Indiferencia indebida
Un fallo de r¨¦gie a la hora de los saludos al final del espect¨¢culo no permiti¨® calibrar con exactitud la reacci¨®n del p¨²blico ante este Don Giovanni. Tras largas ovaciones a los int¨¦rpretes y al director musical, Calixto Bieito y su equipo salieron precipitadamente a saludar. Recibieron abucheos y aplausos por igual -un minuto escaso de divisi¨®n de opiniones- y con la misma precipitaci¨®n abandonaron la escena. Los cantantes, sin tiempo a recibir los rituales ramos de flores, les siguieron. Se hizo oscuro en la sala y cesaron aplausos y protestas. En la Rambla barcelonesa, desheredados como los que Bieito hab¨ªa creado sobre las tablas preparaban sus cartones para pasar la fr¨ªa noche a la intemperie.
Don Giovanni
De W. A. Mozart sobre un libreto de L. da Ponte. Int¨¦rpretes: W. Drabowicz, A. Kotxerga, R. Sch?rg, M. Reijans, V. Gens, K. Youn. F. Bou y M. Martins. Direcci¨®n esc¨¦nica: Calixto Bieito. Orquesta Sinf¨®nica de la Academia del Gran Teatro del Liceo. Coro de M¨²sica de C¨¢mara del Palau de la M¨²sica. Direcci¨®n musical: Bertrand de Billy. Barcelona, Liceo, 30 de noviembre.
No merec¨ªa indiferencia esta propuesta. Podr¨¢ interesar m¨¢s o menos, podr¨¢ provocar asco o entusiasmo, pero en ning¨²n caso debe ser despedida en silencio. Hay demasiado trabajo bien hecho, demasiadas interpretaciones forzadas al l¨ªmite, incluso demasiados errores como para dar por buena la reacci¨®n indolora. En el lado positivo, consignemos que no hubo interrupciones mientras el espect¨¢culo avanzaba, m¨¢s all¨¢ de los aplausos de respeto a tal o cual aria.
Dicho lo cual, buena parte de la culpa de la indiferencia la tuvo el propio espect¨¢culo. Respecto a la versi¨®n de Londres de hace un a?o y medio, este Don Giovanni resulta como un buen vino rebajado con agua. Aunque todav¨ªa queda mucha, buena parte de la violencia original ha sido borrada de la puesta en escena barcelonesa. Por ejemplo, la soberana paliza que Masetto propinaba a Zerlina mientras ella le cantaba el aria del b¨¢lsamo, met¨¢fora de la mujer sometida al macho feroz. Por ejemplo, el descerebrado pateo de Leporello de s¨ªmbolos madridistas, met¨¢fora del hooligan incapaz de vivir sin vaciarse en la iraccionalidad colectiva. No me gustar¨ªa pensar que una correcci¨®n pol¨ªtica de v¨ªa estrecha ha hecho acto de presencia en estas supresiones.
En lo esc¨¦nico, sale perjudicado este Don Giovanni respecto al de Londres. Es menos coherente, lleva menos sangre en sus venas.
En el terreno musical, en cambio, este Don Giovanni se alza muy por encima de su precedente londinense. Vaya por delante la do?a Elvira de V¨¦ronique Gens, segura, fuerte, musical y esc¨¦nicamente impecable. A Regina Sch?rg (do?a Anna) se la vio vocalmente s¨®lida, pero con alguna duda en la composici¨®n del personaje bieitiano.
Tenso, brillante, excepcional el Leporello de Kwanchul Youn. En cambio, al don Juan de Wojtek Drabowicz, siendo correcto, le falta un punto de aplomo, como a la Zerlina de Marisa Martins un punto de ligereza. Bien sin reservas el Masetto de Felipe Bou y el Comendador de Anatoli Kotxerga.
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