corrido, as¨ª que llama a un amigo suyo para que traiga una revista de ciclismo europea con fotos del Tour de Francia, y me muestra una en la que salgo yo, y me pregunta, me interroga, intenta desvelar qu¨¦ es lo que le cuento en cada una de las cuatro palabras que constituyen mi ¨ªnfimo vocabulario franc¨¦s. Te lo has merecido, le digo, y le regalo unos calcetines de mi equipo. Se iluminan sus ojos, se los prueba y... sorpresa, est¨¢n agujereados por debajo con una tijera. Vaya, si son los que utilizo para poner por encima de las zapatillas, me digo ruborizado, pero a ¨¦l parece darle igual, su alegr¨ªa sigue siendo la misma y dice que da igual, que por fuera eso no se ve. Consigo encontrar otro par sano, y reparo el incidente. Y me dice encantado: voy a correr con ellos todos los d¨ªas, f¨ªjate bien por si gano. Y no me hace falta fijarme mucho, porque lo consigue en la etapa siguiente. Y el ¨²ltimo d¨ªa, viene al hotel a despedirse de nosotros y a acompa?arnos al aeropuerto. Y en un momento del t¨ªpico intercambio de tel¨¦fonos y direcciones, desliza su mano al bolsillo, y saca de ¨¦l unos collares y pulseras. Son para ti, de regalo. Este es el gri-gri, para la buena suerte, espero que te guste. Muchas gracias Hameero, le digo yo, entendido el porqu¨¦ de aquello de "hombres ¨ªntegros".
Hamado Pafadnam es, adem¨¢s de ciclista, el protagonista principal de un documental. Mejor dicho, ya lo fue, y lo ser¨¢ de una segunda parte que ahora mismo est¨¢ en producci¨®n. Una productora catalana se acerc¨® hace unos a?os a hacer un documental sobre el Tour de Faso. Encontraron la historia humana de Hamado, el ¨ªdolo local que so?aba con ir alg¨²n d¨ªa a Europa, y convertirse en un ciclista profesional. El sue?o de toda una vida. El documental fue todo un ¨¦xito, se divulg¨® por diferentes canales, y cierto d¨ªa, alguien sentado en el sof¨¢ viendo a los corredores africanos a trav¨¦s de la pantalla cat¨®dica, se dijo, ?y por qu¨¦ no puedo ser yo quien haga realidad ese sue?o?. Y con esa pregunta arranca la segunda parte del documental. No ser¨¦ yo quien desvele sus secretos, pero la historia tiene mucha, mucha miga. Hamado consigui¨® ser un corredor del Caf¨¦ Baqu¨¦, el mejor equipo nacional amateur y convivi¨® durante siete meses con sus compa?eros de equipo en la casa que ¨¦stos tienen en las rampas del m¨ªtico puerto de Urkiola. Curiosa coincidencia, pues en todo Burkina no existe ni un solo puerto de monta?a, y pas¨® de no haber subido un puerto en bici en toda su vida, a tener que subir el gigante vasco en todos y cada uno de sus entrenamientos. Todas sus vicisitudes durante este tiempo, su choque cultural a la llegada, la adaptaci¨®n al modo de vida, al clima, a los h¨¢bitos cotidianos, etc... constituyen la base de toda la historia. Y el broche final, y el cierre de la historia, es su vuelta a Burkina para disputar el Tour de Faso, ya hecho todo un corredor, y la consecuci¨®n de su logro, ese podium en la general final. Y la conclusi¨®n general del documental parece ser que es: ten cuidado con lo que sue?as, porque tus sue?os se pueden convertir en realidad. Parece interesante, ?no?, pues permaneceremos a la espera. Tambi¨¦n a la espera permanecer¨¢ Hamado ahora mismo en su Burkina natal. Desde el suburbio de Uagadug¨² en el que vive con su familia pensar¨¢ y esperar¨¢ el momento en el que se cumpla su otro sue?o, porque ¨¦l sigue so?ando. Y con m¨¢s ¨¦nfasis, si cabe, porque ¨¦l sabe bien que a veces, los sue?os se convierten en realidad. Y sus sue?os dicen ahora que quiere volver. Pero no solo, sino con toda su familia. Ya no quiere ser ciclista, parece ser consciente de que sus posibilidades en el ciclismo profesional son nulas, pero eso no le importa demasiado. Aqu¨ª ha encontrado muchos amigos, mucha gente siempre dispuesta a ayudarle. Se ha acostumbrado a todas nuestras comodidades, se ha creado necesidades que antes no ten¨ªa y que ahora echa en falta. Es el precio que sin ser conscientes, nosotros obligamos a pagar a todo el que como ¨¦l, acogemos entre nosotros. Nuestro peaje en cambio consisti¨® en llevar las maletas llenas y traerlas vac¨ªas, o incluso, en alg¨²n caso, no traerlas.


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