Los lunes en casa
Los hombres hemos estado, y estamos a¨²n, excesivamente centrados en el mundo laboral y aleda?os. La gente era, y es en una buena parte, lo que era su trabajo, un trabajo socialmente reconocido como tal, y como tal retribuido. El trabajo, la profesi¨®n, el "curro", constitu¨ªa y constituye un elemento nuclear sobre el que se han ido construyendo amistades, camarader¨ªas, v¨ªnculos, alegr¨ªas y penas. Esa fijaci¨®n y restricci¨®n vital puede generar grandes dificultades para reorganizar las propias narraciones individuales si falla o se deteriora ese aspecto cardinal de nuestra existencia. Y ¨¦se parece ser el camino en el que nos encontramos. Estamos crecientemente abocados a un mundo en el que la vinculaci¨®n laboral se hace m¨¢s precaria, m¨¢s inestable, menos determinante de lo que somos o acabemos siendo. Precisamente por ello debemos ser capaces de saber construir m¨¢s espacios vitales, aventuras y proyectos en los aleda?os de ese fragmentario y discontinuo universo laboral. En este sentido, podr¨ªamos preguntarnos hasta qu¨¦ punto hemos aprendido los hombres a movernos en ese gran espacio del hogar y del microcosmos cotidiano en el que siguen persistiendo y floreciendo, a pesar de todo, v¨ªnculos y lazos. Lo cierto es que todos los datos indican que, a pesar de la tendencia a homogeneizar la presencia de hombres y mujeres en el mercado de trabajo, en la casa el papel del hombre es residual y perif¨¦rico. ?Qu¨¦ ocurre cuando un hombre todo trabajo, todo profesi¨®n, todo colegas, se ve obligado a salir de ese mundo por edad o por despido? ?C¨®mo reingresa en el hogar?
Pronto ser¨¢n un mill¨®n, si no lo son ya, los espectadores que han visto la pel¨ªcula Los lunes al sol en toda Espa?a. Es una buena noticia que alguien en Espa?a siga con voz propia caminos que, en un contexto muy brit¨¢nico, ya nos hab¨ªa presentado Ken Loach. Y que adem¨¢s consiga llegar al gran p¨²blico con un tema alejado de la concesi¨®n y la sonrisita f¨¢cil. Pero, a pesar de ello, convendr¨ªa repensar el escenario que se nos ofrece en el filme en cuesti¨®n. La vida de los parados de la pel¨ªcula transcurre en un porcentaje muy alto alrededor del bar, las copas o los caminos de nostalgia. Las casas de esos hombres, sus mujeres, ocupan un lugar secundario o contradictorio. Al ver el filme, a uno se le ocurre, ?c¨®mo transcurrir¨ªa la pel¨ªcula si en vez de contarnos las peripecias de un grupo de hombres desempleados nos narrara las vicisitudes de un grupo de mujeres en paro? ?Estar¨ªan tambi¨¦n todo el d¨ªa en el bar de un antiguo colega o en la cubierta del transbordador tomando el sol?
Es cierto que en el filme que sirve de excusa a este comentario las mujeres ocupan un cierto lugar. Se observa, por ejemplo, c¨®mo la ausencia de la mujer desencadena un proceso de deterioro sin l¨ªmites de la existencia de uno de los afectados, que ve imposible seguir viviendo m¨¢s all¨¢ del trabajo asalariado. En otro caso, la presencia femenina se constri?e al ¨¢mbito de la casa y del cuidado de la prole. En el caso m¨¢s relevante, en fin, la actividad laboral de la compa?era de uno de los parados provoca tensiones muy significativas por lo que tiene de cambio de los roles tradicionales. En ning¨²n caso se observa una capacidad de los parados de acometer su reingreso en el hogar, su capacidad de construir un nuevo universo de obligaciones y relaciones en las labores de cuidado o de atenci¨®n, y tampoco sabemos muy bien si al margen del trabajo ausente o el hogar marginal, esos hombres tienen otros v¨ªnculos, otros lazos con el entorno, algo que permita imaginar una sociedad de actividades plurales, justo cuando el pleno empleo nos est¨¢ abandonando.
De hecho, muchos observadores atentos de la vida cotidiana han destacado las enormes dificultades de los jubilados, voluntarios o involuntarios, para superar lo que implica su nueva v¨ªa poslaboral. En muchos casos se despiden con fingida alegr¨ªa de su lugar de trabajo, en el que quiz¨¢s gozaban de consideraci¨®n, prestigio y respeto, para empezar a detectar que las cosas en casa no van a ser igual. Ni saben ni les dejan meterse en terrenos en los que sus carencias resultan muy evidentes. Algunos pueden llegar a sufrir depresiones ante lo que aparentemente es un vac¨ªo existencial, y pasean sus malos humores por sus escenarios m¨¢s cercanos. Otros m¨¢s afortunados van encontrando sus nuevos roles. Disfrutan de los nietos, hacen chapuzas, encuentran segundas oportunidades y segundas "carreras" o se atreven con fogones y cesta de la compra.
Las mujeres parece que est¨¢n mejor preparadas para esas transiciones, y de hecho lo que ocurre es que no dejan de trabajar nunca. En el mejor de los casos, reducen su doble jornada anterior a una ¨²nica jornada de labores de cuidado y atenci¨®n a la casa y al n¨²cleo familiar. No resulta imaginable un grupo de desempleadas tomando copas y pasando el tiempo como mejor se pueda. Uno las puede imaginar trasteando de aqu¨ª para all¨¢, creando valor no mercantilizado, aprovechando, al fin y al cabo, su oficial situaci¨®n de "paradas". Quiz¨¢s ¨¦sa es otra manifestaci¨®n de la necesidad de repensar roles y dedicaciones temporales de hombres y mujeres. El hombre precisa compartir espacios y responsabilidades en el hogar y en el ¨¢mbito familiar en general, m¨¢s all¨¢ de las tradicionales coartadas de poner la mesa o hacer la paella el domingo. Las mujeres han tenido que llegar a ser fiables y consistentes en sus compromisos. Sus propias especificidades reproductoras lo requer¨ªan. ?Pueden los hombres generar sus propias responsabilidades familiares y ser tan fiables como lo son en su mundo profesional, o hay algo gen¨¦tico que lo impide? ?Es posible generar cordones umbilicales espec¨ªficos con neveras, fogones o lavadoras? Quiz¨¢s el filme que comentamos nos muestra la importancia de ser no s¨®lo adaptables y reciclables en el mundo profesional en sentido estricto, sino tambi¨¦n lograr serlo y tener nuestras propias responsabilidades y habilidades en ese mundo familiar y cotidiano al que siempre hemos considerado como secundario. Quiz¨¢s as¨ª, no s¨®lo lograr¨ªamos articular mejor ese reinvento diario en el que se est¨¢ convirtiendo la familia, sino que adem¨¢s preparar¨ªamos mejor nuestro voluntario o involuntario retiro de la esfera laboral. Acabar¨ªamos ganando todos. Y podr¨ªamos ir explorando nuevas maneras de pasar los lunes no s¨®lo al sol, sino tambi¨¦n en casa.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
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