Prisioneros
Las reglas de juego no escritas que acompa?an a las desideratas fijadas por la ley en la competici¨®n pol¨ªtica sufren ahora y aqu¨ª de una preocupante elasticidad. Alguien deber¨ªa aplicar su ciencia a indagar la calidad y excelencia de esas reglas y ofrecernos un completo vadem¨¦cum del desprop¨®sito que se adue?a de las formaciones pol¨ªticas cuando afloran los nervios, el vale todo, el de perdidos al r¨ªo, el s¨¢lvese quien pueda, o -el peor de todos-, el si te he visto no me acuerdo. Es curioso c¨®mo con los a?os se repiten sim¨¦tricamente los gestos audaces/mendaces desde el poder o la oposici¨®n. En ese sentido, la observaci¨®n sagaz e inteligente que mi amigo, el ex ministro socialista Vicent Albero le hizo al secretario general de los socialistas valencianos, Joan Ignasi Pla, con motivo de su participaci¨®n como invitado en una sesi¨®n del Club Jaume I, a prop¨®sito del PHN, actualizaba la paradoja. Dijo Albero que no comprend¨ªa como el grupo socialista en el Congreso de los Diputados hab¨ªa dado la espalda (con la excepci¨®n del diputado Cipri¨¤ Ciscar) al Plan presentado por el Gobierno del PP, si coincid¨ªa en lo sustancial con el que ¨¦l mismo y Felipe Gonz¨¢lez anunciaron en Valencia en la campa?a electoral de las generales del 93. Las exigencias del gui¨®n programado para los comportamientos de la oposici¨®n que un d¨ªa fue gobierno suelen llevar a la misma incomodidad con que Pla se enfrent¨® a la pregunta de alguien lo suficientemente cualificado como para contestarle con un balbuceo inconvincente. Cuando diversas organizaciones pol¨ªticas y sociales organizaron una protesta contra el PHN en Valencia bas¨¢ndose en una serie de criterios t¨¦cnicos y cient¨ªficos elogiables y de una entidad no desde?able (en un contexto de debate desapasionado propio de un simposio de expertos), el PSOE de aqu¨ª volvi¨® a verse en la misma y embarazosa situaci¨®n de Pla ante Albero, pero ahora prisionero de otro due?o. Me explico: buena parte de los argumentos esgrimidos por las organizaciones convocantes de mayor solvencia (las ecologistas, sin duda) pod¨ªan haber sido asumidos por el PHN de haber mediado algo que brilla por su ausencia en la pol¨ªtica espa?ola (escuchar a la sociedad m¨¢s all¨¢ de los expertos adictos a la causa y librarse de la esclavitud de la intenci¨®n del voto futuro de los ciudadanos); por lo tanto, es f¨¢cilmente entendible que el PSOE las asumiese como ideas-fuerza o referentes para sus hip¨®tesis de trabajo; pero convertidas en argumento central de una pol¨ªtica de oposici¨®n sin contemplaciones, habida cuenta que la ciudadan¨ªa valenciana no est¨¢ receptiva a los argumentos que animan la oposici¨®n al PHN y s¨ª a la idea b¨¢sica de que el d¨¦ficit hist¨®rico de agua de nuestro peque?o pa¨ªs se resuelve con las previsiones del Plan (argumento que a mi entender es correcto), el PSOE soslay¨® su voto en el Congreso y decidi¨® alejarse de la manifestaci¨®n instal¨¢ndose en la ratonera que su propia audacia pol¨ªtica le construy¨®. Para ser coherente, el PSOE debi¨® a?adir a su voto negativo en el Congreso un pliego de cargos cient¨ªficos y una comparecencia sin ambages a la marcha que trajo a Valencia loables intenciones, no pocos visitantes bienintencionados e interesantes y nuevos horizontes para el discurso pol¨ªtico (la preocupaci¨®n por los usos del agua en el futuro). Prisionero de una regla cruel (e innecesaria), el PSOE respira ahora aliviado porque cree (equivocadamente) que ya pas¨® todo, cuando esto no ha hecho m¨¢s que empezar.
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