Huyendo de los micr¨®fonos
Cuando los inspectores de la ONU, que regresaron a Irak la semana pasada tras cuatro a?os de ausencia, quieren hablar de los asuntos m¨¢s sensibles no se f¨ªan ni de los muros de sus oficinas. Temerosos de las escuchas iraqu¨ªes, caminan por el jard¨ªn de su base en un hotel de Bagdad, se pasan notas o utilizan el lenguaje de los signos.
Y cuando salen cada ma?ana hacia uno de los lugares donde Irak, en los noventa, intentaba desarrollar armas de destrucci¨®n masiva o misiles de alcance medio, los inspectores circulan a 145 kil¨®metros por hora porque siempre son seguidos por funcionarios iraqu¨ªes que pretenden adivinar d¨®nde van y as¨ª avisar por radio.
Por ahora s¨®lo han visitado una docena de los 1.000 lugares sospechosos; pero los inspectores ya han entrado en una din¨¢mica de tensiones e intrigas. Los inspectores de armas y los iraqu¨ªes saben que la guerra puede estar al final del proceso y est¨¢n atrapados entre dos fuerzas poderosas, los estadounidenses y los iraqu¨ªes.
Por el momento, los inspectores trabajan contra reloj para tratar de poner en marcha de nuevo un programa parado durante cuatro a?os. A finales de semana llegar¨¢n ocho helic¨®pteros y un equipo de expertos en micr¨®fonos. Pero los equipos de inspectores ya han dejado claro a los iraqu¨ªes que van a trabajar.
Con Toyotas 4 - 4, con detectores de radiaci¨®n y esc¨¢neres para detectar microbios t¨®xicos, con sus gorras azules, los inspectores salen cada ma?ana desde su hotel en las afueras de Bagdad. Primero van al norte, luego al sur, luego al este y luego al oeste, para encaminarse de nuevo hacia el sur. Su estrategia es intentar retrasar tanto como sea posible el momento en que los iraqu¨ªes que les persiguen descubran el lugar al que se encaminan. Llegar por sorpresa es especialmente importante, porque cuando llegan un lugar sospechoso lo cierran completamente, tal y como se?ala la resoluci¨®n 1.441 del Consejo de Seguridad.
En principio, los funcionarios iraqu¨ªes est¨¢n all¨ª para cooperar y como traductores, pero, adem¨¢s del juego del gato y el rat¨®n en las carreteras, su verdadera misi¨®n es vigilarlos. Su primera misi¨®n es avisar por radio a sus superiores sobre el lugar que ser¨¢ visitado. Y, hasta el momento, en todos los lugares a los que se han desplazado su visita era esperada. Pero no han encontrado ninguna puerta cerrada, ni ning¨²n documento les ha sido denegado. El contraste con las inspecciones de los noventa no puede ser m¨¢s grande. "El pasado es el pasado: ¨¦ste es un juego diferente", ha dicho el griego Demetrius Perricos, director de Unmovic.
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