Premisas repetidas
Las toscas arpilleras cosidas o las chispeantes esculturas de madera creadas por Manolo Vald¨¦s (Valencia, 1942), vistas por vez primera, causan gratificantes sensaciones. Lo chocante (llam¨¦mosle boutade) juega un papel determinante en su contemplaci¨®n. Mas cuando ese tipo de obras se ven muchas veces, el factor sorpresa deja de tener sentido. Lo que fue boutade chocante en el primer momento ya no choca nada. Y si adem¨¢s esas obras se han elaborado bajo la misma premisa a lo largo de veinte a?os ininterrumpidos, entonces todo se nos figura como una retah¨ªla, como una cadena repetitiva.
Eso sucede, a mi parecer, en la exposici¨®n de pinturas y esculturas de Manolo Vald¨¦s en el Museo Guggenheim de Bilbao, o sea a trav¨¦s de 70 obras realizadas en los ¨²ltimos veinte a?os. Los modelos utilizados por Vald¨¦s los toma de la historia del arte. Por ejemplo, se sirve del cuadro de Ribera titulado Martirio de San Bartolom¨¦ (fechado en 1639), para transformarlo en una pieza suya al trazar con gruesos empastes los rasgos m¨¢s peculiares de esa obra sobre un fondo de arpilleras cosidas. O sea, lo ha caricaturizado en lo esencial y le ha impostado el sesgo de arte pobre, a base de arpilleras alquitranadas, lamparones de aceite, ¨®leos y remiendos cosidos. A eso lo llama Ribera como pretexto. Dice Ribera y dice Picasso, Rubens, Vel¨¢zquez, Matisse, Zurbar¨¢n, L¨¦ger, entre otros etc¨¦teras.
Eso de utilizar iconos ya lo hac¨ªa cuando era componente del Equipo Cr¨®nica (de 1965 a 1981, a?o en el que muere su compa?ero, Rafael Solbes). Pero mientras su utilizaci¨®n consist¨ªa entonces en descontextualizarlos para presentarlos en otros entornos, con deliberada carga cr¨ªtica, ahora se han convertido sus trabajos en una rutinaria complacencia acr¨ªtica.
Y en lo que ata?e al uso de la materia, lo vemos muy lejos del esp¨ªritu de aquel de quien se ha nutrido. Hablamos del italiano Alberto Burri (nacido en 1915). Tambi¨¦n aqu¨ª entra en cuesti¨®n el entonces y el ahora. Burri utilizaba en sus obras los sacos remendados, con hilachas desgarradas, altamente expresivas; pero con el cuidado de que cualquier elemento figurativo directamente significante quedara anulado. Todo lo contrario acaece en las obras de Vald¨¦s. Es m¨¢s, por si quedan poco entendibles los rasgos figurativos de sus obras, el artista se afana en a?adir unas escuetas l¨ªneas a carb¨®n sobre los lienzos o bien utiliza leves incisiones para recalcar lo notorio.
En cuanto a lo que concierne a las esculturas, cabe aducir que estamos ante un buen artesano, que no un buen artista; alguien que, en vez de ir tras lo que no sabe -objetivo esencial de todo creador pl¨¢stico, por modesto que sea-, se ha puesto en disposici¨®n de repartirse continuamente recetas a s¨ª mismo.
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