La presentaci¨®n de la revista 'Letras Libres' desencadena la ira de la izquierda radical
El encuentro con Silvio Rodr¨ªguez, al que asistieron 2.500 j¨®venes, desata grandes pasiones
El pensamiento cr¨ªtico vuelve a chocar contra la intolerancia. Un grupo de j¨®venes mexicanos de la izquierda m¨¢s rancia lanzaron un sinf¨ªn de improperios el pasado domingo contra un grupo de intelectuales que presentaba en la Feria de Guadalajara la ¨²ltima entrega de la revista mexicana Letras Libres. Dedicado a la cultura cubana, el n¨²mero cuestiona la figura de Fidel Castro y propone diferentes caminos para la transici¨®n democr¨¢tica de la isla. La ortodoxia no lo pudo soportar y arremeti¨® contra todos los que ten¨ªa delante, acus¨¢ndolos de estar subvencionados por la CIA. Poco antes, la organizaci¨®n de la XVI Feria del Libro de Guadalajara hizo malabarismos para hacer hueco a la multitud de j¨®venes que quer¨ªa participar en el encuentro con Silvio Rodr¨ªguez.
La escritora canadiense Margaret Atwood demostr¨® un excelente sentido del humor cada vez que se ve¨ªa interrumpida durante la conferencia que ley¨® el pasado domingo sobre la cultura de su pa¨ªs. "Cuba, s¨ª; yanquis, no; Cuba, s¨ª; yanquis, no; Cuba, s¨ª; yanquis, no", vociferaba un gent¨ªo en la sala de al lado. Margaret Atwood se deten¨ªa un instante y retomaba el hilo de su discurso para contar que la literatura siempre es una elaboraci¨®n que cocina los materiales crudos que le ofrece la realidad, y que se trata de un viaje sin prop¨®sito alguno para descubrir los interrogantes de cada hombre enfrentado al paisaje que lo rodea. "Fidel, Fidel, Fidel", segu¨ªan chillando al lado. "No s¨¦ si deber¨ªamos interrumpir y sumarnos a la fiesta", coment¨® la escritora canadiense.
El problema era que no se trataba de una fiesta, sino de un linchamiento verbal que padecieron distintos intelectuales por parte de las gargantas furibundas de unos j¨®venes izquierdistas radicales que, seguramente, manifestar¨ªan el m¨¢s ol¨ªmpico de los desprecios por las filigranas literarias que elaboraba al lado Margaret Atwood y que, desde luego, no aceptan la menor disidencia frente a su visi¨®n de la revoluci¨®n cubana. As¨ª que consideran que cuantos han hecho el ¨²ltimo n¨²mero de Letras Libres son unos traidores y servidores de los intereses estadounidenses. Y eso fue lo que les quisieron transmitir.
"Vendidos"
"Vendidos, comemierdas, pirurris , traidores". He ah¨ª unas cuantas perlas que los radicales mexicanos (y otros tantos cubanos que los acompa?aban) dispararon contra quienes estaban en la mesa de Letras Libres, el que la coordinaba, Julio Trujillo (jefe de redacci¨®n de la revista, que dirige el mexicano Enrique Krauze), y los que eran coordinados: el cr¨ªtico mexicano Christopher Dom¨ªnguez, el antrop¨®logo tambi¨¦n mexicano Roger Bartra y dos cubanos, el escritor Jos¨¦ Manuel Prieto y el cr¨ªtico Rafael Rojas.
La sala estuvo llena y se respiraba tensi¨®n desde el principio. Julio Trujillo resume las intervenciones: "Roger Bartra comenz¨® lament¨¢ndose de que la defensa de Cuba se identifica con la peor izquierda posible, la que se cubre con un velo de sentimentalismo. Pero, sobre todo, especul¨® a prop¨®sito de los caminos que podr¨ªa seguir Cuba en su camino hacia la democracia, fij¨¢ndose en distintos modelos: el de China, el de los pa¨ªses del Este de Europa y el de M¨¦xico. Jos¨¦ Manuel Prieto analiz¨® el r¨¦gimen cubano compar¨¢ndolo con el modelo estalinista, con el que tiene muchos puntos en com¨²n salvando las distancias. Dijo que Castro no tiene, como Stalin, sed de sangre, pero s¨ª que reina en Cuba un terror de baja intensidad".
