?xito m¨¢s soberbia, igual a tristeza
El Deportivo malgasta un arranque estruendoso y concede un empate ante el Juventus, que se reh¨ªzo tras recibir dos goles
Por m¨¢s que se estudie y se investigue, nadie, incluido el aplicado Marcello Lippi -entrenador del Juventus-, hallar¨¢ jam¨¢s la manera de parar una jugada bien hecha. Lo perfecto es imparable, la virtud del f¨²tbol; el pecado es la soberbia y la complacencia. El Deportivo demostr¨® ambas cosas. Por si hab¨ªa dudas, lo primero lo demostr¨® dos veces, en dos minutos. Fran, en el callej¨®n del diez, que es algo as¨ª como el pasillo de su casa, se cosi¨® el bal¨®n a la bota, lo condujo una veintena de metros, advirti¨® la carrera de Capdevila por el rabillo del ojo y cuando sinti¨® sus pisadas le cedi¨® el bal¨®n con la pierna derecha; el catal¨¢n se la acomod¨® a su zurda, levant¨® las cejas, vi¨® la espigada figura de Trist¨¢n tras los dos centrales y le puso el bal¨®n en el flequillo para que lo enviar¨¢ a la red. Repetici¨®n, dos minutos despu¨¦s. Otra vez Fran, el zurcido del bal¨®n, Capdevila y su zurda, las cejas levantadas y, ?z¨¢s!. Para que no digan que no hay repertorio, el bal¨®n al primer palo, por donde llega la locomotora de Makaay con el pie hambriento de gol.
DEPORTIVO JUVENTUS 22 Deportivo: Juanmi; Scaloni, C¨¦sar, Romero, Capdevila; Sergio, Mauro Silva, Duscher, Fran (Amavisca, m. 77); Makaay (V¨ªctor, m. 61) y Trist¨¢n (Luque, m. 64) Juventus: Buffon; Thuram, Montero, Iuliano, Birindelli; Camoranesi (Zambrotta, m. 75 ), Tacchinardi, Davids; Nedved; Del Piero y Di Vaio (Zalayeta, m. 75). Goles: 1-0. M. 9. Contragolpe de Fran, por la izquierda, que habilita a Capdevila, cuyo centro lo cabecea Trist¨¢n. 2-0. M. 11. Repetici¨®n de la jugada, pero en este caso el centro de Capdevilla es raso lo remata en el primer palo Makaay. 2-1. M. 38. Birindelli sorprende con un disparo que se cuela por la escuadra. 2-2. M. 57. Nedved, desde fuera del ¨¢rea. ?rbitro: Herbet Fandel (Alemania). Amonest¨® a Davids, C¨¦sar, Tacchinardi, Capdevila, Scaloni y Montero. 32.000 espectadores en Riazor.
Un espect¨¢culo. El contragolpe como lo que es: un arte de magia, y el partido presuntamente en el bolsillo del Deportivo, que en un santiam¨¦n hab¨ªa reducido al Juventus a la condici¨®n de aprendiz del f¨²tbol. El rombo de Irureta, con Duscher, como factor sorpresa, jugando de tap¨®n y de medio punta, al mismo tiempo, condenaba al equipo italiano a trajinar sin sentido, como asustado.
El partido perfecto, so?ado por el Deportivo, adquiri¨® el car¨¢cter de pesadilla por la complacencia en el sue?o. El Depor, suficiente y feliz, se durmi¨®. Se descosi¨®, se parti¨®, y como primer resultado perdi¨® el bal¨®n. Mal presagio ante un equipo italiano, dif¨ªcil de tumbar por m¨¢s que le golpees. Por momentos, pareci¨® que el Deportivo no s¨®lo se durmi¨® en los laureles, sino que se desenchuf¨® del argumento. Por ejemplo, no se enter¨® de que Nedved, inicial medio punta, se tir¨® al costado izquierdo, donde contaba con el apoyo del voluntarioso Birindelli, y dej¨® de ser un n¨¢ufrago braceando entre un mar de medios centro. O que Del Piero se ech¨® unos metros atr¨¢s para buscar aliento.
El Depor, en pleno ataque de autismo, a¨²n segu¨ªa saborendo su grado de precisi¨®n en el contragolpe, su perfecci¨®n t¨¦cnica, su facilidad goleadora (dos delanteros, dos goles en once minutos). Cuando se miraba el ombligo, Birindelli le peg¨® en la cara. Un zapatazo insolente desde muy lejos, con un efecto impensable, se col¨® por la cruceta como un ob¨²s. Era el premio a la entereza y el castigo a la autocomplacencia, a la ausencia de tensi¨®n del Deportivo que no recibi¨® el mensaje que le enviaba el Juventus, es decir que encajaba los golpes pero no entregaba la cuchara. Que apelaba a la jerarqu¨ªa, en suma, de su pasado y de su presente y que confiaba ciegamente en ¨¦lla.
El descanso refresc¨® las piernas, pero no la cabeza. Como si nada hubiera pasado, el Juventuspuso cerc¨® al Deportivo, sin prisas, con Nedved en la izquierda y Thuram convertido en extremo derecho, como en sus mejores tiempos. Y lleg¨® el gol del checo en un acto de decisi¨®n, rob¨¢ndole la jugada a Di Vaio, que recortaba al defensa, para construir un disparo seco y duro que se col¨® junto al poste.
Incre¨ªblemente, un equipo que se hab¨ªa doctorado en el contragolpe no supo jugar con un 2-0 a favor, y contrariamente, un equipo italiano, poco previsto a atacar con vehemencia, se sobrepuso a un resultado adverso con un ejemplo de ciencia y de paciencia. Poco a poco se levant¨®, gracias a la impetuosidad -rayana en la violencia- de Davids, como term¨®metro del partido, y la t¨¦cnica individual de Nedved y Del Piero, jugadores acostumbrados a convivir con los momentos puntuales, pero ¨¢lgidos, del partido.
Irureta decidi¨® cambiar el encuentro, a cambio de que la grada de Riazor le recriminara sus decisiones: cambio de golpe a Trist¨¢n y Makaay, por Luque y V¨ªctor y un poco despu¨¦s a Fran por Amavisca. Es decir, los orfebres del contragolpe dejaban su lugar a futbolistas de otro tipo, con la esperanza de abrir un poco a la defensa del equipo italiano.
Dio igual. El Depor no estaba para desperezarse. Acostumbrado a dormir durante media hora, le hab¨ªa cogido gusto al sue?o. Los sobresaltos fueron en su ¨¢rea, a cambio de una sola acci¨®n personal de Luque que Buffon abort¨® con una salida r¨¢pida a tiempo.
Lo bueno y lo malo produjo un empate cuando se anunciada goleada o victoria c¨®moda. Y como no funcion¨® la magia europea, el Depor que comenz¨® riendo de placer, acab¨® con la cara hier¨¢tica de la tristeza m¨¢s profunda por su soberbia.
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