Fernanda Gattinoni,la ¨²ltima sastre de alta costura
Roma dedicar¨¢ una calle a Fernanda Gattinoni, la modista italiana m¨¢s famosa en los a?os previos al boom de los dise?adores. Gattinoni falleci¨® el martes pasado en su casa de Roma cuando estaba a punto de cumplir los 96 a?os de edad. Durante su larga vida profesional no fue otra cosa que una sastra, una modista distinguida que lleg¨® a la cima dise?ando trajes para las divas cinematogr¨¢ficas del momento, desde Ingrid Bergman a Audrey Hepburn, Anna Magnani, Silvana Mangano o Luc¨ªa Bos¨¦, y para las princesas de medio mundo.
De ella se ha dicho que era una trabajadora nata. Hasta el ¨²ltimo d¨ªa al pie del ca?¨®n, en la casa romana que hab¨ªa creado en 1946, despu¨¦s de 12 a?os de trabajar para otros modistos. Gattinoni, conocida como Madame, fue siempre fiel a los criterios de la elegancia ortodoxa, y detestaba, por ejemplo, las transparencias y los trajes excesivos. "El desnudo excita, pero no conquista", sol¨ªa decirles a sus clientas. Algunas, como Audrey Hepburn, que luci¨® sus dise?os en la pel¨ªcula Guerra y paz, logrando una nominaci¨®n al Oscar, no acabaron de caerle simp¨¢ticas. "Era egoc¨¦ntrica y en mi taller ped¨ªa cosas como un termo con zumo de naranja para llev¨¢rselo a Cinecitt¨¢. ?Como si no pudiera compr¨¢rselo ella en un bar!", dec¨ªa Madame Gattinoni. Mucho m¨¢s agradables eran las visitas de la Bergman en los tiempos de su matrimonio con Roberto Rossellini. Con ella, la modista desaparecida no ahorraba elogios: "Era una se?ora espl¨¦ndida, simpatiqu¨ªsima, nos hicimos muy amigas. A ella le preocupaba mucho que Rossellini no pagara las facturas de los trajes".
La fama de Gattinoni lleg¨® hasta Eva Per¨®n, que le encarg¨® varios modelos. "Una dama elegante quiz¨¢s para los criterios suramericanos, que no pod¨ªa estar, ni siquiera en verano, sin una estola de piel".
Fernanda Gattinoni hab¨ªa nacido en Varese (Lombard¨ªa), en el norte de Italia, y se inici¨® muy joven en el mundo de la moda. Con apenas 18 a?os trabajaba ya como aprendiza en los talleres de la casa Molyneux, en Londres, donde conoci¨® a famosas como Mae West. En los a?os treinta le lleg¨® la primera gran oportunidad, trabajar con Coco Chanel. La Gattinoni no tuvo dudas, la respuesta fue negativa. El gesto y las manos nudosas de la gran Coco la convencieron de que era una persona autoritaria con la que no habr¨ªa habido acuerdo. Opt¨® por regresar a Mil¨¢n "fichada" por la firma Ventura. En los a?os cuarenta, aprovechando la apertura de una sede en Roma, Gattinoni se independizar¨ªa.
M¨¢s dif¨ªcil fue adaptarse a los nuevos tiempos. Su ¨²nico hijo, Raniero, tom¨® las riendas de la casa de modas, siempre bajo la atenta supervisi¨®n de la se?ora. Pero su muerte prematura, en 1993, con apenas 40 a?os, oblig¨® a hacer nuevos cambios. Dos amigos de Raniero, el venezolano Guillermo Mariotto y el italiano Stefano Dominella, se hicieron cargo de la casa, tanto de los dise?os como de la gesti¨®n econ¨®mica, logrando de nuevo el resurgir de la firma. Madame Gattinoti no se alej¨® por ello de su trabajo. Todos los d¨ªas iba a la tienda romana, hasta el martes, cuando le sorprendi¨® la muerte. Parte de su herencia ir¨¢ a financiar la investigaci¨®n sobre el sida.-
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