La tensi¨®n crec¨ªa por momentos as¨ª que, cuenta Trujillo, Rafael Rojas prefiri¨® centrarse en un an¨¢lisis exclusivamente literario de la obra de Cintio Vitier. Al final intervino Christopher Dom¨ªnguez, que lament¨® que en la feria se hubiera desaprovechado la oportunidad de invitar a toda una serie de grandes autores cubanos que brillaban por su ausencia. No dijo nombres, pero todos sab¨ªan que se refer¨ªa a Guillermo Cabrera Infante y, a partir de ¨¦l, a toda esa serie de escritores que no tiene m¨¢s remedio que escribir en el exilio.
Unas 30 manos se levantaron de inmediato para pedir el turno de palabra. La acusaci¨®n fundamental: que Letras Libres (a la que llamaron Letras Cautivas o Letras Muertas) estaba al servicio de Estados Unidos. Se dijo que todo el mundo pod¨ªa opinar, pero que lo que ellos hac¨ªan era mentir. No era f¨¢cil un di¨¢logo fluido porque fue entonces cuando se corearon las consignas que obligaron a interrumpir su discurso, en la sala de al lado, a Margaret Atwood.
Indignaci¨®n
Y lleg¨® el momento de los insultos. Jos¨¦ Manuel Prieto comentaba al terminar que nunca le hab¨ªan acusado de vestir tan bien gracias a la CIA. Pero el delirio lleg¨® a extremos sorprendentes, pues la turba acus¨® a los cinco intelectuales de la mesa de "estar matando de hambre a millones de mexicanos".
El clima general al terminar el acto era de indignaci¨®n. Roger Bartra contaba asombrado a Jorge Herralde que la presentaci¨®n hab¨ªa sido un disparate. Prieto intentaba superar el malestar por los violentos insultos que acababa de recibir y, claro, se miraba el traje. El caso es que la aparente calma de un encuentro entre M¨¦xico y Cuba pol¨ªticamente correcto salt¨® por los aires. Habr¨¢ que ver qu¨¦ ocurre cuando se presente el nuevo n¨²mero de la revista Encuentro (cuyo ¨²ltimo n¨²mero rinde homenaje a su director, recientemente fallecido, el escritor cubano Jes¨²s D¨ªaz) y qu¨¦ dan de s¨ª las mesas redondas sobre literatura de la di¨¢spora. Lo que est¨¢ claro es que, cuando menos, habr¨¢ que llevar escudo (o paraguas).
Una f¨®rmula para hacer la revoluci¨®n
Largu¨ªsimas colas recorr¨ªan el domingo la zona pr¨®xima al pabell¨®n Juan Rulfo, donde, a las siete de la tarde, Silvio Rodr¨ªguez iba a "platicar" con 1.000 j¨®venes. La f¨®rmula ret¨®rica de los 1.000 j¨®venes, que da cuenta de distintos actos en que autores o artistas dialogan con su p¨²blico, se qued¨® corta en el caso del m¨²sico cubano. Entraron los primeros mil, y la organizaci¨®n se aplic¨® a hacer virguer¨ªas (quitar los falsos muros del sal¨®n) para que pudieran entrar todos los dem¨¢s. As¨ª que fueron unos 2.500 j¨®venes los que finalmente asistieron al encuentro. Llovieron las preguntas sobre lo divino y lo humano. Silvio Rodr¨ªguez estuvo acompa?ado en la mesa por el director de orquesta Leo Brouwer, el escritor Roberto Fern¨¢ndez Retamar y el ministro de Cultura Abel Prieto, todos cubanos. Se habl¨® de m¨²sica y se habl¨® de Cuba y, c¨®mo no, se habl¨® de revoluci¨®n. Un joven guatemalteco decidi¨® ir directamente al grano, y pregunt¨® c¨®mo hacer una revoluci¨®n cuanto antes en su pa¨ªs. El caso es que Silvio Rodr¨ªguez contest¨®: "Creo que son ustedes los que tienen que responder, la juventud, porque son los que al final han recibido el legado de tanta sangre derramada en su pa¨ªs".
Babelia
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