'Jam session'
Cuando Dieter Roth muri¨® en su estudio, a los 68 a?os, rodeado de botellas de alcohol y tubos de pintura, la ¨²ltima imagen que vio su hijo Bj?rn en la pantalla de un v¨ªdeo que grababa los movimientos del artista fue la de un hombre f¨ªsicamente enfermo aunque decidido, rodeado de colillas, bebidas y residuos org¨¢nicos, que desplegaba papeles usados y los enfundaba en pl¨¢sticos. La c¨¢mara tambi¨¦n hab¨ªa documentado la presencia de visitantes en el Bar 0 que "llenaban la obra de arte de vida y camarader¨ªa". La naturaleza, finalmente muerta, de ese estudio form¨® parte de una posterior instalaci¨®n que adquiri¨® la Staatsgalerie de Stuttgart. As¨ª fue como el artista alem¨¢n (Hannover, 1930-1998) se asegur¨® que su obra se mantendr¨ªa viva con cada visitante.
RICHARD HAMILTON / DIETER ROTH
Museu Serralves Rua D. Jo?o Castro, 210. Oporto Hasta el 31 de diciembre
El singular proyecto de Roth
fue crear un environment que rodeaba al "objeto negado" mallarmeano, pero en su sentido m¨¢s aseverativo, el que indaga en su car¨¢cter ling¨¹¨ªstico al afirmarse dicho objeto como parte de un sistema codificado que es deslizante y fluido, como la leche. Combati¨® con severidad las ideas l¨®gico-filos¨®ficas de Wittgenstein, pues consideraba que sus ordenadas v¨ªas de pensamiento ("los l¨ªmites de mi lengua son los l¨ªmites de mi mundo") no ten¨ªan nada que ver con "las ca¨®ticas y retorcidas v¨ªas de pensamiento que pasan por el tracto digestivo de un 'Rot (sic) que fuma, bebe y come mierda".
Pero Dieter Roth tambi¨¦n devor¨® fil¨®sofos. En una edici¨®n de Poeterei 3/4, el libro se convierte en alimento: las p¨¢ginas son bolsas llenas de costillas, col fermentada y salchichas. "Mi ojo es mi boca" y "mi digesti¨®n son las im¨¢genes del ojo", se lee en los poemas titulados Scheisse (mierda), inspirados en la l¨ªrica rom¨¢ntica alemana. Sus salchichas de literatura llegaron a un lujurioso paroxismo con los 20 tomos de las obras completas de Hegel distribuidas en otras tantas butifarras etiquetadas con el t¨ªtulo del libro que esperaban a ser consumidas por todos aquellos que odiaban tanto como ¨¦l el concepto idealista del arte.
Otro deporte al que se entreg¨® Roth fue a la destrucci¨®n de cuadros; les vert¨ªa por encima leche agria o yogur. Para ¨¦l, el cuadro medio podrido adquir¨ªa, cada vez m¨¢s, vida muse¨ªstica: "El museo para m¨ª siempre ha sido algo as¨ª como una funeraria". La intuici¨®n del autor alem¨¢n casi pudo haber degenerado en f¨®rmula. En cualquier caso, el peque?o mundo de chocolate, nicotina y alcohol de Roth maravill¨® al reposado y meticuloso Richard Hamilton (Londres, 1922), quien comenz¨® a indagar con fruici¨®n en los libros hechos a mano de su amigo. Sigui¨® su rastro hasta Finlandia, en 1962 comenz¨® una correspondencia escrita y, finalmente, le invit¨® a participar en varios proyectos editoriales -The Copley book (1965), Collaborations of Ch. Rotham (1976), Interfaces (1978)-.
La amistad entre Hamilton y Roth es el tema de una exposici¨®n en Serralves para la cual Vicent Todol¨ª, a punto de abandonar el museo portugu¨¦s, ha empleado ocho a?os de investigaci¨®n. Casi todas las colecciones p¨²blicas y privadas han respondido a la demanda de pr¨¦stamos, por lo que el resultado es de un rigor dif¨ªcilmente repetible. La muestra de 400 trabajos tiene mucho que ver con la grandeza del artista y muy poco con el culto al objeto, pero es arte en toda regla y tambi¨¦n una forma de involucrarnos en la idea de c¨®mo el arte "disidente" puede volverse, por mor de las instituciones, totalmente inofensivo.
Mientras que para Roth estas colaboraciones eran desaf¨ªos, Hamilton las consideraba aventuras llenas de sorpresas. Ante todo eran un trabajo de improvisaci¨®n, como una jam session donde lo importante era el af¨¢n por conseguir un ritmo ¨²nico. La muestra descubre los trabajos gr¨¢ficos del alem¨¢n bajo la influencia de Apollinaire, Marinetti y El Lissitzky; sus anuncios de papel higi¨¦nico Andrex, sus cuadros de especias, los Hut (sombreros), las series conjuntas People y Bathers, las Picadillies, Two-flower-pieces, los 30 retratos dobles de Interfaces (1979), la exposici¨®n para perros y las canciones de Cadaqu¨¦s (1976) y sus "canciones" de ladridos grabadas en la monta?a del Tibidabo. La pieza que Hamilton present¨® en la Documenta X, de Kassel, Seven rooms and Typosophic Pavillion, firma este recorrido como contrapunto al sentido de "c¨¢mara funeraria" que Roth otorgaba a sus piezas en su ext¨¢tico culto a la destrucci¨®n y que encontr¨®, finalmente, entre la lujuriosa decrepitud de su estudio.
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