'Fatwa'
Quienes mantienen que el islam es insoluble en la democracia occidental tienen un argumento de peso en la fatwa que el estado nigeriano de Zamfara ha pronunciado contra Isioma Daniel, la periodista que cubr¨ªa el frustrado concurso de Miss Mundo. Refiri¨¦ndose al rechazo que el certamen produc¨ªa entre los musulmanes de Nigeria, la periodista dijo que a Mahoma no s¨®lo le habr¨ªa agradado un desfile semejante, sino que hubiera tomado por esposa a alguna de las mujeres que participaban en ¨¦l. Salman Rushdie se ha quejado de que en las comunidades isl¨¢micas de Europa, aquellas que supuestamente leen democr¨¢ticamente el Cor¨¢n, nadie alza la voz para condenar este nuevo disparate del fanatismo.
Con todo, no creo que el islam sea especialmente refractario a la democracia, no m¨¢s que otras religiones incluida la cat¨®lica, que durante siglos decret¨® sus propias fatwas, llamadas aqu¨ª "edictos de fe", para castigar con horribles ejecuciones los desv¨ªos de la ortodoxia. El origen de tales aberraciones, las cat¨®licas de antes y las isl¨¢micas de ahora, no es la relaci¨®n siempre dif¨ªcil de la religi¨®n con la democracia, sino la aplicaci¨®n de principios religiosos en la administraci¨®n de asuntos civiles.
El ¨²ltimo disco del grupo de rock sevillano Narco incluye un videojuego que consiste en disparar contra cofrades y mujeres con mantilla cuando estos se encuentran frente al Cristo del Gran Poder o la Macarena. No lo he visto, pero parece un ejemplar m¨¢s de esa repugnante basura fascista que exalta la violencia. No creo, sin embargo, que sea m¨¢s nauseabundo que otros muchos jueguecitos de matar que se venden libremente en el mercado. Lo particular de este caso es que su autor, un profesor de inform¨¢tica sevillano, ha sido detenido; su p¨¢gina web ha sido clausurada; y los discos del grupo Narco, secuestrados por orden judicial. Como Salman Rushdie, yo tampoco he visto a nadie rasgarse las vestiduras por lo que tiene toda la pinta de ser un episodio de censura civil apoyada en motivos religiosos.
Porque al inform¨¢tico no se le acusa, como deber¨ªa hacerse, de apolog¨ªa del fascismo o de justificaci¨®n de la violencia, en cuyo caso yo no estar¨ªa escribiendo esta columna, sino de atentar contra la libertad de conciencia y los sentimientos religiosos. Y esto s¨ª me parece otro disparate. Seg¨²n las hermandades de Sevilla, el videojuego es un atentado contra la Semana Santa y un da?o para la religi¨®n cat¨®lica. ?Y qu¨¦? Las palabras de la periodista nigeriana tambi¨¦n son una ofensa contra el islam, y no por ello Isioma Daniel es una delincuente. Contra lo que se dice, no son las ideas, y menos a¨²n las ideas religiosas, sino las personas quienes merecen nuestro respeto y la protecci¨®n de las leyes civiles. Videojuegos violentos como el de Narco son intolerables y no deber¨ªan existir en el mercado, pero no porque ofendan a la religi¨®n, sino porque da?an a la sociedad civil.
Coda final: al creador de esta lamentable obra tambi¨¦n se le acusa -y esto se entiende mucho mejor-, de un delito contra la propiedad industrial, porque Cristo del Gran Poder y Virgen de la Macarena son, ojo, marcas registradas.
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