El cese de los 'paras'
El anuncio de que las Autodefensas de Carlos Casta?o (ACC), los ex mercenarios del latifundismo colombiano y hoy empresarios del crimen, han declarado un cese de hostilidades ya en vigor tiene toda la hechura de ese gran ¨¦xito que el presidente Uribe estaba buscando en estos primeros meses de su mandato.
El cese de las hostilidades es el primer paso de una negociaci¨®n dura, dif¨ªcil y de temibles efectos en el otro gran frente de la guerra colombiana: la lucha contra la guerrilla, se?aladamente las FARC de Manuel Marulanda, Tirofijo, que van a considerar una agresi¨®n del Gobierno -a ellos y al pa¨ªs- todo lo que interpreten como favor en el trato a los paramilitares.
?Qu¨¦ puede hacer ante ello Uribe? Un perd¨®n general parecer¨ªa casi tan sospechoso como generoso, pues los enemigos del presidente siempre le han acusado de vinculaciones con la contraguerrilla, y los mismos paras han sido universalmente considerados como los grandes violadores de los derechos humanos del conflicto. De un lado, es dif¨ªcil que Casta?o se contente con menos, y de otro, de no ser as¨ª, se estar¨ªa primando la escisi¨®n y continuaci¨®n del bandidaje de aquellos paramilitares a los que en ning¨²n caso entusiasme una decisi¨®n que les priva del ping¨¹e negocio del narcotr¨¢fico y la extorsi¨®n criminal, de la que ese ej¨¦rcito de 10.000 hombres ha vivido estos ¨²ltimos a?os. ?xito, por tanto, el de Uribe, aunque pre?ado de trampas y obst¨¢culos.
El Supremo ya invalid¨® la semana pasada -aunque s¨®lo por razones de forma- la creaci¨®n de dos zonas de rehabilitaci¨®n, territorios graciosamente entregados a la gobernaci¨®n directa del Ej¨¦rcito, y ahora ha de decidir c¨®mo compensa a Casta?o por su posible rendici¨®n. Ninguna soluci¨®n ser¨¢ ideal, y la justicia bien puede resentirse de ello. Pero vale la pena explorar esa v¨ªa de paz.
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