Anal¨ªtica del paisaje
El pintor Alfonso Albacete (Antequera, 1950) es un artista que sabe argumentar sobre su trabajo. Entre las referencias que cita acerca de sus ¨²ltimos cuadros no est¨¢ aqu¨¦lla del paisajista ingl¨¦s John Constable, que dec¨ªa: "Para m¨ª pintar es otra forma de decir sentir". Sin embargo, creo que la serie de cuadros que ahora presenta (en una nueva galer¨ªa que se estrena con sus ¨²ltimos trabajos) tiene mucho de la obra de Constable, tanto en los aspectos paisaj¨ªsticos y sentimentales como en los propios del procedimiento pict¨®rico. Sorprende en la obra de Constable la fidelidad a los lugares que representa y el hecho de saber que los parajes del valle de Dedham que reproduc¨ªa en sus cuadros, pintados en el interior de su estudio en Londres, los hab¨ªa contemplado muchos a?os antes, durante su infancia. Por su parte, la obra que ahora presenta Alfonso Albacete es tambi¨¦n fiel a un paraje concreto, situado en la falda de la sierra de la Cabrera, y los cuadros han sido pintados en su estudio madrile?o, tiempo despu¨¦s de haber vivido all¨ª. Pero hay entre ambos artistas algo m¨¢s que una simple coincidencia de procedimientos, ya que la obra de Albacete puede ser tambi¨¦n interpretada como "otra forma de decir sentir", si bien la manera de expresar sus sentimientos, la sinton¨ªa con el lugar, la percepci¨®n de las formas y las luces, as¨ª como la manera de expresar los cambios ambientales de color, son muy diferentes a las del maestro rom¨¢ntico ingl¨¦s.
ALFONSO ALBACETE
Galer¨ªa Amparo G¨¢mir L¨®pez de Hoyos, 15. Madrid Hasta el 3 de enero de 2003
Sorprenden estos cuadros
por lo inesperado del tema y por los hallazgos expresivos que aportan, sin embargo, se trata de obras que siguen una l¨®gica coherente en la compleja evoluci¨®n pl¨¢stica de su autor. Contemplados de lejos muestran con nitidez las formas geogr¨¢ficas del territorio: las monta?as, los caminos y las construcciones, con el mar siempre al fondo, pero al aproximarse el espectador al cuadro se aprecian infinidad de manchas y goteos casuales que salpican aleatoriamente el lienzo buscando efectos ambientales. A la fidelidad de las formas y contornos opone el artista una cierta arbitrariedad crom¨¢tica que ti?e de un halo expresionista a estas pinturas. La persistencia de las formas b¨¢sicas del paisaje, con sus efectos perspectivos incluidos, emergiendo de entre una superficie tratada crom¨¢ticamente con elementos puntuales ajenos a las figuras, como si fueran una veladura, nos habla de una anal¨ªtica de la mirada que ha llegado a distinguir dos planos de observaci¨®n diferenciados y superponibles.
Trabajando en series, como suele hacer Albacete, estos cuadros, que interpretan las diferentes luces de las horas del d¨ªa y de la noche, as¨ª como las distintas estaciones del a?o, con sus respectivos meteoros, tendr¨ªan tambi¨¦n una posible relaci¨®n con las series del impresionista Claude Monet, en lo que tienen de investigaci¨®n luminosa, de b¨²squeda de aquello que hay m¨¢s all¨¢ de unas formas visuales que son mero pretexto para desarrollar la acci¨®n de pintar, para ensayar con la aplicaci¨®n libre del color sobre la tela.
No quisiera entrar aqu¨ª en juicios de valor sobre los resultados concretos obtenidos en cada cuadro, creo que no reside en la apreciaci¨®n individual de ellos el inter¨¦s del experimento pl¨¢stico que nos propone el artista, sino que el valor de estas obras se sit¨²a en el propio planteamiento, en la claridad que posee el pintor para plantear un problema pict¨®rico, desarrollarlo y profundizar en ¨¦l, en su capacidad para generar un proceso de trabajo sin necesidad de hacer concesiones para obtener resultados que puedan agradar a un p¨²blico mayoritario.
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