Pues tambi¨¦n
En el buz¨®n, me encuentro un tr¨ªptico de Parques y Jardines donde se ve a una chica en primer plano, pero desenfocada, hablando por el m¨®vil. "Los parques te explican su historia", pone. Parece que si llamas desde el tel¨¦fono port¨¢til a un n¨²mero determinado, una voz grabada te cuenta detalles sobre cuatro parques de Barcelona: el del Palau Reial, el del Laberint, el de la Ciutadella y el G¨¹ell. Es una idea que aplaudo con entusiasmo por el bien de la literatura. Todo el mundo sabe que los escritores sensibles est¨¢n en contra de los tel¨¦fonos m¨®viles. Por tanto, la imagen de una pareja paseando de la mano por la rom¨¢ntica Ciutadella, pero cada uno con su aparato pegado al o¨ªdo, les inspirar¨¢ tristes art¨ªculos sobre la incomunicaci¨®n.
Ofrecen servicios de gu¨ªa a trav¨¦s de m¨®viles, aunque todo el mundo sabe que los escritores sensibles est¨¢n en contra del m¨®vil
En el parque G¨¹ell (que se ve que es el m¨¢s visitado de Barcelona) hay, adem¨¢s, un servicio de alquiler de tel¨¦fonos. Como yo siempre conf¨ªo en la propaganda institucional me dejo el m¨ªo en casa y voy para all¨¢. Al entrar me paro delante de un panel donde se se?alan los lugares de inter¨¦s sobre los que tienes la posibilidad de recibir explicaciones telef¨®nicas. Tambi¨¦n informa sobre el precio de la llamada. Y es aqu¨ª donde me encuentro con el primer contratiempo: los precios est¨¢n expresados en pesetas y yo -por desgracia- cuento en euros. Podr¨ªa calcular la diferencia con un convertidor, pero el convertidor lo tengo incorporado al tel¨¦fono m¨®vil y el tel¨¦fono m¨®vil, en casa. Por si quieren echar cuentas les dir¨¦ que vale XXX pesetas por minuto m¨¢s el establecimiento de llamada, que son XX. (Se lo he puesto en cifras romanas para estar a tono, un poco, con el sabor arcaico de la moneda extinguida.) En el panel leo tambi¨¦n que el servicio de alquiler se encuentra en el "punto de informaci¨®n". Pero, lamentablemente, el punto de informaci¨®n no sale se?alado como "sitio de inter¨¦s" en ninguna parte del panel. No puedo ir al servicio de informaci¨®n a preguntar d¨®nde est¨¢ el servicio de informaci¨®n porque no s¨¦ d¨®nde est¨¢.
Pero no me perturbo, al contrario. Empiezo a caminar sin rumbo y enseguida me encuentro con uno de esos carteles de Parques y Jardines que demuestran que en nuestro Ayuntamiento no hay m¨¢quinas sino personas de carne y hueso, que no son -ni tienen que ser- perfectas como robots. Leo: "Els orins i excrements de gos fan malb¨¨ (sic) la gespa i les plantes". ?Qu¨¦ es una falta de ortograf¨ªa en la era de los mensajes SMS? Nada. Adem¨¢s, lo importante es que en este cartel se establece una diferencia entre el elemento "c¨¦sped" y el elemento "plantas", con lo que se nos da a entender lo que muchos ya intu¨ªamos: que el c¨¦sped, en realidad, no es una planta. En mi azaroso deambular llego a la casa museo de Gaud¨ª donde consigo una pista. Me explican que "lo de los tel¨¦fonos m¨®viles es en la librer¨ªa". Salgo en busca de la librer¨ªa pero de camino me paro, un momento, en uno de los espacios de inter¨¦s no se?alizados: el bar. Por supuesto es de lo m¨¢s gaudiniano. Se trata de una gruta de est¨¦tica parecida a ese restaurante lleno de estalactitas de la calle de Esc¨°cia esquina la avenida de la Meridiana llamado La cueva del t¨ªo Jes¨²s. A diferencia de los precios que me he encontrado en la entrada, los de aqu¨ª s¨ª que se expresan en euros pero, por alguna extra?a raz¨®n, la foto que ilustra los bocadillos no se corresponde con su enunciado. El "bocadillo de salami" (de 3,80 euros) sale fotografiado en realidad como un bocadillo de salami con queso. El "bocadillo de jam¨®n" (del mismo precio) sale fotografiado como un bocadillo de jam¨®n con queso. Para compensar, no hay foto del bocadillo s¨®lo de queso.
Ya en la librer¨ªa pido un tel¨¦fono de alquiler pero la dependienta me comunica que es imposible. "Se alquilaban antes, ahora ya no. De todas formas vaya al punto de informaci¨®n". No deseo otra cosa. Le pregunto d¨®nde est¨¢ y me se?ala el edificio de al lado. All¨ª me atiende la amable Iolanda, que me hace saber lo mismo: que no se alquilan tel¨¦fonos. "Pero", protesto, "lo pone a la entrada del parque y tambi¨¦n lo pone en el folleto de papel (ecol¨®gico) que he recibido en mi buz¨®n". Iolanda sonr¨ªe. "Ya. Es que mucha informaci¨®n es err¨®nea".
Sin haber conseguido mi objetivo me vuelvo a casa y una vez all¨ª releo el folleto. En ¨¦l, los precios de la llamada est¨¢n en euros pero -eso s¨ª- me parece interpretar una ligera variaci¨®n de precio en el redactado en catal¨¢n. Pone: "El coste de la llamada es de 0,18 euros por minuto, con un coste de establecimiento tambi¨¦n de 0,12 euros". Ese "tambi¨¦n" me hace suponer que para los fil¨®logos de Parques y Jardines un 0,18 es lo mismo que un 0,12 y, tal como est¨¢ la vida, no les falta raz¨®n. Marco el 3999. Una voz grabada me dice que escoja el idioma y en honor a Patrick Kluivert escojo el catal¨¢n. Luego me pide que pulse el n¨²mero del espacio de inter¨¦s donde me encuentro. Me encuentro en mi casa y en mi casa no hay ning¨²n espacio de inter¨¦s. ?O s¨ª? Por probar pido explicaciones sobre la escalera. La voz me dice que, a pesar de sus grandes dimensiones, no es una construcci¨®n prepotente y que la vegetaci¨®n empieza aqu¨ª su juego de complicidad con la piedra. Esto me recuerda que tengo que regar el geranio y luego las plantas. Al geranio le echar¨¦ 0,12 litros de abono y a las plantas, pues tambi¨¦n 0,18 litros.
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